martes, 21 de abril de 2020

Texto de Carrero Blanco de 1945.



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Carrero Blanco, un texto que deja de manifiesto su pensamiento, su ideología, y sobre todo, su visión y el camino que debía seguir España al terminar la Segunda Guerra Mundial.


"1. “Notas sobre la situación política” de Luis Carreo Blanco al Jefe del Estado, F.Franco, 29 de agosto de 1945 (Archivo General de la Universidad de Navarra.

Fondo Laureano López Rodó 005/421/5(4/7)

Los tres últimos acontecimientos mundiales: declaración de Potsdam, triunfo del laborismo en Inglaterra y fin de la guerra en el Pacífico con la rendición del Japón que pone término a la segunda guerra mundial, han tenido la virtud de revolver la
política interna (euforia de los rojos esperanzados en su revancha y nerviosismo en el Monarquismo impaciente temeroso de que pase definitivamente su oportunidad) y conviene analizar serena y objetivamente que es lo que hay de realidad verdad en
todo esto, para llegar a un claro “juicio de las situación” que es la base fundamental de todo plan de acción, política o militar.
La alusión a España en la declaración conjunta de Potsdam fue evidentemente, considerada en abstracto, una injusticia y una insigne impertinencia, que en el sector rojo español produjo entusiasmo, en el verdaderamente español indignación y en
otro, por desgracia no pequeño, miedo. Para muchas de nuestras gentes blanduchas –que abunda, triste es reconocerlo- la cita de España por los llamados “tres grandes”fue algo así como las trompetas del Apocalipsis.
Y sin embargo, a poco que se medite serenamente, había que reconocer que en Potsdam habíamos sido defendidos con energía por Truman y por Churchill –lo cual se ha confirmado después- pues era lógico que Stalin, al tratar de España, pidiera la
mayor de las barbaridades (la intervención armada de todos los aliados contra nosotros para aplastarnos) y si se tiene en cuenta que en aquellos momentos Churchill y Truman le hacían el amor al Zar rojo para que declarase la guerra al Japón,
la defensa tuvo que ser dura hasta conseguir la fórmula platónica de que no se apoyaría nuestra petición de ingreso en un organismo internacional, que aún no se ha
creado y que ya veremos si llega alguna vez a funcionar.
¿Qué a pesar de todo la decisión es injusta y vejatoria? ¿qué se basa en una mentira? Indudablemente, pero yo confieso que desde un punto de vista práctico, a mí me satisfizo, porque esperaba algo peor en cuanto los capitostes del mundo nos
sacasen a colación en sus conversaciones.
La decisión fue tomada siendo Churchill Premier inglés y en presencia de Attlee; cuando éste volvió a la conferencia ya como Jefe del Gobierno británico y en plena euforia del triunfo laborista, no intentó empeorar lo ya acordado y, al mismo tiempo, Truman, receloso de meterse en nuevas disquisiciones con Stalin y Attlee
solamente, sin el apoyo de Churchill, se las ingenió para liquidar la conferencia en dos días y dejar las cuestiones pendientes para mejor ocasión.
Ahora bien, si Truman, Churchill y Attlee nos defendieron de las pretensiones de Stalin, no fue ni por simpatía, ni por humanidad, ni por espíritu de justicia. Nos defendieron por interés, que es el único motor de las relaciones internacionales y casi
cabría decir de las relaciones humanas, como paradójicamente nos protegió Stalin cuando los anglosajones pretendieron asaltar a Europa por España para evitarse el choque con las defensas alemanas del Canal. Entonces el interés de Stalin era que los
anglosajones se desgastasen en este esfuerzo bélico, el de estos en cumplir los acuerdos sin hacerlo y Stalin venció amenazando con la paz separada con Hitler.
Los anglosajones temen –y es lógico- al imperialismo de Stalin y han pasado por muchas cosas, en tanto Stalin les ha sido necesario, porque éste, astutamente, ha manejado el chantage de la paz con Alemania en la guerra de Europa y después el
chantage de la alianza con el Japón en la guerra del Pacífico, pero tan pronto como el Japón se rinde y con ello se le inutiliza a Stalin su última arma, empiezan a caerse las caretas. Bevin, el ministro laborista y para muchos filocomunista, hace una declaración sobre política exterior que aplauden Churchill y Eden, en la que hace
resaltar que el gobierno laborista seguirá la vieja política del Imperio, es decir, oponerse a los imperialismos, señalando descaradamente a Rusia. Surgen enseguida los choques de puntos de vista en los Balcanes y en China, y se inicia la atracción de De Gaulle para captarlo y hacerle rectificar del mal paso dado al aliarse con Rusia.
Los EEUU apoyan en esta acción a Inglaterra y dan a su vez la puñalada máxima a Stalin suspendiendo la vigencia de la Ley de Préstamos y Arriendos, pero se la dan de paso a Inglaterra (¿a los laboristas?) porque a Inglaterra también le afecta
esta suspensión y la crea un serio problema económico.
En definitiva, al dispararse el último tiro en el Pacífico, ha comenzado la guerra diplomática entre los anglosajones y Rusia. Inglaterra y los EEUU están unidos para hacer frente al imperialismo ruso, pero a su vez entre ellos tienen una pugna
interna, en la que Inglaterra lleva la peor parte porque ha pasado a tener una franca dependencia los EEUU, sin cuya ayuda no podrá reconstruirse económica y materialmente y menos hacer frente al peligro rojo.
Por esta fundamental causa de frio interés, los anglosajones (pese a lo que digan las radios, la prensa y hasta los políticos de mayor o menor talla) no solamente apoyarán, sino que se opondrán a todo lo que pudiera determinar una situación dehegemonía soviética en la península ibérica. Les interesa en éstas orden y
anticomunismo pero preferirían lograr esto con un régimen distinto al actual.
El régimen actual les es antipático, un poco por papanatismo, pues les pareceuna cosa vinculada a lo alemán contra lo que todavía hay la fobia de la guerra, pero un mucho en el fondo, aunque no se confiese ni se confesará nunca, porque es
independiente, porque la España actual es libre políticamente, porque es rigurosa y va para arriba, porque es una España como desde el despojo de Utrecht no se conocía y esto molesta y duele. Los anglosajones, y sobre todo Inglaterra, quieren una España
en orden y anticomunista, pero vasalla políticamente. No quieren este régimen, porque quieren otro (con tal de que no sea filocomunista) que les deba la existencia y les sea sumiso.
La situación puede centrarse en los siguientes términos:
- Los anglosajones (Inglaterra y los EEUU) no quieren de ninguna manera el peligro comunista en España.
- Solo ante el convencimiento, o aún el temor, de que cualquier intento de cambio conduciría a esto, acabarán dejando que el régimen actual se desarrolle en paz
- Inglaterra y los EEUU se disputarán, bajo cuerda, la amistad de España
- Inglaterra y los EEUU no reconocerán ese engendro de Gobierno exilado en Méjico, porque es filocomunista; y menos si Stalin lo reconoce enseguida, que ojalá lo haga.
- Las presiones de los anglosajones por un cambio en la política española que rompa el normal desarrollo del régimen actual, serán tanto menores cuanto más palpable sea nuestro orden, nuestra unidad y nuestra impasibilidad antes indicaciones, amenazas e impertinencias.
La única fórmula para nosotros no puede ser otra que: orden, unidad y aguantar. Buena acción policial para prevenir cualquier subversión; enérgica represión si se produce, sin temor a las críticas de fuera, pues más vale castigar duramente una vez que no dejar de corregir el mal; inutilizar a las personalidades,
por elevadas que estén, que ambiciosas, infatuadas o simplemente inconscientes pretendan perturbar haciendo el juego al enemigo, para saltar etapas que no pueden saltarse sin grave riesgo de hundir a España en el caos anulando el fruto de tanto
sacrificio y de tanto esfuerzo, y aguantar, impasibles todo lo que digan fuera sin afectarnos lo más mínimo, hasta que se convenzan, se cansen, o se les acabe el dinero a los rojos.
Y mientras tanto, seguir con perseverancia el plan de Su Excelencia, dando a cada periodo su plazo, haciendo que fragüe bien la obra, sin precipitaciones ni concesiones a la galería y concediendo a lo social la máxima importancia.
En esto último sí que conviene ir de prisa porque no solamente es el único medio de neutralizar el Caballo de Troya del comunismo de exportación, sino porque,sobre todo, lo manda Dios.
Todo ser, por humilde que sea su cuna, por deficiente que sea su constitución fisiológica, por menguada que sea su dotación intelectual, tiene un sagrado derecho a poder alimentarse, a poder vestir su cuerpo, a contar con una casa digna de un ser humano donde cobijare y a que todo esto se le dé gratis cuando por incapacidad o vejez él no pueda rendir. Esta línea de tierra es el mínimo minimorum que hay que lograr, cueste lo que cueste, sacando el dinero de quien lo tenga, para establecer la
sólida base de un estado cristiano. Y sobre esta línea, que cada cual mejore su situación y su bienestar, llegando hasta el lujo, con arreglo a su esfuerzo o a su capacidad intelectual (...).
El mundo ha entrado, como S.E. ha dicho muchas veces, en la era de los social y España puede dar la pauta de como se resuelve este problema, conservando el hombre su personalidad humana sin pasar a ser una cosa como lo es en la monstruosa concepción soviética.
Yo entiendo, mi General, que corrigiendo con mano dura toda perturbación, venga de abajo o de arriba, se salva fácilmente la unidad y a base de ella nada debe preocuparnos y podemos soportar estoicamente las presiones de fuera, si las hay,
mientras se realiza la evolución en la forma que de todas maneras habría que haber realizado. Es decir, que debe hacerse, a su tiempo, todo aquello que convenga a España nos lo pidan o no desde fuera y dejar de hacer aquello que nos pueda inferir
un daño, aunque les guste a los extranjeros. A nosotros tampoco nos gustan otras cosas de ellos. Mientras España sea un bloque bastarán unas cuantas ejemplaridades arriba y una verdadera justicia social abajo."

domingo, 23 de febrero de 2020

Golpe de estado 23-F.


