jueves, 3 de diciembre de 2015

Movimientos migratorios en España desde mediados del siglo XX.

El cambio de gobierno llevado a cabo en febrero de 1957 y la entrada en éste de nuevos ministros tecnócratas, procedentes del Opus Dei, llevaron a cabo una nueva política de liberalismo económico. Se va a aprobar el Plan de Estabilización en 1959 y se abandonará la autarquía llevada a cabo desde el final de la Guerra Civil, además de abrir las fronteras para dar salida a casi un millón y medio de españoles consumidos en la miseria, y a su vez, contribuir a la reconstrucción de Europa, a la que se dirigieron más de un millón de emigrantes españoles, ya que se encontraba inmersa en un acelerado proceso de desarrollo y con gran necesidad de mano de obra no cualificada para ocupar los puestos de trabajo menos atractivos y peor remunerados.


La situación que padecía España era completamente distinta a la del resto de países europeos occidentales. Mientras que nuestro país se encontraba estancado económicamente, sujeto a una autarquía impuesta tras la Guerra Civil, por causas ideológicas y en parte también por las malas relaciones internacionales de una dictadura de corte fascista que había sido impuesta en parte por la ayuda de los perdedores en la II Guerra Mundial, el desarrollo económico y el progreso que se estaba llevando a cabo en el resto de Europa Occidental, gracias al Plan Marshall primero y a la reconstrucción después de la Segunda Guerra Mundial, eran enormes y la necesidad de mano de obra no era cubierta por su propia población, necesitando remesas de emigrantes de los países del sur y de Turquía que ocupasen los puestos que requerían menor especialización.

En realidad, la emigración hacia Europa había comenzado antes de mediados de los años cincuenta, exactamente, desde 1945, en el momento de finalizar la Segunda Guerra Mundial, pero se trataría de un fenómeno limitado que llegaría a sus máximos entre los años 1960 y 1973. El total de emigrados españoles en esos años es difícil de precisar ya que existía una emigración asistida y otra no regulada, por lo que los datos finales distan mucho entre unos autores y otros. En cualquier caso, desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la crisis de 1973, habrían salido de España alrededor de 2.600.000 españoles. El perfil de estos emigrantes era el de jóvenes varones entre 20 y 40 años, escasamente cualificados, siendo las provincias andaluzas, Galicia, Madrid (la capital había sido destino de emigrantes del interior peninsular) y Valencia las zonas más afectadas por esa emigración y Alemania (país de emigrantes tradicionalmente), Suiza y Francia los destinos mayoritarios de los españoles. 


Paralelamente, se estaba produciendo una emigración o “éxodo rural”, primero hacia las capitales de provincia y más tarde hacia las zonas más desarrolladas y dinámicas del país como son Madrid, Cataluña y País Vasco. Las zonas del interior, ambas mesetas, quedaron despobladas debido a la gran miseria que existía en el campo español, contando las estimaciones más tímidas, más de 3,7 millones de personas que al final del periodo, a mediados de los años setenta habrán dejado despoblado el interior de la Península con la excepción de Madrid, a favor de las zonas costeras y las islas.

La diferencia entre esta emigración interior y la exterior es que la primera era mayoritariamente definitiva, mientras que la segunda era adoptada como temporal. En el caso de la inmigración de los pasados años a España estos movimientos migratorios son también enfocados como definitivos a diferencia también de la emigración española actual que también es planteada mayoritariamente como temporal.

Esta emigración española se vio estimulada también por causas internas desde el Plan de Estabilización en 1959, principalmente, por un fuerte crecimiento demográfico, el crecimiento del paro, miseria en el campo español, excedente de población agraria sin capacidad de absorción en la débil industria española, etc. Algunas de esas causas las vemos en la actualidad en muchos países de los que proceden los inmigrantes llegados a España.

Las causas externas son más conocidas y  ya han sido apuntadas anteriormente, básicamente sería la rápida reconstrucción europea tras la Segunda Guerra Mundial, gracias al capital estadounidense que favoreció una amplia oferta de empleo en los trabajos más duros, haciendo a la vez subir en el escalafón a los trabajadores propios de cada país.

La diferencia principal entre la emigración española de los años setenta y la actual, está en el grado de especialización de los trabajadores. Mientras que en la actualidad, la mayoría de los emigrantes españoles son jóvenes con formación universitaria, durante los años setenta, también se trataba de jóvenes pero en aquel caso se trataba de mano de obra sin cualificación, principalmente provenientes de las zonas rurales. Ha cambiado mucho la formación de los emigrantes, pero existen también coincidencias, como la edad, jóvenes entre 20 y 35 años, atrapados en un porcentaje de paro juvenil difícil de asumir para cualquier país, tanto en la década de los sesenta como en la actualidad.

