viernes, 28 de febrero de 2014

ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA IZQUIERDA

Desde la configuración de la clase obrera hasta el final de la Internacional Comunista.

Con la Revolución Industrial y el ascenso al poder de la burguesía y las ideas liberales, va a aparecer la clase obrera. La sociedad estamental propia del Antiguo Régimen va a dejar paso a la nueva sociedad de clases y a la clase obrera como nueva clase social empleada en las nuevas industrias y condenada a vivir en barrios miserables, con falta de todo tipo de servicios básicos en los alrededores de las ciudades industriales y muy cerca de esas contaminantes industrias.


En este nuevo orden mundial, lo importante va a ser el régimen de propiedad y el de producción. La acumulación de  capital va dar lugar a la concentración de materias primas, instalaciones industriales, maquinaría, etc., en pocas manos y en régimen de propiedad privada para la obtención del máximo beneficio. Se trata de unas inversiones impensables para los antiguos talleres artesanos y unos beneficios igualmente inconcebibles antes de la aparición del maquinismo y las nuevas fuentes de energía. De esta forma, el triunfante capitalismo,  no sólo se hizo con el poder político, sino que también tuvo a su alcance la educación y la cultura.

Las primeras manifestaciones contrarias al nuevo régimen, fueron la del empleo de la violencia contra “las máquinas” a las que se creía que eran las culpables de la nueva situación de las clases más pobres. En un principio, los obreros no reaccionaron contra los propietarios ni contra el sistema, sino contra las máquinas a las que hacían responsables de su paupérrima existencia y de la destrucción de los gremios y del artesanado. De esa forma, los patronos, ante el miedo a una revolución social por parte de los obreros, no permitieron la organización de trabajadores para la defensa común de las condiciones laborales.

Teniendo en cuenta las dificultades impuestas por la burguesía que ya de por sí, hacían muy complicado el nacimiento de organizaciones obreras, habría que sumarle otros inconvenientes de carácter político, social, teórico, etc., como serían la dedicación por parte de los más implicados a actividades sin ánimo de lucro, la solidaridad, el trabajo por el bien común, etc., o problemas relacionados con las propias condiciones de vida de los obreros, como las enfermedades, alcoholismo, que les hacían una muy difícil afiliación a organizaciones de ningún tipo. Con todo y pese a todo, va a surgir una incipiente organización obrera, en aquellas zonas en las que el fenómeno industrial arraiga, en un principio, estas organizaciones van a seguir un modelo muy ligado al de los antiguos gremios, por oficios, y muy reducido.

Por otra parte, desde el triunfo del liberalismo y aún antes en Inglaterra, el poder político va a ser claramente antiobrero y se van a dictar leyes contra los pobres, como la pena de muerte por atentar contra las fábricas o contra las máquinas. La beneficencia asignada a la Iglesia, que venía asistiendo a los pobres va a desaparecer y las condiciones de ayudas van a endurecerse, ahora siempre mirando el mayor beneficio de las empresas y de las distintas instituciones. Incluso va a darse el caso del encarcelamiento de los más pobres en las “work houses” o prisiones para pobres por el simple hecho de serlo. De todos modos, el movimiento obrero estaba implícito, aunque sin un objetivo común en todo tipo de revueltas y levantamientos. También en la Revolución Francesa en dónde se apelaba al pueblo, escondiendo realmente los intereses de una clase social naciente, la burguesía, y su ascenso al poder, así como los ideales de la Ilustración y una nueva teoría económica, el liberalismo. De la misma forma, las revoluciones de los años 30 en las que se apelaba al pueblo, éste va a ser traicionado y utilizado por la burguesía triunfante a la vez que surgen las incipientes organizaciones obreras como el cartismo en Inglaterra que ya han evolucionado y se argumenta contra la clase burguesa.

Durante el 1848 en toda Europa se producen una nueva serie de revoluciones en las que se va a configurar ya con claridad la clase obrera y sus propias reivindicaciones al margen de las puramente burguesas, especialmente en Francia. También es significativa esa fecha porque va a aparecer “El manifiesto socialista” de Marx y Engels o socialismo científico, del que el libro de Luis Gómez hace un análisis detallado y cuyo fin era el acceso al poder del proletariado. Sin embargo, también existía una corriente muy extendida y seguida por Proudhon y los mutualistas que pensaban que todo poder del Estado era opresor.