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ÍNDICE:
1- Introducción.
1.1.- Situación política.
1.2.- Los militares, la extrema derecha y la violencia terrorista.
- Los militares en la transición
- La extrema derecha
1.3.- Materiales utilizados.
3.- El golpe militar: desarrollo de los acontecimientos.
- El golpe en Valencia
- Actuación del CESID
- Implicación de la Acorazada Brunete
- Experiencia de los parlamentarios
4.- El rey y la cúpula militar.
5.- Juicio y responsabilidades.
.6.- Conclusiones.
7.- Fuentes documentales.
8.- Anexos.



1.- INTRODUCCIÓN.
1.1.- Situación política.
La muerte del general Franco el 20 de noviembre de 1975 y la proclamación de Juan Carlos I como rey de España siguiendo el nombramiento hecho por el dictador en 1969 por el que además se saltaban los derechos dinásticos que aún conservaba el padre del rey, Juan de Borbón, va a suponer el inicio de ese periodo que se ha bautizado como “transición” y que tiene un final más indefinido que la mayoría de investigadores sitúan en octubre de 1982 tras la victoria electoral del PSOE en las elecciones generales que ganaría por mayoría absoluta.

La proclamación de Juan Carlos fue posible gracias a la Ley de Sucesión de 1947 y a la designación de éste a título de rey como sucesor por el mismo Franco. Se trataba de dar continuidad al franquismo y a sus instituciones y en ello estaban todos los jerarcas del régimen y gran parte de la clase media o “franquismo sociológico” que parece ser que fueron fundamentales para la consecución de la Ley Orgánica del Estado en 1967 y era hasta donde en principio estaban dispuestos a abrir el régimen franquista y  su “democracia orgánica” los partidos que se formaron para defender las instituciones franquistas que luego crearían Alianza Popular.

Sin embargo, la monarquía de Juan Carlos I que aceptó la legitimidad procedente del régimen que naciera tras el levantamiento militar del 17 de julio de 1936 avanzaría hasta conseguir una democracia que aunque dirigida por los resortes del poder llegaría a ser reconocida internacionalmente.

El 22 de noviembre era proclamado rey Juan Carlos I, aunque no recayesen en él todos los poderes que acumulaba el dictador. Aún así, con respecto a su país era el rey con más poder en Europa. Con la muerte de Franco entró en vigor la división de poderes prevista por el dictador y que a la postre era lo que él concebía como apertura del régimen. Estas instituciones mantenían un equilibrio de poderes que debía garantizar el

(1)* Diario ABC 2ª Edición 20 noviembre de 1975.
(2)* Diario ABC 22 de noviembre de 1975.


mantenimiento del régimen aunque con cierto grado de aperturismo y desde luego ya
desprovisto de la acumulación de poderes en la figura de un dictador. Las instituciones al cargo de la continuidad serían la monarquía con Juan Carlos I como jefe de estado, el Gobierno y su presidente, el Consejo del Reino y las Cortes. De esta manera el monarca no disponía de los mismos poderes que Franco y sus decisiones debían ser aprobadas por una de las otras instituciones. El mismo día 22, durante el primer mensaje de la Corona el rey daba esperanzas cuando decía que su intención era reinar para todos los españoles. Sin embargo, en un principio nada cambió y el nuevo gobierno que se formaba con Arias Navarro como presidente ratificado en el cargo, pretendía una continuidad del sistema vigente y no un cambio institucional, menos aún, iniciar un camino hacia la democracia como en la actualidad es visto por buena parte de la sociedad.

Las fuerzas de la derecha pretendían un continuismo del régimen con mínimas concesiones, mientras que la izquierda en ese momento era partidaria de una ruptura. Varios ministros y personajes de primera fila del gobierno Arias Navarro formarían las primeras asociaciones políticas de la derecha para defender sus intereses. Juan Carlos rechazó en este primer momento tanto la ruptura como abrir un periodo de transición aperturista. Mientras tanto, la sociedad pedía libertades y la policía actuaba de idéntica manera que durante la dictadura, así tuvieron lugar en marzo de 1976 los “sucesos de Vitoria” en los que en una jornada de huelga la policía asesinó a cinco huelguistas e hirió de bala a otros 150.

La incapacidad de Arias Navarro en el gobierno le llevaría a pedir su dimisión el 1 de julio de 1976 (3)*. Inmediatamente, Juan Carlos nombraría como jefe de estado y contra todo pronóstico a Adolfo Suárez (4)*, un personaje de segunda fila dentro del franquismo, que fue escalando puestos bajo la protección de Herrero Tejedor. Los líderes mejor situados menospreciaron este ascenso a la jefatura del estado por razones arbitrarias puesto que ellos consideraban que había que escalar puestos dentro de las instituciones por razones meritorias. Así Fraga y Areilza eran las personas mejor

(3)* Diario “El Pais”, La dimisión de Arias. 2 de julio de 1976.
(4)* Diario ABC, portada 4 de julio de 1976.
situadas para haber obtenido ese puesto llevándose una gran decepción que en el caso de Fraga le acompañaría toda su vida. Sería lo que José María Velo de Antelo definiera muy gráficamente: “Era vergonzoso ver como consejeros nacionales, procuradores en Cortes y <franquistas de toda la vida>, corrían para no perder el tren de lo que suponían se avecinaba. La desfachatez con que se manifestaban daba lástima. No tenían vergüenza.”(5)*.

La tan alabada transición hacia la democracia no fue un camino de rosas ni tampoco llegaron las libertades y la democracia de la noche a la mañana. Por el contrario, el gobierno Arias Navarro mantenía intactas las fuerzas represivas del régimen franquista mientras que muchos políticos que ocuparan primeros puestos dentro de la dictadura aparecían unos como reformistas y otros como aperturistas y “demócratas de toda la vida”. De hecho, no habría cambio alguno durante los primeros ocho meses de vida de la monarquía, sólo continuismo que parecía que iba a ser la tónica general  dado que Juan Carlos había jurado las Leyes Fundamentales del franquismo y había mostrado respeto y gratitud a la figura de Franco durante su proclamación como rey el día 22 de noviembre de 1975.

Las primeras elecciones democráticas llegarían un año y medio más tarde de la muerte de Franco, el 15 de junio de 1977, en las que saldría vencedor el partido oficial, el partido respaldado por el rey y por los reformistas que obtendría 6.310.391, siendo la fuerza más votada, seguida por el PSOE que obtuvo 5.371.866, el PCE 1.709.890 y Alianza Popular con un decepcionante cuarto puesto con 1.504.771 y 16 diputados. La opción continuista parecía haber fracasado ante la oficialista que había optado claramente por dar al régimen un aspecto democrático que convenciera a la comunidad internacional y definitivamente, España volviera a las instituciones internacionales.   Todavía habría que esperar más para dotarnos de una Constitución, hasta diciembre de 1978, tres años después de la muerte del dictador y con el voto en contra de algunos diputados de Alianza Popular que no querían una España con partidos políticos, menos aún la legalización del PCE que se había producido en la Semana Santa de 1977

(5)*. Velo de Antelo, JM. “De ayer a hoy: Los orígenes del Partido Popular”.
(6)*.


después de los atentados de Atocha en los que un grupo de ultraderecha asesinaba a tiros el día 24 de enero del mismo año en un bufete de abogados laboralistas a cinco personas, dejando a otras cuatro heridas. La nueva monarquía parlamentaria sería posible gracias a los pactos realizados entre el PSOE y UCD y también en parte y en contra de sus propias convicciones de Alianza Popular y del PCE. El PSOE ya había sido desprovisto de parte de su ideología, incluido el marxismo, en el congreso de Suresnes y Felipe González, su nuevo líder tenía gran conexión con la socialdemocracia alemana, a la vez que era apoyado internacionalmente por esa opción política.