La crisis económica actual, iniciada en 2008, ha hecho que se reduzca drásticamente la inmigración extranjera que llegaba a nuestro país, tanto por las nuevas leyes antiinmigración como la última Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana, como por el recorte de derechos como la sanidad, que afectan a los inmigrantes que han hecho que España no sea un país de atracción, especialmente por la falta de objetivos laborales y que ha hecho también que cientos de miles de extranjeros que han perdido sus puestos de trabajo, hayan regresado a sus países de origen. Ahora bien, los conflictos bélicos en los que están inmersos en buena parte de África y Oriente Próximo, especialmente en Siria, están provocando movimientos de personas que están haciendo que miles de inmigrantes se agolpen en las fronteras del sur y sigan llegando a las costas europeas huyendo de la desesperación, de la guerra y de persecuciones políticas y religiosas.

El inicio de la inmigración en España comienza a ser un fenómeno de importancia demográfica y económica a partir de los años noventa del siglo XX. Sus causas son el desarrollo económico español, basado en la construcción y en el turismo, además de haberse convertido nuestro país, en residencia permanente o de buena parte del año de jubilados de países de Europa Occidental que buscan regiones con climas más cálidos.

Lo cierto es que el espectacular aumento de población que había experimentado España en los últimos años se ha visto frenado y está decreciendo precisamente por el abandono de nuestro país, tanto de extranjeros que han perdido sus trabajos, como de jóvenes españoles que no pueden acceder a él.

Durante el 2014 la emigración ha sido algo menor que en 2013 según los datos del INE, donde se hace diferenciación entre extranjeros que han abandonado el país en número de 330.559 personas y no veían un futuro laboral próximo y los inmigrantes que han llegado, como digo, no siendo en su mayoría el destino final sino como lugar de paso a Europa obligado, buscando otros destinos que presentan mayores oportunidades laborales, estos serían 265.757 inmigrantes, lo que daría un saldo negativo de 64.802 personas.

El número de españoles que abandonaron el país en 2014 también fue menor que en 2013 y asciende a 78.785 españoles, dentro de los cuales se hace otra diferenciación, que es la de españoles nacidos o no en España y de los cuales 50.249 si lo eran. La diferencia entre los españoles que emigraron y los que volvieron a España deja un balance negativo de 37.507 personas.

En resumidas cuentas, la emigración en España decreció en 2014 con respecto al año anterior en un 23%, siendo 409.343 las personas que abandonan el país mientras que van a ser 307.034 las que se establezcan en nuestro suelo, dando un saldo negativo de 102.309 durante el año 2014.

Existe una lucha entre partidos políticos, el PP en el poder, empeñado en minimizar el porcentaje de españoles emigrados por cuestiones económicas y la oposición por mostrar los datos más catastróficos posibles para denostar la acción del gobierno.

Sin embargo y pese a toda la información que muestran tanto el INE como el PERE, los distintos partidos políticos y muchos investigadores, la marea granate con el apoyo de sociólogos y demógrafos, han constatado que las cifras oficiales están manipuladas y el número de emigrantes españoles es muy superior al que desde el gobierno nos indican. Aún así, aunque se han realizado estudios demostrativos en varios países, en los que se demuestra que los datos que arroja el PERE o el INE no coinciden con la realidad, dan varios motivos por los que fallan esos estudios, uno de ellos el simple dato de que los emigrantes españoles en su mayoría no se dan de alta en las embajadas de destino, lo que queda demostrado en varios países. También ofrecen datos de regreso de emigrantes españoles que serían jubilados españoles que vuelven a nuestro país mientras que los jóvenes que necesitan un trabajo deben permanecer en el extranjero. La conclusión puede ser, la dificultad de cuantificar el análisis y los datos correctos de esta emigración de jóvenes españoles en el contexto de una crisis profunda en la que el paro juvenil tiene niveles cercanos al 60%.

La cifra de extranjeros en España en 1986 era insignificante,  241.971 personas, aún así, la tónica general del principio será la de crecimiento, aunque en principio un poco más lento, hasta mediados de los noventa que comienza a crecer más rápido, convirtiéndose en un fenómeno migratorio muy pronunciado desde el año 2000 hasta el año 2010 a partir del cual comienza el descenso, perdiendo más de 700.000 habitantes hasta enero de 2014. Sólo en ese último año se fueron de España 304.623 inmigrantes. En la actualidad, España cuenta con 4.747.734 extranjeros de dónde podemos hacer una diferenciación más entre extranjeros comunitarios con casi dos millones de personas y extracomunitarios con algo más de dos millones setecientas mil personas.

Este hecho ha influido también en la reducción de habitantes en nuestro país, por tercer año consecutivo, pasando de 46.818.216, hasta los 46.438.442 habitantes que tiene España a 1 de enero de 2016. Estos datos hay que atenderlos teniendo en cuenta que el saldo entre nacimientos y defunciones es positivo por lo que el crecimiento vegetativo también lo es, dejando claro que la pérdida de habitantes sólo puede ser por movimientos migratorios con saldo negativo. Esa es la forma en la que nuestro país pierde población desde el año 2011, tanto población extranjera establecida en España como población nacional joven en busca de empleo. 

