Desde la configuración de la clase obrera hasta el final de la
Internacional Comunista.
Con la Revolución Industrial y el
ascenso al poder de la burguesía y las ideas liberales, va a aparecer la clase
obrera. La sociedad estamental propia del Antiguo Régimen va a dejar paso a la
nueva sociedad de clases y a la clase obrera como nueva clase social empleada
en las nuevas industrias y condenada a vivir en barrios miserables, con falta
de todo tipo de servicios básicos en los alrededores de las ciudades
industriales y muy cerca de esas contaminantes industrias.
En este nuevo orden mundial, lo
importante va a ser el régimen de propiedad y el de producción. La acumulación
de capital va dar lugar a la
concentración de materias primas, instalaciones industriales, maquinaría, etc.,
en pocas manos y en régimen de propiedad privada para la obtención del máximo
beneficio. Se trata de unas inversiones impensables para los antiguos talleres
artesanos y unos beneficios igualmente inconcebibles antes de la aparición del
maquinismo y las nuevas fuentes de energía. De esta forma, el triunfante
capitalismo, no sólo se hizo con el
poder político, sino que también tuvo a su alcance la educación y la cultura.
Las primeras manifestaciones
contrarias al nuevo régimen, fueron la del empleo de la violencia contra “las
máquinas” a las que se creía que eran las culpables de la nueva situación de
las clases más pobres. En un principio, los obreros no reaccionaron contra los
propietarios ni contra el sistema, sino contra las máquinas a las que hacían
responsables de su paupérrima existencia y de la destrucción de los gremios y
del artesanado. De esa forma, los patronos, ante el miedo a una revolución
social por parte de los obreros, no permitieron la organización de trabajadores
para la defensa común de las condiciones laborales.
Teniendo en cuenta las
dificultades impuestas por la burguesía que ya de por sí, hacían muy complicado
el nacimiento de organizaciones obreras, habría que sumarle otros
inconvenientes de carácter político, social, teórico, etc., como serían la
dedicación por parte de los más implicados a actividades sin ánimo de lucro, la
solidaridad, el trabajo por el bien común, etc., o problemas relacionados con
las propias condiciones de vida de los obreros, como las enfermedades,
alcoholismo, que les hacían una muy difícil afiliación a organizaciones de
ningún tipo. Con todo y pese a todo, va a surgir una incipiente organización
obrera, en aquellas zonas en las que el fenómeno industrial arraiga, en un
principio, estas organizaciones van a seguir un modelo muy ligado al de los
antiguos gremios, por oficios, y muy reducido.
Por otra parte, desde el triunfo
del liberalismo y aún antes en Inglaterra, el poder político va a ser
claramente antiobrero y se van a dictar leyes contra los pobres, como la pena
de muerte por atentar contra las fábricas o contra las máquinas. La
beneficencia asignada a la Iglesia, que venía asistiendo a los pobres va a
desaparecer y las condiciones de ayudas van a endurecerse, ahora siempre
mirando el mayor beneficio de las empresas y de las distintas instituciones.
Incluso va a darse el caso del encarcelamiento de los más pobres en las “work houses”
o prisiones para pobres por el simple hecho de serlo. De todos modos, el
movimiento obrero estaba implícito, aunque sin un objetivo común en todo tipo
de revueltas y levantamientos. También en la Revolución Francesa en dónde se
apelaba al pueblo, escondiendo realmente los intereses de una clase social
naciente, la burguesía, y su ascenso al poder, así como los ideales de la
Ilustración y una nueva teoría económica, el liberalismo. De la misma forma,
las revoluciones de los años 30 en las que se apelaba al pueblo, éste va a ser
traicionado y utilizado por la burguesía triunfante a la vez que surgen las
incipientes organizaciones obreras como el cartismo en Inglaterra que ya han
evolucionado y se argumenta contra la clase burguesa.
Durante el 1848 en toda Europa se
producen una nueva serie de revoluciones en las que se va a configurar ya con
claridad la clase obrera y sus propias reivindicaciones al margen de las puramente
burguesas, especialmente en Francia. También es significativa esa fecha porque
va a aparecer “El manifiesto socialista” de Marx y Engels o socialismo
científico, del que el libro de Luis Gómez hace un análisis detallado y cuyo
fin era el acceso al poder del proletariado. Sin embargo, también existía una
corriente muy extendida y seguida por Proudhon y los mutualistas que pensaban
que todo poder del Estado era opresor.