Existían tres tendencias claras dentro de la derecha española durante el tardofranquismo y la Transición, mientras que Fraga desarrollaba su “teoría del centro”.

Por un lado estaban los inmovilistas que pretendían que todo siguiera igual con la muerte del dictador, en este grupo estaban FET de las JONS y demás secciones del falangismo y más tarde se organizarían en Fuerza Nueva todos los que pretendían un continuismo político basado en los principios fundamentales del franquismo.

Los partidarios de una tímida apertura o una evolución lenta desde las Leyes Fundamentales se organizaron en asociaciones políticas que luego constituirían partidos políticos y que se unirían finalmente para crear Alianza Popular.

Por último, estaban los rupturistas, personalizados en el partido del gobierno, la UCD de Suárez y que tenían como objetivo la consecución de un régimen democrático de corte occidental para España y que a la postre, serán quienes tuvieran más éxito, superando la presión del “franquismo sociológico” y sobre todo del “ruido de sables” que amenazaba desde los cuarteles. Esta dirección fue elegida, principalmente por la presión internacional que obligaría al monarca y al gobierno hacia el rupturismo político con la dictadura y la creación de una Constitución democrática y un régimen que garantizase la libertad, el liberalismo y la democracia pero siempre dirigido desde el gobierno y aceptando las prerrogativas de los generales.

El proceso de transición hacia la democracia estuvo marcado por la personalidad de Suárez e hizo posible el entendimiento y el consenso entre las distintas fuerzas políticas. Fue capaz de llevar a cabo una reforma política y de diseñar un nuevo modelo de estado habiendo evolucionado ideológicamente desde la doctrina falangista donde se formó y trabajó.

Llevó a cabo una apuesta política opuesta al inmovilismo de una parte de los sectores del régimen, supo conseguir el apoyo de otras familias franquistas y logró atraerse a las fuerzas de izquierda emplazadas en la ilegalidad.

Su proyecto de Ley para la Reforma Política fue un éxito, así como la legalización de los partidos políticos y los acuerdos económicos, Pactos de la Moncloa.

Otro triunfo de Suárez fue la creación de un gran partido de centro, la UCD que aglutinaría a liberales, socialdemócratas y demócratas-cristianos aunque no tendría un ideario propio y estaría siempre rodeado de tensiones entre los diversos grupos. Realmente fue el partido del gobierno, escogido por la monarquía.

Fue nombrado presidente del gobierno por Juan Carlos en el verano de 1976 tras la dimisión de Arias Navarro y representó la nueva aspiración aperturista del monarca, la reforma y la política trazada por el rey. Era el político ideal por su flexibilidad y ambición para llevar a cabo las propuestas necesarias para que partiendo de la legalidad franquista se pudiera llegar a la democracia.

La elección de Suárez como presidente del gobierno sorprendió a todos ya que se trataba de un político de segunda fila y los que se creía llamados para el cargo eran políticos mejor situados como Fraga o Areilza pero Suárez representaba lo que la corona pretendía en esos momentos.

Su primera intervención a través de la televisión sería precisamente de reconocimiento para hacer cómplice del proyecto a toda la sociedad. La televisión iba a ser a partir de ahora su gran aliada, Suárez fue ante todo un político mediático que aprovechó este medio de comunicación a diferencia de sus adversarios como Fraga. De esa manera Suarez da a conocer en televisión el mensaje diseñado por la corona y se gana a la audiencia controlando perfectamente el medio.

El primer paso hacia la democratización sería la presentación de la Ley de Reforma Política y su posterior aprobación por mayoría de la cámara. A la vez, el proyecto diseñado por el rey llevado a cabo por el gobierno debió mantener contactos con líderes de la izquierda, todavía en la ilegalidad. Tras la aprobación de la Ley, el discurso ante las cámaras pretendía la complicidad de la sociedad.

Este empeño por involucrar al pueblo como parte del proyecto llevará a convocar un referéndum y a pedir su apoyo en las urnas.
De entre las tres posibilidades que se presentaban, continuismo franquista, ruptura democrática y reforma política, se decidió por el último como línea centrista tendente a la reconciliación.

Las elecciones de 1977 volvieron a afianzar el proyecto del centro aunque sin mayoría absoluta y seguido de cerca por el PSOE, teniendo a los extremos, a derecha e izquierda a AP y PCE. Suárez volvió a utilizar la televisión y su discurso moderado apelando a la madurez y seriedad del electorado para que votasen por su opción, la de centro que él representaba.

En estas nuevas cortes, con 165 escaños de UCD, 118 del PSOE, 20 PCE y 18 de AP se va a llevar a cabo el proyecto constitucional, van a ser unas cortes constituyentes. Se nombrará una comisión constitucional con siete miembros que representan a los grupos parlamentarios, tres de UCD, uno del PSOE, uno del PCE, uno de AP y uno de CIU.

Finalmente, la Constitución sería aprobada por una mayoría de la sociedad española, casi el 90% de los votos, habiendo pedido el SÍ la mayoría de partidos, especialmente UCD y PSOE.

En la elaboración de la Constitución no se puso en duda la inclusión de la monarquía, aunque si que hubo un amplio consenso en todo lo demás, estableciendo la Constitución las diferentes ideologías del panorama político.

Suárez expresará los mejores calificativos a la corona, los partidos políticos y a la sociedad, como artífices de esa Constitución.

Sin embargo, el papel de director de la Transición se irá apagando dentro del normal juego político por dos factores. Primero la incongruencia de los grupos diferentes que forman la UCD y segundo el desgaste progresivo al que le va a someter a Suárez el PSOE que llegará a proponer una moción de censura y que acabará con la dimisión de Adolfo Suárez.

La transición no fue en ningún momento algo premeditado, no tuvo nunca un plan organizado, fue por el contrario, un producto de la evolución de los acontecimientos, unos acontecimientos muy complejos con tres personajes principales que son: el rey, Adolfo Suárez y Gutiérrez Mellado y unas instituciones como el ejército y los partidos políticos, tomando la sociedad española un papel mayoritariamente pasivo. Este diagnóstico no es el mismo que ofrece Emmanuel Rodríguez, para quien la sociedad civil en esos momentos estaría en condiciones de llevar a cabo una movilización social capaz de hacer frente al franquismo.

El diseño del golpe final que se dio el 23F estaba diseñado como un pronunciamiento militar lo menos sangriento posible, se trataba de mostrar la fuerza militar para que el gobierno, las instituciones y la sociedad sintieran el miedo y la sumisión a los militares sublevados, muchos son los autores que señalan al propio rey como organizador de este plan con el apoyo de los partidos políticos y crear un gobierno de concentración con un militar como presidente, precisamente para evitar el verdadero golpe militar, este sí, enfocado como un verdadero alzamiento nacional parecido al de julio de 1936 y que estaba en marcha y previsto para el mes de mayo.

Muchos militares, como Gutiérrez Mellado o Martínez Inglés reconocían que el “golpe blando” de Tejero no era una cosa seria ni llegaría lejos.

El rey eligió a Suárez porque era manejable, no como Areilza o Fraga que tenían personalidades muy fuertes. Al rey solo le interesaba afianzar la Monarquía y perpetuarse en el poder y la evolución de los acontecimientos acabaron por concretar algo parecido a una democracia dirigida. El mismo rey estaba aterrorizado de hasta dónde se había llegado y pretendía cortar este avance mientras que a la vez, estaba dispuesto a acabar con Suárez.

El rey veía con buenos ojos un gobierno de concentración nacional presidido por un militar, es difícil saber, por falta de pruebas, hasta dónde fue capaz de llegar con esta idea. El historiador y coronel de Estado Mayor, Amadeo Martínez Inglés lo denomina “Solución Armada”, por ser diseñada por el general Armada, asumida según dicho autor por el rey, aceptada por la Junta de Jefes de Estado Mayor y por todos los partidos políticos, incluido el PCE, que tenía el objetivo de parar el golpe de estado real que amenazaba la monarquía y la democracia desde 1980, aceptando todos un gobierno de concentración nacional que también habría aceptado el PSOE o que incluso podría haber sido propuesta por ese partido o ser fruto de negociaciones con los muchos descontentos de UCD, Alianza Popular y el propio rey y altos mandos militares.


1.2.- Los militares, la extrema derecha y la violencia terrorista.

Sin duda alguna, la década de los setenta en España, fue un momento de crisis económica pero sobre todo de violencia política. La Transición española no fue un camino de rosas como aparece en muchos manuales y artículos periodísticos.


Los militares en la transición.

El carácter militar en materia política, en España, y de forma general, es extremadamente conservador. Históricamente, la profesión militar estaba dedicada exclusivamente a la nobleza hasta la caída del antiguo régimen y sus estamentos, y la llegada del liberalismo y las clases sociales.

