jueves, 21 de junio de 2018

Emigración española desde mediados del siglo XIX hasta los años treinta del siglo XX.


Resulta muy aventurado ofrecer cifras exactas en relación al total de la emigración española durante el siglo XIX, especialmente hasta 1882, año en que se crea un departamento antecesor del Instituto Nacional de Estadística. Las cifras, además varían mucho entre unos autores y otros.

La emigración total bruta de españoles entre 1882 y 1900 estaría en torno al millón de personas, lo que equivaldría a unos 61.000 emigrantes españoles totales en esas fechas, cifra que aumentaría considerablemente en los primeros trece años del siglo XX, hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial, que contarían unos dos millones de salidas, lo que supondría entre 141.000 y 148.000 salidas anuales.

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Este aumento de la emigración total en los tres primeros decenios del siglo XX fue considerable, contando las cifras oficiales con algo más de tres millones de salidas, aunque en la realidad fuesen casi cuatro millones y medio de españoles los que abandonasen el país en busca de otros destinos. Esta diferencia de cifras vendría dada por la emigración ilegal, organizada para no pagar las tasas de emigración y también para los que querían eludir el servicio militar.

Por otra parte y teniendo en cuenta que se trata de cifras aproximadas, Woodruff, considera que entre 1830 y 1900 habrían emigrado alrededor de 1,4 millones de españoles.

Además de las cifras, atendiendo a las motivaciones que dieron lugar a esta emigración encontramos como siempre las causas económicas, señalando Gabriel Tortella y Feliciano Montero, la pervivencia de prácticas señoriales, condiciones de arrendamiento de tierras muy duras, expropiación de bienes comunales, etc., y fianlmente, en el último tercio del siglo, este autor, responsabiliza a la crisis agraria y a la respuesta proteccionista de la España de la Restauración. También señala este autor como auténtico motor de la emigración en España desde principio del siglo XX hasta la Primera Guerra Mundial por la apreciación de la peseta que se dio por la “estabilización de Villaverde”.

Las causas políticas también estarían presentes en la emigración española del siglo XIX, comenzando ésta en 1814 al terminar la Guerra de la Independencia y la vuelta a España de Fernando VII. Estos movimientos migratorios destacarían por el alto nivel cultural de muchos de los exiliados, serían los llamados “afrancesados” o liberales y tendrían que emigrar en varios momentos, dependiendo de la persecución sufrida en los momentos absolutistas.

El mayor número de emigrantes españoles se dirigieron hacia el continente americano. Este tipo de emigración había comenzado en el siglo XVI con la conquista, aunque posteriormente, la política nacionalista de los borbones había puesto muchas trabas a la emigración. Sin embargo, desde 1853 se lleva a cabo una política de eliminación de obstáculos a la emigración, a la vez que los países de destino comienzan una política de atracción de inmigrantes y de capitales para la explotación de sus enormes recursos naturales. Se estima que entre 1857 y 1935 habían emigrado 2.500.000 españoles a Argentina. Esta emigración hacia Suramérica tendría como destinos principales los siguientes países: Argentina, Brasil, Uruguay y Cuba. Se trata de una emigración compuesta básicamente por campesinos debido a la crisis agraria. La mayoría de los emigrantes era de procedencia atlántica (canarios, asturianos y gallegos), dedicados a las tareas agrícolas y con muy bajo nivel de cualificación.

Este movimiento migratorio en dirección a América formará parte de uno mayor a nivel europeo en el que, gracias a una etapa de crecimiento económico acelerado y generalizado en Suramérica en la segunda mitad del siglo XIX, grandes contingentes de población europea llevarán a cabo una emigración masiva hacia ese continente. Un dato a tener en cuenta, según Carlos Malamud, es el hecho de que la población lationamericana se duplicó entre 1850 y 1900 siendo la inmigración de procedencia europea el motor de ese crecimiento demográfico.

La emigración a América se estancó durante la Primera Guerra Mundial por la inseguridad creada, retomándose de nuevo en los años veinte aunque sin llegar a los niveles de los años anteriores al conflicto bélico. Ya en los años treinta, los países suramericanos que tanta mano de obra habían necesitado (además de capitales, aunque ese es otro asunto), después de la crisis del 29 promulgaron leyes restrictivas a la inmigración estableciendo cuotas anuales.

La emigración permanente a Europa, especialmente a Francia, también había sido una salida tradicional hasta la Primera Guerra Mundial por parte de agricultores estacionales y mujeres para el servicio doméstico. La procedencia de estos emigrantes eran principalmente agricultores levantinos.