Tras el fracaso de la revolución
de 1848, el movimiento obrero salió bastante dañado y fragmentado, no tanto en
Gran Bretaña, pero muy acentuado en Francia con el II Imperio de Luis Napoleón
Bonaparte y la persecución, ejecución y exilio de los trabajadores que lucharon
valerosamente contra el poder establecido y a favor de sus derechos. De forma
inversa, van a ser años de una fuerte expansión de la industria por todos los
países de Europa Occidental, además del momento en el que el capitalismo se
expande y aparece el nuevo imperialismo o colonialismo. Este progreso de la
industria, inevitablemente traía consigo un aumento considerable de la fuerza
del trabajo y así mismo de la clase obrera que se aglomeraba en barrios
próximos a las industrias en condiciones higiénicas y sanitarias deplorables.
La AIT quedó formalmente
constituida en Londres en 1864 y simbolizaba el carácter de unidad de toda la
clase obrera, asumiendo y aceptando sus diferencias. La Internacional obrera celebrará varios
congresos que pretendían la unión de las distintas izquierdas desde el Congreso
de Ginebra en 1866, siendo destacable en el Congreso de Basilea la ruptura
entre los seguidores bakuninistas y los marxistas, siendo interrumpida esta
serie de congresos por la guerra franco-prusiana en 1870 lo que llevó al
distanciamiento y división del mundo obrero. En cualquier caso, con la I
Internacional quedaron claras las tendencias y adhesiones políticas y la
expulsión Bakunin en 1872 en el Congreso de la Haya por las profundas
diferencias marcadas y la retirada de sus seguidores especialmente en
referencia a la creación de partidos políticos con vocación de gobierno dentro
de un Estado. De esta forma van a quedar concluidos dos proyectos, el
anarquista y el socialista.
Volviendo a la contienda
franco-prusiana, fue esta la que provocó la aparición de la “Comuna” tras el
abandono de la ciudad de París por parte del Gobierno y del Ejército dejando sólo
ante el invasor a su pueblo, lo que hizo que desde Versalles, donde se había
traslado el Gobierno, pactaran con los prusianos para destruir la “Comuna” con
un resultado de represión violenta sin límites en las que fueron asesinadas
millares de personas en 1871 y fue prohibido y perseguido el internacionalismo,
no sólo en Francia, sino en buena parte de Europa donde recorría una ola de
conservadurismo.
La II Internacional comenzará en
1872 hasta el final de la I Guerra Mundial, teniendo en cuenta los
acontecimientos ocurridos con la Revolución Soviética, tendrá nuevas escisiones
con la aparición del revisionismo o posibilismo y los marxistas puros que
seguían creyendo en la revolución. Este revisionismo tendrá su origen en
Inglaterra con el fabianismo y será creado tan sólo un año después de la muerte
de Marx. Los dirigentes sindicales ingleses verán con horror los sucesos
ocurridos en la Comuna y creerán posible la mejora de los trabajadores sin
necesidad de llevar a cabo una revolución. También será en el Reino Unido dónde
contrariamente a lo que pudiera pensarse, aparecerá, muy tardíamente el Partido
Laborista, en 1900, mucho después que en Francia y Alemania e incluso España
dónde el PSOE nace en 1879. También le caracterizará su simplicidad teórica y
su pragmatismo, decidido siempre a dar respuestas inmediatas y fórmulas
alternativas para alcanzar el bienestar social de los trabajadores más que a
teorizar sobre futuras revoluciones. Durante toda la segunda mitad del siglo
XIX el movimiento obrero en Reino Unido estuvo muy dividido aunque su tendencia
siempre fue la de la socialdemocracia.
De forma antagónica, el
sindicalismo revolucionario en Francia, tardó algunos años en recuperarse tras
la gran represión de la Comuna. En Francia también existiría una división entre
pensadores que daría lugar a la formación de distintos partidos socialistas,
Brousse defendía el posibilismo sin lucha de clases mientras que Guesde sigue
fiel a la revolución y sus seguidores verán con indignación la proclividad de
los políticos posibilistas con su tendencia a los pactos con la burguesía a la
que desde un principio se adhirió el socialismo español de la mano de Pablo
Iglesias y según el modelo que de forma efectiva se implantó en Alemania.
La socialdemocracia alemana
consistía en la participación política dentro de la democracia burguesa,
creando dos organizaciones, un sindicato y un partido político. En ese país
tendría un fuerte arraigo debido a la práctica inexistencia del anarquismo,
contrariamente a lo que ocurre en esos momentos en España y a la tardanza de la
aparición del comunismo. Del Congreso de Ghota 1875 nacerá el Partido
Socialista Obrero Alemán (PSOA), criticado por Marx precisamente por sus
distintas concepciones del Estado. La alarma creada en Alemania en estos años
por el desmedido crecimiento del socialismo hizo que Bismark se apresurará a
dictar medidas de tipo social para competir con los socialdemócratas y unas
leyes de excepción contra éstos, desde 1872 hasta 1890. Desde esta última
fecha, la entrada en el partido de burgueses miembros de profesiones liberales
le caracterizará para siempre como posibilista y socialdemócrata dentro del
sistema democrático liberal, favorecido por la caída de Bismark y sus leyes
antisocialistas.