El ejército durante la transición era íntegramente el ejército franquista, muchos de sus generales, jefes y oficiales habían luchado en la Guerra Civil para destruir la democracia republicana y se sentían orgullosos por el deber cumplido y por creer ser los responsables de mantener ese espíritu que les llevó a aquella “cruzada” y quienes tenían el poder real que mantuvo la dictadura franquista. Después de la Guerra Civil hubo una depuración importante dentro del ejército, convirtiéndose así en lo que llegaría hasta el año 1975, año de la muerte de Franco. Se trataba de un ejército de mentalidad ultraconservadora y antidemocrático. En resumidas cuentas, se trataba de un anacronismo, dentro de una sociedad que sociológicamente había experimentado un cambio importante en favor del aperturismo, la libertad y la democracia. El ejército español no había experimentado este cambio y se mantenía intacto en su pensamiento ultraconservador, sin entender los cambios que se estaban produciendo con el agravante de que el terrorismo de ETA era muy activo y dirigido principalmente a objetivos militares.

Durante todo el proceso de transición democrática, los militares llevaron a cabo numerosos incidentes, declaraciones, reuniones golpistas e innumerables actos de insumisión al poder civil, siendo uno de los momentos más graves la legalización del PCE, cuando parece ser que unos meses antes se había producido una reunión con altos mandos militares en la que Adolfo Suárez habría dado a entender que nunca sería legalizado este partido. Los actos de insubordinación militar no fueron castigados como correspondía, eran muy habituales y buscaban protagonismo y la unión de los franquistas.

Estos actos serían innumerables, desde los artículos en periódicos y revistas, firmados por militares en activo, como el general De Santiago, criticando abiertamente los procesos políticos, pasando por el acto homenaje de La Legión en el Valle de los Caídos ante la tumba de Franco, los incidentes en los funerales de militares asesinados por la banda terrorista ETA, no sólo con manifestaciones contrarias al cambio político, sino incluyendo la violencia contra Gutiérrez Mellado, hasta las reuniones golpistas y la “Operación Galaxia”.

En contraposición a la benevolencia con la que eran tratados estos actos de indisciplina y la manifestación pública de la defensa de la dictadura, los pocos militares que se declaraban favorables a la democracia pertenecían a la Unión Militar Democrática (UMD), y serían tratados con una gran dureza. Su falta era ser contrarios a la dictadura y los principios del Movimiento y favorables a la democracia, simplemente por este hecho, serán detenidos en julio de 1975 varios oficiales del ejército, acusados de pertenecer a esta organización, juzgados y condenados a penas de prisión y pérdida de la condición militar.

A pesar de todo, a nivel individual, pueden contarse algunos militares con tendencias democráticas, entre los que se encuentra el propio Gutiérrez Mellado que había luchado en la Guerra Civil Española y contra la democracia, ahora se encontraba, muchos años después, defendiendo este proceso de cambio e incluso aceptando la vicepresidencia del gobierno. No sólo él, también el general Vega Rodríguez, Sabino Fernández Campo y algunos que he nombrado anteriormente, serían la excepción ante la abrumadora mayoría ultraderechista y antidemocrática.

Aún contando con esas honrosas excepciones, el ejército español era de ideas muy conservadoras, los militares sabían que se iban a producir cambios políticos que no deseaban, incluidos esos pocos demócratas que eran favorables a una reforma, pero siempre controlada desde arriba y manteniendo el idearios derechista. Este carácter extremista del ejército, no permitió, en principio, que buena parte de los mandos militares entendiera que se trataba de una transición dirigida y que dejaba intactos sus derechos y prebendas y que se había conseguido imponer símbolos como la bandera bicolor, y sobre todo, mantener la Monarquía y al rey que Franco había nombrado como su sucesor. Todo ello iba incluido en el paquete, lo cual debe de ser interpretado, no como que los españoles votaron a favor de la Monarquía, sino que fue una imposición por la cual, sólo habría transición democrática si se respetaba la Monarquía, se olvidaban todos los crímenes del franquismo y se mantenía toda la administración franquista, especialmente el ejército de Franco con todos sus derechos y prebendas intactos. Se trataba de una transición dirigida desde el poder. No iba a haber cambios, libertades y democracia  si no se aceptaban estos símbolos, modelo de gobierno y olvido del pasado reciente. Con todo ello, los militares se sentían muy identificados y creían ser los guardianes y defensores de todos esos valores.


La extrema derecha.

Fraga había fundado en 1976 Alianza Popular con el objetivo de integrar en el partido a todas las derechas provenientes del franquismo. En realidad, el cambio político cogió por sorpresa a las derechas españolas que como ya he dicho se fragmentaron en grupos, también la extrema derecha, siguiendo las distintas tradiciones, Falange Española, Falange Española de las JONS, etc., pero el grupo más fuerte va a ser el fundado por Blas Piñar en 1976 y que aglutinaría a las distintas falanges.

El ideario, como el de la dictadura franquista, era bastante simple, continuar en el inmovilismo político y respeto a los principios surgidos del alzamiento contra la II República así como la implantación de una nueva dictadura. Se trataría de una mezcla de catolicismo integrista, falangismo y tradicionalismo.

Los comienzos del partido fueron duros y no conseguían tener una militancia, sin embargo, a partir de 1978 comenzó a tener una cierta expansión y crecimiento de militancia, sobre todo, por la frustración causada en los votantes de la derecha por parte de Alianza Popular.
Sin embargo, la extrema derecha en España no supo transformarse, tal y como ocurriría con Jean Marie Le Pen en Francia.

El partido había tomado su nombre “Fuerza Nueva”, de una asociación cultural y una revista fundadas en 1966 para aglutinar finalmente, como partido a todas las fuerzas de extrema derecha. Se dotó también al partido de un sindicato, Fuerza Nacional del Trabajo y de un periódico, El Alcázar.

Fuerza Nueva fue contraria al cambio producido durante la Transición y no iban a dudar en la aplicación de la violencia.

La derecha y en especial la extrema derecha se encontraba muy fragmentada en el momento de la muerte de Franco.

Lo más representativo eran las distintas falanges, Falange Española de Fernández Cuesta, Falange Española de las JONS o (auténticos) que se encontraban no sólo fragmentadas sino enfrentadas durante la celebración del XLIII aniversario de falange.

Desde ese momento no tendría relevancia política convirtiéndose en parte de Fuerza Nueva que pasará a ser realmente la fuerza aglutinadora de la ultraderecha en España.
Fuerza Nueva había aparecido en 1966 como revista y asociación cultural pero a partir de 1976 como Alianza Popular, se convirtió en partido político. Su ideario no fue muy complejo, se basaba en la defensa del Movimiento Nacional surgido tras el alzamiento nacional del 17 de julio de 1936.

Aunque fuera muy activo a nivel de movilización social en la calle su trascendencia política fue escasa por su falta de militancia. Sin embargo, tuvo cierto éxito en la juventud de sectores de clase media-alta, exhibiendo su violencia llegando al asesinato. Aún así, nunca consiguió buenos resultados en las urnas llegando únicamente en 1979 a conseguir un escaño, el del propio Blas Piñar por Madrid llegando a tener muy poca relevancia. La ultraderecha española no supo hacerse moderna como en Francia o Italia pasando sus votantes a integrarse dentro de Alianza Popular.

Tras el golpe militar de Tejero para el cual no había sido avisado y el posterior triunfo electoral del PSOE, la desbandada fue general y a Blas Piñar no le quedó más remedio que disolver el partido culpando de la falta de apoyo a la Iglesia, al Ejército y a Alianza Popular.

La extrema derecha se caracterizó por un alto grado de violencia en estos años, los grupos de jóvenes con parafernalia derechista y comportamiento tribal llenaban las calles y las manifestaciones ultraderechistas pero también llevaban a cabo la violencia y el asesinato. En su mayoría, estos actos violentos no estarían planificados y serían espontáneos. Algunos ejemplos significativos de esta violencia, serían los casos del asesinato de Arturo Ruiz en enero de 1977 en una manifestación en Madrid por la amnistía. Este asesinato sería cometido por un colaborador de los Servicios de Información de la guardia civil, Fernández Guaza. Otro caso señalado de violencia ultraderechista es el asesinato de la joven Yolanda González en 1980 por miembros de Fuerza Nueva.


La violencia terrorista

Existió una violencia de izquierda desde el final del franquismo. Estos grupos serán el FRAP y los GRAPO. El primero había asesinado ya a la altura de 1973 a puñaladas a un subinspector de policía y herido a otros. Este grupo tenía predilección por los hombres de uniforme y asesinó a seis de ellos en la década de los setenta para desaparecer como grupo a partir de las primeras elecciones democráticas de 1977.

El GRAPO sería una organización más violenta y que se alargará en el tiempo. Su existencia está marcada desde el año 1975 en los últimos momentos del dictador hasta 1982 en que prácticamente desaparecería quedando algún grupúsculo con una mínima actuación terrorista. En toda su existencia han asesinado a ochenta y cinco personas siendo también su objetivo preferente policías y militares.