Tras el fracaso de la revolución de 1848, el movimiento obrero salió bastante dañado y fragmentado, no tanto en Gran Bretaña, pero muy acentuado en Francia con el II Imperio de Luis Napoleón Bonaparte y la persecución, ejecución y exilio de los trabajadores que lucharon valerosamente contra el poder establecido y a favor de sus derechos. De forma inversa, van a ser años de una fuerte expansión de la industria por todos los países de Europa Occidental, además del momento en el que el capitalismo se expande y aparece el nuevo imperialismo o colonialismo. Este progreso de la industria, inevitablemente traía consigo un aumento considerable de la fuerza del trabajo y así mismo de la clase obrera que se aglomeraba en barrios próximos a las industrias en condiciones higiénicas y sanitarias deplorables.

La AIT quedó formalmente constituida en Londres en 1864 y simbolizaba el carácter de unidad de toda la clase obrera, asumiendo y aceptando sus diferencias.  La Internacional obrera celebrará varios congresos que pretendían la unión de las distintas izquierdas desde el Congreso de Ginebra en 1866, siendo destacable en el Congreso de Basilea la ruptura entre los seguidores bakuninistas y los marxistas, siendo interrumpida esta serie de congresos por la guerra franco-prusiana en 1870 lo que llevó al distanciamiento y división del mundo obrero. En cualquier caso, con la I Internacional quedaron claras las tendencias y adhesiones políticas y la expulsión Bakunin en 1872 en el Congreso de la Haya por las profundas diferencias marcadas y la retirada de sus seguidores especialmente en referencia a la creación de partidos políticos con vocación de gobierno dentro de un Estado. De esta forma van a quedar concluidos dos proyectos, el anarquista y el socialista.

Volviendo a la contienda franco-prusiana, fue esta la que provocó la aparición de la “Comuna” tras el abandono de la ciudad de París por parte del Gobierno y del Ejército dejando sólo ante el invasor a su pueblo, lo que hizo que desde Versalles, donde se había traslado el Gobierno, pactaran con los prusianos para destruir la “Comuna” con un resultado de represión violenta sin límites en las que fueron asesinadas millares de personas en 1871 y fue prohibido y perseguido el internacionalismo, no sólo en Francia, sino en buena parte de Europa donde recorría una ola de conservadurismo.

La II Internacional comenzará en 1872 hasta el final de la I Guerra Mundial, teniendo en cuenta los acontecimientos ocurridos con la Revolución Soviética, tendrá nuevas escisiones con la aparición del revisionismo o posibilismo y los marxistas puros que seguían creyendo en la revolución. Este revisionismo tendrá su origen en Inglaterra con el fabianismo y será creado tan sólo un año después de la muerte de Marx. Los dirigentes sindicales ingleses verán con horror los sucesos ocurridos en la Comuna y creerán posible la mejora de los trabajadores sin necesidad de llevar a cabo una revolución. También será en el Reino Unido dónde contrariamente a lo que pudiera pensarse, aparecerá, muy tardíamente el Partido Laborista, en 1900, mucho después que en Francia y Alemania e incluso España dónde el PSOE nace en 1879. También le caracterizará su simplicidad teórica y su pragmatismo, decidido siempre a dar respuestas inmediatas y fórmulas alternativas para alcanzar el bienestar social de los trabajadores más que a teorizar sobre futuras revoluciones. Durante toda la segunda mitad del siglo XIX el movimiento obrero en Reino Unido estuvo muy dividido aunque su tendencia siempre fue la de la socialdemocracia.

De forma antagónica, el sindicalismo revolucionario en Francia, tardó algunos años en recuperarse tras la gran represión de la Comuna. En Francia también existiría una división entre pensadores que daría lugar a la formación de distintos partidos socialistas, Brousse defendía el posibilismo sin lucha de clases mientras que Guesde sigue fiel a la revolución y sus seguidores verán con indignación la proclividad de los políticos posibilistas con su tendencia a los pactos con la burguesía a la que desde un principio se adhirió el socialismo español de la mano de Pablo Iglesias y según el modelo que de forma efectiva se implantó en Alemania.

La socialdemocracia alemana consistía en la participación política dentro de la democracia burguesa, creando dos organizaciones, un sindicato y un partido político. En ese país tendría un fuerte arraigo debido a la práctica inexistencia del anarquismo, contrariamente a lo que ocurre en esos momentos en España y a la tardanza de la aparición del comunismo. Del Congreso de Ghota 1875 nacerá el Partido Socialista Obrero Alemán (PSOA), criticado por Marx precisamente por sus distintas concepciones del Estado. La alarma creada en Alemania en estos años por el desmedido crecimiento del socialismo hizo que Bismark se apresurará a dictar medidas de tipo social para competir con los socialdemócratas y unas leyes de excepción contra éstos, desde 1872 hasta 1890. Desde esta última fecha, la entrada en el partido de burgueses miembros de profesiones liberales le caracterizará para siempre como posibilista y socialdemócrata dentro del sistema democrático liberal, favorecido por la caída de Bismark y sus leyes antisocialistas.