En relación a la procedencia de la inmigración en España, la inmensa mayoría procede de nuestras antiguas colonias en Suramérica con más de un millón y medio de personas, seguido a distancia, con casi 900.000 personas procedentes de los países ricos de Europa Occidental y algo más de 700.000 procedentes de la Europa del Este y poco más de 600.000 de África del Norte. A pesar de la notoriedad y el drama que supone el hecho de la llegada de pateras a nuestras costas cargadas de subsaharianos en pésimas condiciones y los que mueren trágicamente en el trayecto o las últimas acumulaciones de inmigrantes en las vallas de Ceuta y Melilla esperando el momento de saltarlas y acceder así a nuestro país, el número de subsaharianos asciende a 170.000 y los procedentes de Oriente Próximo unos 18.000.

Por nacionalidades, los más numerosos son los rumanos con casi 800.000 inmigrantes de esa nacionalidad, seguidos de cerca por los marroquís con 774.000 y ya a gran distancia por británicos con 300.000 personas.

La población española ha continuado creciendo hasta diciembre de 2011. Las cifras de población de 1 de enero de 2012 es la más alta de la historia de España, 46.818.216 habitantes. En la década de los noventa, la población española aumentó alrededor de un millón de personas, básicamente gracias al crecimiento vegetativo de la sociedad y en los últimos años, gracias a la inmigración. A partir, del año 2000 en el que España alcanza la cifra de 40.499.791 habitantes va a comenzar el crecimiento espectacular de la población española, gracias al fenómeno de la inmigración. En esa fecha España no llegaba al millón de extranjeros, mientras que a lo largo de la década va a llegar a casi los siete millones de extranjeros hasta que en el 2011 se alcanzara su cenit y comenzara el descenso.
Del mismo modo que la crisis de 1973 afectó a los emigrantes españoles dando por terminado un ciclo económico expansivo en Europa y por ende, el fin de la emigración española en el periodo; la crisis económica actual, a estas alturas ya bastante persistente, ha hecho que finalice la inmigración en nuestro país y que incluso se haya iniciado un nuevo proceso migratorio que afecta a los inmigrantes que abandonan nuestro país y a los jóvenes nacionales que por falta de expectativas laborales deben abandonar España en busca de trabajo.

Por comunidades autónomas, las que pierden más habitantes con destino a otros países durante el año 2014 han sido la Comunidad de Madrid con 37.789 emigrantes, seguido muy de cerca por Cataluña con 37.669 emigrantes y Comunidad Valenciana con 18.849 emigrantes. Son datos que se vienen repitiendo, durante el año 2013 Madrid perdía 83.835 y Cataluña 77.873. En la actualidad además de personas con cualificación profesional y universitarios, los emigrantes españoles actuales son mayoritariamente de las zonas más desarrolladas económicamente del país. Además, es en estas zonas donde también se habían instalado principalmente los inmigrantes que acudían en busca de empleo y que ahora vuelven a sus países de origen o se desplazan a lugares con mayor dinamismo económico y posibilidades laborales.

En el periodo emigratorio español de los cincuenta hasta mediados de los setenta las zonas emisoras principales eran Andalucía con 356.885 emigrantes en todo el periodo, y Galicia con 386.695 que alcanzan casi el 50% del total, seguidos a gran distancia por Castilla y León, Madrid y Comunidad Valenciana, mientras que los principales destinos eran Alemania y Suiza. (datos Tomás Franco).

Como hemos podido ver, son importantes las diferencias tanto internas como externas que se pueden observar en ambos periodos, aunque también hay coincidencias entre los dos tipos de movimientos migratorios, en ambos casos, son mayoritariamente por motivos económicos. Los inmigrantes que llegaron a España en masa desde el año 2000 lo hicieron por las expectativas laborales en la construcción y el turismo de la misma forma que los españoles que emigraron a Europa a partir de los años cincuenta lo hicieron atraídos por el desarrollo económico europeo tras la Segunda Guerra Mundial. En ambos casos, las causas internas son la pobreza, la falta de expectativas laborales, etc.

Los países emisores de los años 2000 a 2011 eran países pobres con población joven que buscaba un futuro laboral y social más favorable, de la misma forma que lo hicieron los españoles a partir de los años cincuenta hasta la crisis de 1973. En el caso de España y la inmigración masiva de esos años, existe también una inmigración de países ricos, esta si que sería algo muy diferenciado de la emigración española a Europa, especialmente del norte y centro de Europa buscando el clima cálido de nuestras costas, especialmente del Levante y los dos archipiélagos.

INE

José Luis Romero Carretero.


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