Con respecto al terrorismo, el grupo más activo y más violento ha sido ETA, grupo nacionalista vasco nacido en los años sesenta. Sin embargo, existieron otros grupos terroristas, también nacionalistas que llevaron a cabo acciones violentas durante la década de los setenta, como el grupo catalán Terra Lliura previa al golpe de estado del 23F.

El grupo terrorista ETA había nacido de la asociación de varias organizaciones y una escisión del PNV. Será en 1958 cuando aparezca ya con este nombre aunque sus primeros actos violentos aparecerán ya en la década de los sesenta. Sin embargo, su máxima actividad terrorista y el perfeccionamiento de sus atentados van a venir a partir del asesinato del presidente del gobierno, Luis Carrero
Blanco en 1973. A partir de este momento, los atentados terroristas de ETA van a ser una constante durante todo el periodo estudiado y las víctimas preferidas las fuerzas de orden público.

El periodo de la transición española coincide con un momento de expansión del terrorismo en toda Europa, aunque a partir de los años ochenta, tan solo sobrevivirían el IRA en Irlanda y ETA en España.
Durante este delicado periodo político va a destacar el terrorismo de ETA, grupos de extrema izquierda como el FRAP y los GRAPO y el terrorismo de la extrema derecha.
Con diferencia, el mayor impacto terrorista en nuestra sociedad, será el protagonizado por ETA. Esta banda terrorista ha asesinado a 829 personas a lo largo de su historia. En principio, como otros grupos que no llegarían a cometer atentados se asentaron en sus bases ideológicas desde su fundación en 1958 por un grupo de nacionalistas vascos que pretendían volver a la lucha por la independencia iniciada por Arana. Pronto se unieron al primer ideario de ETA: afirmación de la raza vasca, antiliberalismo, antiliberalismo, antiespañolismo e integrismo católico, nuevos elementos procedentes del tercer mundo, como eran el concepto de opresión e imperialismo. Así se integraron en el ideario etarra, la lucha de guerrillas y el terrorismo y las ideologías revolucionarias de Mao y el Che Guevara.
Paralelamente, durante los años sesenta nacían grupos terroristas de extrema izquierda con objetivos muy distintos a los del nacionalismo etarra. Muchos de estos grupos no pasaron de la elaboración teórica de su ideología, sin embargo, dos organizaciones terroristas lograron llevar a cabo su actividad violenta, se trata del FRAP y los GRAPO, surgidas no en el interior de España sino en el exilio y partidarias de las tesis maoístas dentro de la ortodoxia marxista-leninista contrarios al nuevo revisionismo de Moscú y por supuesto, a la nueva dirección tomada en 1956 por el PCE de reconciliación nacional.
El (FRAP) Frente Revolucionario Antifascista y Patriota era el brazo armado del recién nacido PCE (ml) en Bruselas. Aunque habían protagonizado incidentes violentos con anterioridad, el gran paso hacia el terrorismo llegaría en 1775 atentando y dando muerte a las fuerzas de seguridad a lo que el régimen respondió con represión y el fusilamiento de tres miembros del FRAP en 1975. La existencia de este grupo terrorista, sería efímera y desaparecería en 1977. Más insistente y con mayor persistencia actuaría el GRAPO que llevará a cabo una violenta existencia especialmente durante la transición que junto a los atentados realizados en ese espacio de tiempo por ETA van a hacer de ese periodo uno de los momentos más violentos del siglo y van a poner en dificultados incluso el periodo de transición política hacia la democracia. Iniciaron su actividad terrorista en octubre de 1975, matando a cuatro policías en Madrid como represalia por la ejecución de cinco miembros de ETA y El FRAP, siendo una banda terrorista muy cerrada y muy violenta alcanzando en el 1979 el momento más sangriento en el que asesinaron a treinta y una personas, siendo desactivada la organización de la banda a lo largo de ese mismo año, decayendo su actividad.
El último terrorismo que se dio en este periodo fue el de la extrema derecha. En realidad se trata de un fenómeno poco esclarecido, tanto por la escasez de fuentes como por la ocultación sistemática de sus nombres y también por los vínculos que tenían con una administración creada por la dictadura franquista. En realidad, parece que fuesen grupos más o menos organizados que responderían a una intencionalidad de provocar tensión por medio de la violencia, para conseguir la vuelta a la dictadura, gracias a ese ambiente de inseguridad que ellos mismo ayudaban a provocar, junto con ETA y el terrorismo de extrema izquierda. El terrorismo de extrema derecha asesinó a 57 personas durante este periodo, cifra mucho menor que el terrorismo etarra en el mismo periodo que ascendía a 361 asesinatos y el protagonizado por la extrema izquierda que ascendería a 67 víctimas. Aún así, la connivencia con el régimen franquista y el alcance de sus asesinatos, algunos grupos estaban relacionados con el principal partido de extrema derecha, Fuerza Nueva, llevarían a crear en la opinión pública el proceso contrario al que pretendían obtener. Si lo que pretendía este terrorismo era desacreditar y deslegitimar el proceso democrático, obtuvo el efecto contrario ya que la sociedad percibió estos actos terroristas como una inestabilidad que había que  corregir con lo que el proceso de transición se aceleró en lugar de provocar un golpe de estado.
Este terrorismo, cuyo acto más grave sería la matanza de Atocha, habría sido ejecutado por miembros de las fuerzas de seguridad y nunca llegó a esclarecerse por completo las relaciones entre los distintos grupos y estos a su vez con la administración, la policía y las fuerzas armadas.
Las conclusiones que se pueden sacar con respecto al terrorismo ocurrido durante este periodo, parece claro que se trata de un momento en el que existen grupos terroristas en toda Europa, aunque el único que se mantendrá en el tiempo, será, con sus diferencias, el terrorismo del IRA en Irlanda y el de ETA en España.
Además, los grupos terroristas españoles obedecían a diversas ideologías. En el caso de ETA, se trataría del nacionalismo, en el de extrema izquierda, la lucha violenta para conseguir la revolución social y en el terrorismo de extrema derecha para desestabilizar el proceso de transición y volver a los principios del levantamiento nacional de julio de 1936.
1.3.- Materiales utilizados.
En relación a los materiales utilizados para la realización de este trabajo, se ha utilizado la amplia bibliografía existente sobre el tema, numerosos artículos periodísticos de la época y posteriores, además de documentos sonoros y de TVE. Además de la amplia bibliografía, se ha utilizado ampliamente las hemerotecas digitales de los diarios ABC y El País, para recopilar toda la información posible y para sacar conclusiones de las editoriales y de la información que ofrecían tanto el periódico conservador como el progresista.
Bibliografía:

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1.4.- Estado de la cuestión, hipótesis de trabajo y objetivos.
El estado actual de la situación es confuso debido sobre todo a que no se desclasifican los documentos que podrían aclarar el diseño y los implicados en el golpe de estado. Sin embargo, los hechos están muy bien documentados, gracias a los medios de comunicación, especialmente a las cámaras de RTVE que grabaron el momento en el que los militares entran en el Congreso y los micrófonos de la Ser.

Esta falta de documentación y las trabas que se ponen a los investigadores puede ser motivo de teorías conspiratorias y de la gran profusión de trabajos, artículos, etc., relacionados con el tema.

El trabajo que he realizado trata precisamente de eso, de recopilar la mayor cantidad posible de información, recogida en textos de autores muy diversos, artículos de periódicos, radio, televisión, internet e incluso testimonios orales, haciendo una presentación del momento histórico lo más precisa posible y para concluir una comparativa de prensa entre el diario conservador ABC y el progresista El País.

No tiene una aspiración de sacar a la luz nuevas e inéditas pruebas que determinen en alguna dirección la autoría o descubra nuevos implicados en el diseño y ejecución de este golpe de estado. Sencillamente, se trata de explicar el estado de la cuestión en la actualidad con toda la información que he podido recopilar y señalar las distintas teorías a la vez que desarrollar un relato coherente de los hechos a través de la bibliografía utilizada, prensa, radio y televisión.

La metodología utilizada ha sido la búsqueda intensiva de material a través de internet, bibliotecas universitarias, de la UNED y Universidad Carlos III., además de escuchar testimonios orales.