Además de esta emigración por motivos económicos hacia Francia, habrá otra corriente de emigración, en este caso política, iniciada al finalizar la Guerra de la Independencia. Se trata de los afrancesados, admiradores de la cultura, costumbres y libertad francesas que se pondrán al servicio del nuevo rey José I por lo que pasarían a ser considerados traidores. El decreto de mayo de 1814 hizo que fueran perseguidos, castigados, encerrados y exiliados en el país vecino donde fueron alojados en varias ciudades del sur. Este exilio estaba formado por la élite de la intelectualidad, unas 12.000 personas que abrían la emigración política del siglo XIX y que deambularían por las ciudades del sur de Francia cobrando una pequeña pensión insuficiente del gobierno francés y en el mejor de los casos accediendo a un empleo. De la misma forma, el absolutismo de Fernando VII llevó a otro exilio político formado por los liberales que habían formado parte en las cortes de Cádiz y que acabaron en las mismas ciudades francesas que los afrancesados y sufrieron igualmente la persecución, encarcelamiento y exilio.

La emigración española al norte de África durante esta época es menos conocida y menos numerosa que las dos anteriores. Su característica más peculiar es que se trata de una emigración temporal formada en su totalidad por trabajadores del campo, especialmente del levante español, Comunidad Valenciana, Islas baleares, Murcia y Andalucía Oriental. Esta emigración aparece con la conquista francesa de Argelia y no está bien documentada en España por falta de documentación. Lo que sí está claro es que a la altura de 1930 existían unos 300.000 españoles asentados en el norte de África aunque inicialmente hubiera sido una emigración temporal.

Autor: José Luis Romero Carretero.

Desplazamientos de población en Europa en el periodo de entreguerras.


Durante la Primera Guerra Mundial, millones de personas se vieron obligadas a abandonar sus países de origen y tenían necesidades apremiantes. Ante esta situación, la Cruz Roja internacional decidió que la ayuda intergubernamental no era suficiente y alertó a las Naciones Unidas, recientemente creadas que a su vez, estableció en 1921 la Oficina para el Alto Comisionado para los refugiados.

La Gran Guerra originó el desplazamiento de más de ocho millones de personas que vagaban por la vieja Europa sin que existiese ninguna organización de ayuda a los desplazados. La Liga de las Naciones como predecesora de las Naciones Unidas se hizo responsable de las necesidades de estas personas, promovida por personajes como Nansen que pondría en marcha una red de solidaridad que salvaría millones de vidas y  merecería el premio Nobel de la Paz en 1922.

Con la Primera Guerra Mundial apareció o se acentuó el carácter global de los conflictos bélicos y con él nació también un movimiento de masas de carácter general por esa causa. Iniciaba así lo que sería un problema internacional agravado en nuestros días, el desplazamiento de importantes masas de población originadas por conflictos bélicos internacionales. De esta manera, el refugiado o emigrante político adquiría una importancia que hasta el momento no había tenido, así nacía el concepto de refugiado. El fenómeno había comenzado en 1912 con ocasión de las guerras balcánicas, agravándose con el conflicto bélico internacional y llegando al extremo con la Revolución Soviética en 1917 y para terminar con la serie de guerras con la de turcos y griegos en 1922.

Solamente en España, que se había mantenido neutral en la guerra y había cerrado sus fronteras, existían 2000 refugiados de las potencias centrales y unos 800 rusos que serían expulsados del país, junto con otros turcos, rumanos, etc.

A diferencia de la actualidad, durante la Gran Guerra, los muertos civiles se reducían al 19% mientras que en la actualidad se elevan al 90%, sin embargo, tanto a finales de la Primera Guerra Mundial, como en la actualidad, la población civil es la más afectada por los desplazamientos, superando los ocho millones de desplazados al termino de ese conflicto bélico y los consecuentes problemas relacionados con ese gigantesco movimiento de población.

En el periodo entreguerras habrá un numeroso ajuste demográfico, con desplazamientos y emigraciones constantes desde Alsacia, Lorena, Polonia y en los desaparecidos imperios turco y austro-húngaro. Solamente, después del Tratado de Lausana en 1923 se provocaría el movimiento de 1 millón de griegos desde Anatolia y Asia Menor hacia Grecia y de otros 500.000 turcos en dirección contraria.

El último gran movimiento de población durante el periodo de entreguerras fue provocado por el fascismo y en el laboratorio que fue la Guerra Civil Española. El número de españoles que debieron abandonar el país, durante, y sobre todo al final de la Guerra Civil asciende a 500.000 desplazados, casi todos en campos de concentración en el sur de Francia.

La Sociedad de Naciones había nacido en 1919, después de la brutal Guerra Mundial para garantizar y hacer posible la paz entre naciones pero en un principio no había tomado medidas, ni se había planteado el problema de los desplazados. Sería en agosto de 1921 cuando la Sociedad de Naciones decidiera afrontar el problema y crear el Alto Comisionado para los Refugiados. Desde 1919, Nansen habría asumido las responsabilidades de los desplazados. En el periodo inmediatamente anterior esta responsabilidad habría recaído sobre organismos humanitarios como la Liga de Sociedades de la Cruz Roja.



Similitudes y diferencias entre los términos: desplazado, migrante, refugiado y exiliado.