De esta forma que estamos viendo,
la batalla ideológica que se plantea en este periodo de la II Internacional, va
a ser entre el marxismo y el revisionismo, no siendo siempre este último,
necesariamente reformismo. En este aspecto, los sindicatos harán un buen
ejemplo en la lucha contra mejoras parciales de los derechos laborales aunque
sin perder la perspectiva de una reforma general, ésta última, siempre
supeditada a alcanzar el poder político. Por otra parte, la socialdemocracia va
a contar con una menor presión por parte de los estados, a medida que a su vez,
éstos, abandonan completamente la idea de una revolución inmediata. Esta II
Internacional se constituirá en el Congreso de París en 1889 formada por
partidos políticos socialistas y socialdemócratas y sus sindicatos afines una
vez asumida la realidad de no poder crear una unidad en torno al marxismo.
Buena parte de los temas tratados
en esta época van a ser los relacionados con el pacifismo, más concretamente,
sobre el creciente imperialismo y colonialismo que tuvieron lugar durante el
último tercio del siglo XIX y principios del XX y que fue a desembocar en la I
Guerra Mundial. Se llegó a plantear el concepto de nación y el de estado y se
puso el acento en la diferencia entre la democracia burguesa y la verdadera
democracia a la vez que se destacaba igualmente las distintas culturas de
clases.
Tras los distintos congresos de
la II Internacional, en plena guerra mundial y como consecuencia de la derrota
del ejército zarista va a producirse un acontecimiento de gigantesca magnitud y
que marcará la historia y evolución de todo el siglo XX, la Revolución Rusa. El
triunfo de los bolcheviques radicalizará el proyecto autoritario de dictadura
del proletariado y perseguirá a socialdemócratas y anarquistas, llevando a cabo
en 1919 su propia Internacional, III Internacional o Internacional Comunista.
El periodo entre guerras va a estar marcado por el enfrentamiento y el
distanciamiento entre la socialdemocracia y el comunismo.
Dentro de ese ambiente de
posguerra, de necesidad de reconstruir, de miseria, se va a producir en algunos
países como Alemania, algún conato revolucionario que será duramente sofocado.
Los movimientos obreros partidarios de la III Internacional se tuvieron que decantar
y asumir los principios que marcará Moscú. Pasarán a llamarse partidos
comunistas aunque serán organizaciones minoritarias en todos los países, dónde
la socialdemocracia llevará gran ventaja de afiliación. Por ese motivo y por
haber triunfado la revolución en Rusia, será este país el que imponga sus
dictados sobre esos débiles partidos comunistas europeos hasta su disolución en
plena II Guerra Mundial debido principalmente a que era contraproducente a los intereses de Stalin. Por otra parte, el
resto de partidos llevarán a cabo sus propios congresos desde la aparición en
1921 de la Unión de Viena o “La Internacional Segunda y Media” intentando unir las intransigentes posturas de
la III Internacional dominada por Moscú y la II Internacional dominada por el
laborismo inglés y la socialdemocracia alemana. En nuestro país, dentro del
PSOE se llevarán a cabo unas votaciones en las que ganará la postura favorable
a Berna aunque no por gran diferencia de votos. La escisión en el partido
llevará al nacimiento del PCOE que será minoritario ya que no entrarán en este
nuevo partido comunista todos aquellos que habían votado favorablemente a la
III Internacional.
Finalmente, la II y II y Media
Internacional se fusionarán en el Congreso de Hamburgo para trabajar por la vía
constitucional y la evolución reformista de los derechos de los trabajadores
mientras que la III Internacional se alejará definitivamente dejando
enemistades entre antiguos colaboradores y amigos y una brecha que ya no se va
a superar. Habría triunfado la visión de Stalin, de “una revolución en un solo
país” y los caminos de unos y otros serán definitivamente distintos, cuando no
contrarios. La posguerra mundial dará paso al aislamiento de la URSS y al
distanciamiento de los partidos socialistas europeos plenamente integrados en
los sistemas parlamentarios de sus países y de una forma más lenta pero también
inequívoca, el alejamiento progresivo de los partidos comunistas que asumirán
también las democracias occidentales mientras que la URSS se aislaría
progresivamente durante todo el periodo de Guerra Fría, aunque todo eso forma
ya parte de la historia posterior.
Autor: José Luis Romero Carretero.