3.- El golpe militar: desarrollo de los acontecimientos.
Se trata de la parte más conocida de todo el proceso. En la tarde del 23 de febrero de 1981 mientras se están  llevando a cabo las votaciones para la investidura como presidente del gobierno a Leopoldo Calvo Sotelo en el Congreso de los Diputados,  a las 18:23 horas irrumpe en el hemiciclo un grupo de guardias civiles integrado por dieciséis oficiales y ciento setenta suboficiales y tropa del Parque de Automovilismo de la Guardia Civil. Al mando de la operación “Duque de Ahumada”, se encontraba el tte. Coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero. Se trata de un momento imposible de manipular porque fue emitido por las cámaras de televisión. El teniente coronel Tejero, pistola en mano entra por la entrada izquierda del hemiciclo y sube lentamente las escaleras de la presidencia del Congreso para quedarse junto a Landelino Lavilla, presidente del Congreso, mientras grita: ¡Quieto todo el mundo!, otro oficial grita: ¡Al suelo todo el mundo! El general Gutiérrez Mellado, vicepresidente del gobierno se rebela  e intenta acercarse a su subordinado el teniente coronel Tejero ordenándole que abandone el hemiciclo mientras tres guardias civiles aparecen, agarran y zarandean al general. El todavía presidente del gobierno, Adolfo Suárez se acerca en auxilio de su vicepresidente, mientras comienzan los disparos de la guardia civil que ordenan que todo el mundo se tire al suelo y que ante la impotencia de que obedeciese el general y asimismo el presidente Suárez, comenzó el fuego a discreción de los subfusiles. La imagen que ha quedado grabada en la retina de los españoles es la de un Congreso de los Diputados con todos sus miembros escondidos debajo de sus escaños, el viejo general Gutiérrez Mellado haciendo frente a los golpistas y Adolfo Suárez y Santiago Carrillo sentados en sus escaños.

El golpe había tenido éxito y durante las horas siguientes, con el Congreso secuestrado y Valencia tomada, los capitanes generales, profundamente franquistas esperaban órdenes del rey, a quien parece que el tiroteo y cambio de imagen del planteamiento inicial de “golpe blando” había fracasado, parece ser que el rey reconsideró la situación, Armada no ha podido negociar con el rey, cosa que intentó a los pocos minutos de la toma del Congreso y Fernández Campo se lo prohibió. En cualquier caso, fueron momentos muy tensos en los que los dos personajes son muy influyentes sobre el rey y la decisión final de éste será la conocida por todos, en la que el rey desbaratará el golpe, tanto si había sido organizado por él mismo, como si no, ordenando en TV a todos los militares que no participen en el golpe y a los implicados que lo abandonen.

Las primeras ediciones de los periódicos ABC y El País muestran el apoyo claro constitucional, aunque desde el inicio, el diario progresista lo va a hacer sin ningún tipo de fisuras.

En su primera edición especial el diario ABC muestra ya claramente una retórica sospechosa que aunque condena el golpe, cree firmemente en un cambio político, una oratoria que no me atrevo a calificar como cobarde ante las posibles represalias si el golpe tenía finalmente éxito o si se trataba de un apoyo sutil a unos militares descarrilados que se habían equivocado en el momento y las formas, o lo más peligroso de todo, que sería el hecho de que dentro de la dirección del periódico pudiese conocerse alguna de las conspiraciones que estaban en marcha en ese preciso momento y estos golpistas la hubiesen desbaratado o adelantado, forzando la situación.

Desde el primer momento, el diario ABC va a culpabilizar del golpe a la oposición, especialmente a la izquierda, de forma muy curiosa, en el fondo se trata del mismo argumento que el franquismo utilizó para el levantamiento militar del 28 de julio de 1936. De la misma forma, el periódico ABC caerá en un exceso de elogios a la institución militar y a su cúpula, mientras que El País, será mucho más sincero en sus intenciones y sin reserva alguna, mostrando una crítica sin fisura alguna, culpabilizando de los actos a sus verdaderos actores materiales y exigiendo responsabilidades de quienes estuvieran implicados en el golpe.

El éxito inicial se vino abajo cuando se rompe el contacto o no se produce éste, entre Armada y el rey a los quince minutos de la toma del Congreso. Parece que a partir de aquí, el rey va a trabajar para aparecer como el salvador de la patria, cosa que le traería mayores beneficios que el golpe del que él mismo era artífice y dirigía las operaciones, hasta fracasar con el tiroteo de Tejero, lo que se habría propuesto, en principio, como un “golpe blando” para evitar lo que algunos autores llaman “alzamiento nacional”, como en el año 1936. En estos momentos, los capitanes generales deseaban el éxito del golpe pero eran disciplinados y mantuvieron las últimas órdenes de Franco de obedecer al rey que ahora daba marcha atrás al golpe para llevar a cabo sus únicas intenciones, las de salvar la monarquía por encima de todas las cosas.

Desde ese momento se van a llevar a cabo varios intentos de que Tejero abandone el Congreso. El JEME ha dado la orden al coronel Alcalá-Galiano de entrar en el Congreso y persuadir a Tejero o incluso matarle, pero el coronel Ibáñez Inglés alerta a Tejero de las intenciones de éste y le ordena que lo arreste, aunque finalmente logra que le deje salir del Congreso. El segundo intento de persuadir a Tejero lo llevará a cabo el mismo jefe de la guardia civil, el general Aranburu, jefe natural de Tejero al que desobedece sin más para continuar con el golpe.

Hacia las ocho y media, la situación aparecía en tablas, el Congreso tomado, la región de Valencia sublevada, la Brunete indecisa, la TV y radio tomadas y un país que a diferencia de julio de 1936, no se echó a la calle para defender la democracia. Desde la Zarzuela se consiguió un equipo móvil de TV para que el rey grabase su mensaje poniendo fin al golpe militar.

En principio y sobre el papel, el plan era muy sencillo, Armada acudía a Zarzuela, obtenía, si no lo tenía ya, el apoyo del rey del ejército franquista y se formaba mediante coacción y la fuerza un gobierno de concentración nacional. Sin el apoyo explicito del rey, los generales titubearon y aunque eran favorables al golpe, estuvieron toda la tarde envueltos en conversaciones, conspiraciones, etc.

Los dos principales periódicos identificados con la izquierda, Diario 16 y El País, se manifestaron pronto, favorables a la Constitución y contra el golpe de estado, el primero de forma más rotunda y contundente que el segundo desde su primera edición el mismo día 23 a las 11:30 horas de la noche, a pesar de que al parecer, su presidente, Pedro J. Ramírez, había dudado unas horas antes ante el presidente del diario El País, alegando que no tenía periodistas ni obreros para sacar adelante una edición especial. De cualquier forma, el diario El País era el primero en aparecer y mostrar su apoyo a la Constitución y en contra del golpe militar. Las ediciones especiales de El País se irían sucediendo hasta siete en total, cada una de ellas avanzando mucha más información que en la primera que sólo escribía una nota de prensa de la agencia EFE y eso sí, el apoyo del periódico a la Constitución.


El golpe en Valencia.

Milans del Bosch, capitán general de Valencia, era un militar con gran prestigio dentro del ejército franquista. Se había sentido ninguneado por Gutiérrez Mellado que conocía su adhesión inquebrantable a Franco, cuando en 1979 pasó a la reserva el general De Liniers y el vicepresidente nombró como nuevo JEME a Gabeiras.

La división motorizada “Maestrazgo”, con carros de combate, vehículos militares y 1800 soldados, ocuparon la ciudad de Valencia y tomaron actitud amenazante contra los principales edificios institucionales.

A las órdenes amenazantes de que se uniera al golpe, en un acto que le honra como militar reaccionaría en contra el jefe de la base aérea de Manises.

Según muchos autores, serían varios los golpes que se estarían preparando durante el año 1980. Javier Cercas habla de conspiradores, militares y civiles, incluso los partidos políticos incluyendo a dirigentes del propio partido en el gobierno. El coronel de Estado Mayor, Amadeo Martínez Inglés, va más allá y habla de “La conjura de mayo”, el verdadero golpe de estado que estarían preparando los generales franquistas para ese mes y que sería un verdadero alzamiento nacional como el de 1936. La operación sería llamada “Operación Móstoles”  y sería un golpe duro, dirigido por los generales franquistas. Por fortuna, este espectacular golpe de estado no llegó a producirse y fue abortado por habérsele adelantado el más palaciego llamado 23F y conocido por todos, aunque las pruebas de sus autores materiales hayan sido destruidas y en realidad no sepamos prácticamente nada de él. El coronel Inglés lo califica incluso como “falso golpe”, ideado para desactivar el verdadero golpe militar que estaba en marcha y sobre todo afianzar la débil monarquía de Juan Carlos I.

Otros autores, como Jesús Palacios, defienden como explica también Javier Cercas que durante el ataque y acoso al que fue sometido el presidente Suárez, tanto por la oposición, el PSOE en particular como desde su propio partido e incluso por el rey que le había alzado al poder y había confiado en él, incluso como amigo personal, se fueron preparando varias conspiraciones, Palacios, incluso acusa directamente al PSOE de tener demasiada prisa por llegar al poder aunque sea por medios ilegítimos. Esto es lo que Palacios denomina “Operación especial 23F” dónde estarían de acuerdo todos los grupos políticos, las instituciones e incluso EEUU y el Vaticano, al frente de cuyo gobierno estaría el ex secretario y preceptor del rey, el general Alfonso Armada y como vicepresidente el socialista Felipe González.


Actuación del CESID.