En la actualidad existen millones de personas desplazadas.  En 1913 el número de desplazados alcanza su máximo nivel desde la II Guerra Mundial, así, había 51 millones de desplazados en el mundo, como consecuencia de los conflictos bélicos, la violencia generalizada y la persecución, un millón más que los producidos por el conflicto bélico general del siglo XX.  Por distintos motivos, son cuatro los países más afectados por los desplazamientos internos de población. De mayor a menor son Siria con 6,5 millones, Colombia con 5,3 millones, República Democrática del Congo con 2,9 millones y Sudán con 1,8 millones.

Las reivindicaciones de cambios democráticos  de la “primavera árabe” en algunos países como Egipto se desarrollaron de forma pacífica pero en países como Libia y Siria dieron lugar a sendas guerras civiles con cientos de miles de muertos y por supuesto, desplazados. En el caso de Libia se estima en 400.000 el número de desplazados según (ACNUR/UNHCR 16 enero de 2015) y  Siria como el país que sufre la peor grave crisis humanitaria de la historia reciente con más de 2.500.000 de desplazados externos y 6.500.000 internos.

Según ACNUR “Refugiado es la palabra que define a alguien que se ha visto obligado a abandonar su país por la guerra, la violencia o la persecución, y las violaciones de derechos humanos.”, aunque esa organización también ayuda a personas que se encuentran desplazadas por desastres naturales.

Una modalidad de desplazados son los “desplazados internos”, que tienen unas características propias. En el caso de los desplazados que cruzan la frontera de su país de origen se convierten en refugiados, mientras que en el caso de los desplazados internos, se trata de personas con idénticas características que los desplazados en general pero con el agravante de que son desplazados pero no han salido de las fronteras de su país con todo lo que eso conlleva, el interminable círculo de persecución y violencia y la dificultad para recibir ayuda externa.

Los migrantes, lo son, ante todo por causas económicas, siempre con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas que emigran hacia otras regiones con mayores posibilidades de empleo. Se denomina movimiento migratorio al desplazamiento de residencia, de los individuos desde un lugar de origen o lugar de partida, a un lugar de destino o lugar de llegada. La migración es todo cambio permanente de lugar de residencia. Puesto que la causa principal de la migración es económica, la existencia de desigualdades entre países o entre regiones dentro del mismo país, esa desigualdad económica es el motor principal para las migraciones.

Los movimientos migratorios durante los siglos XIX y XX configuraron definitivamente la ocupación del planeta. En ese momento se van a afianzar los “países nuevos”, Canadá, EEUU, Sudáfrica, Argentina, Brasil, etc. Y además tendrán una característica principal que será la homogeneidad europea de su población. Entre 1800 y 1924 abandonaron el continente europeo alrededor de 60 millones de personas, las causas fueron las transformaciones en el campo y las primeras crisis capitalistas en Europa.

Los refugiados ante la imposibilidad de volver a sus países de origen terminan por convertirse en exiliados. Esto es lo que ocurre después de la violencia, la persecución, la huida y el establecimiento en un país distinto al suyo y el conflicto deja de tener interés para los medios de información. Durante los largos años de exilio, los refugiados deben padecer las más calamitosas situaciones de violencia, miseria e incluso prostitución o violaciones en el caso de las mujeres.

Especial consideración debe darse a los niños que nacen en esa situación de refugiados, en muchos casos, en campos de concentración. Estos niños van a sufrir doblemente el exilio, a todos esos padecimientos se une la falta de una formación adecuada e incluso si se diera la condición más favorable que sería la vuelta a sus países de origen, éstos niños serían y se considerarían a si mismos como extranjeros.

Los problemas derivados de los conflictos bélicos llevan a estas situaciones mientras que los organismos internacionales son incapaces de hacer frente a esos conflictos cargados de intereses económicos y a los que sólo pueden atender de forma subsidiaria y muy deficitaria en forma de ayudas que nunca llegan a cubrir los objetivos básicos y se quedan muy alejados de llegar a la totalidad de los refugiados.

Evidentemente, la diferencia con respecto a los migrantes es bastante grande, ya que estos, como ya se ha dicho, siempre lo son por causas económicas y aunque estas pueden llegar a ser insoportables en los países o regiones de origen de estos movimientos migratorios, siempre son menos traumáticos debido a que no ha existido una violencia de origen y no ha habido sucesos trágicos y violentos con respecto a familiares o amigos.

Además de lo dicho, dentro de la emigración existen muchas diferencias, aunque las causas sean principalmente económicas, no siempre los emigrantes parten de una misma situación. Estas situaciones pueden ir desde la pobreza absoluta de emigrantes de algunos países de África y Asia que no tienen ni medios materiales ni tampoco una formación académica ni profesional hasta la emigración de países desarrollados en la que la pobreza no es extrema y los emigrantes pueden llegar a tener una cualificación profesional y una formación académica elevadas.

Autor: José Luis Romero Carretero