De esta forma que estamos viendo, la batalla ideológica que se plantea en este periodo de la II Internacional, va a ser entre el marxismo y el revisionismo, no siendo siempre este último, necesariamente reformismo. En este aspecto, los sindicatos harán un buen ejemplo en la lucha contra mejoras parciales de los derechos laborales aunque sin perder la perspectiva de una reforma general, ésta última, siempre supeditada a alcanzar el poder político. Por otra parte, la socialdemocracia va a contar con una menor presión por parte de los estados, a medida que a su vez, éstos, abandonan completamente la idea de una revolución inmediata. Esta II Internacional se constituirá en el Congreso de París en 1889 formada por partidos políticos socialistas y socialdemócratas y sus sindicatos afines una vez asumida la realidad de no poder crear una unidad en torno al marxismo.

Buena parte de los temas tratados en esta época van a ser los relacionados con el pacifismo, más concretamente, sobre el creciente imperialismo y colonialismo que tuvieron lugar durante el último tercio del siglo XIX y principios del XX y que fue a desembocar en la I Guerra Mundial. Se llegó a plantear el concepto de nación y el de estado y se puso el acento en la diferencia entre la democracia burguesa y la verdadera democracia a la vez que se destacaba igualmente las distintas culturas de clases.

Tras los distintos congresos de la II Internacional, en plena guerra mundial y como consecuencia de la derrota del ejército zarista va a producirse un acontecimiento de gigantesca magnitud y que marcará la historia y evolución de todo el siglo XX, la Revolución Rusa. El triunfo de los bolcheviques radicalizará el proyecto autoritario de dictadura del proletariado y perseguirá a socialdemócratas y anarquistas, llevando a cabo en 1919 su propia Internacional, III Internacional o Internacional Comunista. El periodo entre guerras va a estar marcado por el enfrentamiento y el distanciamiento entre la socialdemocracia y el comunismo.


Dentro de ese ambiente de posguerra, de necesidad de reconstruir, de miseria, se va a producir en algunos países como Alemania, algún conato revolucionario que será duramente sofocado. Los movimientos obreros partidarios de la III Internacional se tuvieron que decantar y asumir los principios que marcará Moscú. Pasarán a llamarse partidos comunistas aunque serán organizaciones minoritarias en todos los países, dónde la socialdemocracia llevará gran ventaja de afiliación. Por ese motivo y por haber triunfado la revolución en Rusia, será este país el que imponga sus dictados sobre esos débiles partidos comunistas europeos hasta su disolución en plena II Guerra Mundial debido principalmente a que era contraproducente a  los intereses de Stalin. Por otra parte, el resto de partidos llevarán a cabo sus propios congresos desde la aparición en 1921 de la Unión de Viena o “La Internacional Segunda y Media”  intentando unir las intransigentes posturas de la III Internacional dominada por Moscú y la II Internacional dominada por el laborismo inglés y la socialdemocracia alemana. En nuestro país, dentro del PSOE se llevarán a cabo unas votaciones en las que ganará la postura favorable a Berna aunque no por gran diferencia de votos. La escisión en el partido llevará al nacimiento del PCOE que será minoritario ya que no entrarán en este nuevo partido comunista todos aquellos que habían votado favorablemente a la III Internacional.

Finalmente, la II y II y Media Internacional se fusionarán en el Congreso de Hamburgo para trabajar por la vía constitucional y la evolución reformista de los derechos de los trabajadores mientras que la III Internacional se alejará definitivamente dejando enemistades entre antiguos colaboradores y amigos y una brecha que ya no se va a superar. Habría triunfado la visión de Stalin, de “una revolución en un solo país” y los caminos de unos y otros serán definitivamente distintos, cuando no contrarios. La posguerra mundial dará paso al aislamiento de la URSS y al distanciamiento de los partidos socialistas europeos plenamente integrados en los sistemas parlamentarios de sus países y de una forma más lenta pero también inequívoca, el alejamiento progresivo de los partidos comunistas que asumirán también las democracias occidentales mientras que la URSS se aislaría progresivamente durante todo el periodo de Guerra Fría, aunque todo eso forma ya parte de la historia posterior.

Autor: José Luis Romero Carretero.