El general Gutiérrez Mellado había trabajado muchos años dentro de los desestructurados servicios de inteligencia del franquismo y conocía muy bien sus entresijos, de hecho intentó su modernización y unificación en 1977 para prestar sus servicios dentro del nuevo estado democrático. Le resultó imposible, además buena parte de sus miembros eran favorables al golpismo e incompresiblemente no estaban autorizados a entrar en los cuarteles con lo que la información siempre era indirecta. Aún así, se logró desarticular la operación Galaxia de Tejero en 1977. El CESID se creo en 1977 y a la altura de 1981 no era fiable porque sus jefes veían como algo indigno investigar a sus compañeros de armas, al tiempo que eran profundamente franquistas y corporativistas, excepción hecha del tte. Coronel Javier Calderón que era demócrata e indiscutiblemente se mantuvo fiel al gobierno el 23F, contribuyendo con su valiente actitud a frenar la salida de la Acorazada Brunete en Madrid. Lo que es indiscutible, también, es que el CESID había fallado en la detección del golpe de estado y además, Calderón intentó proteger a los miembros del CESID implicados en el golpe a título personal, incluido el comandante Cortina que fue acusado, el fiscal llegó a pedir doce años de prisión, y encontrado inocente por el tribunal de forma sorprendente. El abogado de Tejero, escuchó a Cortina en el comedor del Servicio Geográfico del Ejército, donde se estaba celebrando el juicio, decir claramente por teléfono: “Qué no me jodan, que saco hasta lo de Carrero Blanco”. De manera sorprendente fue absuelto por falta de pruebas.

De esta forma, además de Cortina, se conoce la participación de miembros del CESID, subordinados suyos, en el golpe de estado, como el capitán Gómez Iglesias, el sargento Miguel Sales y los cabos Rafael Monge y José Moya.

Algunos autores creen que Cortina intervino en el golpe para frenarlo, esa teoría no parece muy acertada, aunque debió actuar de forma inteligente para encontrarse bien posicionado tanto si triunfaba el golpe como si no lo hacía. No queda claro si los subordinados de Cortina en la AOME (unidad secreta del CESID), participaron en el golpe de estado de forma particular a nivel individual u obedecían órdenes de Cortina, aunque si queda claro que Calderón no participó en el golpe. Sin embargo, la tesis de Jesús Palacios implica a Cortina y a Calderón como organizadores del golpe a las órdenes del rey y no le parece anecdótico que en dos de las cuatro operaciones del golpe hubiera gentes del CESID.



Implicación de la Acorazada Brunete

Una de las unidades clave para el triunfo del golpe militar era la Acorazada Brunete. Según algunas versiones, partiese de dónde partiera el “golpe blando” del 23F de 1981, hubiera sido fácil en un ejército franquista, con el respaldo del rey, tener el apoyo incondicional del ejército franquista, con el respaldo del rey, tener el apoyo incondicional del ejército y en eso parece que se basaba parte del plan o por lo menos en el caso de la División Acorazada Brunete y su jefe el general de división, José Juste, así era.

Dos de los antiguos jefes de la más potente fuerza militar de España, habían sido los capitanes generales Milans del Bosch y Torres Rojas. Este último viajó a Madrid desde su destino en La Coruña como capitán general de Galicia e hizo volver de unas maniobras rutinarias en Zaragoza a Juste para engañarle y hacerle participar en el golpe de estado.

El plan era también sencillo, el comandante Pardo Zancada con la autorización del coronel San Martín viajará a Valencia el 22 de febrero para recibir instrucciones de su antiguo jefe, el general Milans del Bosch, y llevar a cabo los preparativos para el levantamiento de la Acorazada. Las órdenes que tenían era tomar las emisoras de radio y televisión y posiciones estratégicas dentro de la ciudad de Madrid, La Carrera de San Jerónimo, el parque del Retiro, Casa de Campo, parque del Oeste, Canal de Isabel II y el Campo del Moro. Las órdenes del capitán general de lI región Militar, Quintana Lacaci, fiel a la Constitución, eran las de no participar en el levantamiento.

Zancada recogió al general Torres Rojas en el aeropuerto y se dirigieron al Cuartel General mientras avisaba al coronel San Martín para que volviese a Madrid con el general Juste. Dos horas antes de la toma del Congreso llegan al Cuartel General, mientras que Zancada ya lo tiene todo preparado para el golpe. Finalmente, Juste accede a las pretensiones de Torres Rojas y San Martín, aunque una llamada telefónica a Zarzuela le pone bajo la pista de estar siendo engañado y acaba por entenderlo todo mientras habla con Martínez Campos y terminará por ordenar la detención de cualquier acción militar.


Experiencia de los parlamentarios.

En el congreso de los diputados se encontraban en el momento en el que entró Tejero 350 diputados más los trabajadores.

Desde los primeros momentos ya comentados y bien conocidos por todos, en los que el miedo se hace dueño del hemiciclo y que sólo tres diputados, el todavía presidente del gobierno, Adolfo Suárez, su primer ministro, Gutiérrez Mellado y el jefe del PCE, Santiago Carrillo, se mantuvieron en sus escaños con dignidad y valentía, tal vez presintiendo que iban a morir de todas formas y escenificando la superioridad moral que representaba la democracia y sus propios personajes sobre los golpistas, en el caso de Suárez había manejado los medios desde el principio de su poder.

Por lo demás, fueron largas horas en que los parlamentarios creyeron que iban a morir o cuanto menos que el golpe sería un éxito, de eso se encargaba Tejero que les hacía creer que el golpe era apoyado mayoritariamente por el ejército. A Tejero le influía también desde el exterior, Juan García Tarrés, el único civil imputado en el caso 23F. Al miedo se unía la vergüenza y la humillación a la que se veían sometidos por los miembros de la guardia civil que los tenían que acompañar al baño en todo momento y que actuaban con extrema violencia teniendo orden, incluso de disparar si se sentían amenazados. También es posible, si atendemos a algunos autores que algunos diputados estuvieran enterados del golpe e incluso estuvieran esperando el desenlace para formar parte de un posible gobierno de concentración nacional.

Sobre las ocho y menos veinte la guardia civil sacó del hemiciclo a Suárez, Gutiérrez Mellado, Felipe González, Santiago Carrillo, Alfonso Guerra y a Rodríguez Sahagún creyendo la mayoría que iban a ser ejecutados. Según han manifestado posteriormente todos los diputados, fueron unos momentos muy duros. Los guardias civiles tenían orden de disparar si se sentían amenazados y desde fuera habían avisado de que se les cortaría la energía por lo que se procedió a crear una pira para organizar un gran fuego con el peligro consecuente que ello hubiera supuesto. Esa es la versión oficial y lo que mantienen los implicados, en caso contrario, como indican muchos indicios y algunos investigadores y militares han señalado, se trataría de una traición al proceso democrático en el que estarían implicados personajes muy importantes de la historia reciente de España.

Muchos años después, en 2011, algunos de ellos reconocen en una entrevista para ABC que pasaron mucho miedo. Son José Bono, Soledad Becerril y
Barranco. Esa sensación es la normal ante un golpe de esas características, pero la duda vuelve siempre. ¿Cuántos diputados conocían lo que iba a ocurrir?



4.- El rey y la cúpula militar.
La actitud de Juan Carlos durante la dictadura había sido de sumisión a Franco desde que en 1947 fuese nombrado sucesor del dictador a título de rey por la ley de sucesión, ratificada en 1969.

Tres altos mandos militares son los responsables directos del golpe de estado del 23F, Armada fue el jefe político de la operación, no sabemos si detrás de él estaba el propio rey, hipótesis bastante probable señalada por muchos investigadores, aunque como ya indiqué las pruebas fueron borradas, las llamadas telefónicas grabadas por el CESID, etc. El jefe militar fue Milans del Boschs y el jefe del operativo militar Antonio Tejero. Existía una trama civil poco conocida y que finalmente sólo encontró como culpable a Juan García Carrés.

El ejército en su totalidad era franquista, tras la muerte del dictador, no hubo cambio alguno en las instituciones y así pervivió el franquismo sociológico que en el caso de los miembros de las fuerzas armadas era todavía más persistente, siendo estos defensores de los principios del alzamiento nacional del 18 de julio de 1936. Aún así, existían militares que a título individual y dentro de una minoría aplastante se sentían demócratas, como el teniente coronel Calderón o el coronel Martínez Inglés, o como Gutiérrez Mellado, dispuesto a limpiar su pasado golpista y franquista. También existía la Unión Militar Democrática que unía a oficiales demócratas y que también era muy reducida y no consiguieron nunca el objetivo de llegar a cambiar la ideología de sus compañeros de armas, de hecho, fueron descubiertos en el verano de 1975, siendo condenados varios de ellos a duras penas de prisión y expulsión del ejército en marzo de 1976 y desapareciendo poco después en 1977 por la persecución a la que eran sometidos sus miembros.

La actitud de los militares ante la transición fue de crítica continua y repulsa hacia la libertad y la democracia.

Con respecto al momento de la legalización del PCE, Suárez había mentido a los militares unos meses antes de la Semana Santa de 1977 o al menos, les había ocultado parte de la verdad. Les había asegurado que no se legalizaría el PCE en una reunión celebrada en noviembre de 1976.

Durante las elecciones democráticas de junio de1977 los altos mandos militares estaban preparados para salir a la calle con las unidades de élite del ejército si no se obtenían resultados favorables a sus intereses políticos.

Precisamente, un militar, aunque sin mando real y técnico en el ejército, el heredero de Franco a título de rey, Juan Carlos I, va a ser según muchos investigadores, el motor o “El Piloto del cambio”, entre otras cosas, además de los aciertos políticos, como el nombramiento de Adolfo Suárez como presidente del gobierno, por mantener la disciplina del ejército. En mi opinión y según venimos viendo, la indisciplina durante estos años era manifiesta en numerosos y señalados mandos del ejército, y posteriormente, si no triunfó el golpe del 23F no es como aseguran algunos autores por la obediencia debida al rey, sino por el miedo al abismo. La mayoría de capitanes generales eran partidarios del golpe, aunque se mantuvieron a la expectativa de los acontecimientos para tomar la decisión más favorable a sus propios intereses. En mi opinión, la actitud del propio rey fue la misma. Las dudas alrededor de Juan Carlos y su implicación en el golpe hacia crecer la incertidumbre y la decisión de los altos mandos, en su inmensa mayoría, como ya he comentado, favorables al golpe y en sintonía total con los sublevados. Además de los distintos golpes de estado que defiende que había en marcha el coronel Martínez Inglés, Pilar Urbano mantiene que el rey nos salvó de un golpe que el mismo había planeado y ordenado. Lo que no queda claro, es si fue para evitar el verdadero golpe duro que planeaban los militares más ultraderechistas o simplemente para redirigir el proceso de transición. En cualquier caso, lo que obtuvo fue el reconocimiento de la sociedad española y el asentamiento de la monarquía en nuestro país. Por razones ajenas a lo planificado y contrarias a los intereses de quiénes las habían planeado, el resultado fue el afianzamiento de la democracia, cuando lo que se buscaba era precisamente lo contrario.




5.- Juicio y responsabilidades.
El sumario del 23F sigue siendo secreto treinta y cuatro años después del golpe militar y el Tribunal Supremo sigue vetando a investigadores y público en general el acceso a dicha documentación. De la misma forma, las grabaciones de las conversaciones telefónicas ordenadas por Francisco Laína, director general de Seguridad, entre los golpistas del interior del Congreso y el exterior han desaparecido, no se sabe con exactitud si fueron destruidas o por el contrario se conservan en el Ministerio del Interior, lo único que es seguro es que los investigadores no tienen acceso a ellas. Ni siquiera tuvieron valor en el juicio ya que fueron grabadas sin autorización judicial. Tampoco se puede consultar la documentación del Ministerio de Asuntos Exteriores con lo que las comunicaciones con el exterior tampoco pueden ser utilizadas por los investigadores. El profesor Ángel Viñas viene denunciando esta situación desde hace años sin obtener resultados positivos. Esta situación es caldo de cultivo para todo tipo de conjeturas, llegando al extremo el programa de TV realizado por Jordi Evole. El profesor de la Universidad Complutense, Carlos Sanz, estima que siendo el Consejo de Ministros el encargado de clasificar y desclasificar documentación delicada, puede en realidad utilizarla en función de criterios políticos en provecho propio o incluso de lo que otros autores denuncian que es un pacto entre los dos principales partidos, PP y PSOE para no perjudicar lo que viene llamándose “el régimen del 78” y a la propia monarquía. El mismo profesor Sanz denuncia que José María Aznar en el momento en que abandonó la Moncloa, ordenó borrar todos los discos duros y las copias de seguridad, lo que asegura que es un escándalo en cualquier país democrático, excepto en España.

Como vemos, son muchos los interrogantes que quedaron tras el juicio, y más aún para los investigadores y ciudadanos en general privados de conocer los detalles de tan desafortunado episodio de nuestra historia.

No sólo no se conoce oficialmente quién o quiénes fueron los ideólogos del golpe de estado, sino que tampoco se sabe el alcance real de implicados más allá de los militares juzgados. De hecho, Cortina dio a entender que si se le condenaba hablaría y contaría toda la verdad sobre el  caso y otras cosas más.

Sería en “El juicio de campamento” como se llamó popularmente la tribunal de justicia militar llevado a cabo en el “Servicio Geográfico del Ejército”, actual CEGET, en el que fueron declarados como principales culpables en el año 1983, Milans del Bosch, Alfonso Armada y Antonio Tejero y condenados a treinta años de cárcel, además de otros dieciocho militares y guardias civiles y un civil, Juan García Carrés. La trama civil ni tan siquiera fue investigada.

Los dos primeros cumplieron nueve y ocho años respectivamente. El tcol. Tejero permaneció en prisión la mitad de su condena, quince años, aunque ya llevaba tres en régimen abierto, escoltado y vigilado en su vivienda en Madrid en las inmediaciones de la Glorieta de Ruiz Giménez por policía militar y guardia civil. (Durante el año 1994, yo mismo realicé ese trabajo de vigilancia como comandante de puesto de la policía militar).

En otro grupo, con menor implicación estaban, Torres Rojas, Pardo Zancada e Ibáñez Inglés que fueron condenados a 12 años en prisión militar, el último de ellos murió mientras se encontraba en dicha prisión.

En cualquier caso, la mayoría de los condenados no perdieron su condición militar y continuaron sus carreras militares con ascensos y todo tipo de honores, habiendo tenido condenas muy suaves entre uno y dos años que ya habían cumplido en el momento de la finalización del juicio.

Durante el proceso judicial los trabajadores civiles y militares fueron testigos del trato de privilegio que se ofreció a estos militares (y así me lo manifestaron personalmente), tanto dentro del Servicio Geográfico del Ejército, como por los cientos de regalos que fueron ofrecidos y que llegaban todos los días para ser entregados a los responsables del golpe. Las muestras de afecto y cariño fueron infinitas, tanto por compañeros de armas, especialmente, pero también por personal civil.

Como ocurre con todos los militares, el proceso judicial iba a ser responsabilidad de la autoridad militar y el Consejo de Guerra de conformidad con el Código de Justicia Militar. Lo que va a ocurrir es que como vengo diciendo durante todo el trabajo, buena parte del ejército se sentía identificado con los golpistas y cuanto menos, sentían simpatía por ellos.

Tras iniciar las investigaciones, sólo serán imputados los militares que claramente habían participado en los hechos, solamente altos mandos militares y oficiales, ningún suboficial ni guardia civil, aunque la actitud y la implicación de muchos de ellos era claramente imputable.

Los procesados mostraron siempre una actitud prepotente durante el juicio y fueron continuos los conflictos con el tribunal, abogados defensores e incluso entre los propios compañeros golpistas en una actitud completamente reprobable y vergonzosa.

La sentencia fue dictada el día 3 de junio de 1982, siendo ésta una vergüenza en lo que era o pretendía ser un país democrático. Por este motivo, el Gobierno se vio obligado a recurrir la sentencia al Tribunal Supremo. El 22 de abril de 1983 se dictó la sentencia definitiva, aumentando algunas condenas pero bajo mi punto de vista, totalmente benignas, permitiendo a la gran mayoría de implicados continuar con su vida militar, obteniendo ascensos y condecoraciones. Todo esto resulta inaceptable, especialmente, teniendo en cuenta la gravedad del delito. Además, aunque las comparaciones sean odiosas, la aplicación de la justicia militar contra los miembros de la UMD que no habían cometido ningún delito habían sido mucho más contundentes. Esta será la tónica general dentro del ejército durante esos años.

Por último, volver sobre la actuación de Juan Carlos. En la actualidad son muchas las voces que acusan a PP y PSOE, los dos partidos mayoritarios que han venido turnándose en el poder desde la transición, de haber pactado para que no se desclasifique el sumario del 23F, siendo infinitas las dudas que recaen sobre él y que han llevado a hipótesis varias e incluso a la realización de un documental por Jordi Évole en 2014, “Operación Palace” que permiten junto a las investigaciones de algunos historiadores y militares considerar todas esas teorías y plantear todo tipo de dudas al respecto. De hecho, son muchos los que consideran que este movimiento, fuera o no, responsabilidad del rey, fue el que reafirmó la monarquía en España.


.- Bibliografía.

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Artículos periodísticos y enlaces en la web:

Diario El País, “Una jornada particular” Juan Luis Cebrián 20 febrero de 2011.

Diario El País, “Golpe de estado, El País con la Constitución”. 24 de febrero de 1981.

Vozpopuli, La clase política mira hacia otro lado ante las revelaciones que implican al Rey en el 23-F Federico Castaño 1 de abril de 2014.


Autor: José Luis Romero Carretero.