1.- INTRODUCCIÓN.
Alianza Popular aparecía en el escenario político español en
octubre de 1976 de la mano del indiscutible líder, Manuel Fraga Iribarne, para
aglutinar a todos los grupos procedentes del franquismo.
Las figuras políticas de primer orden del franquismo,
finalmente, no fueron los responsables de la Transición pero sí que llevaron a
cabo una actividad política muy importante marcando los límites y sobre todo
defendiendo sus criterios. Una personalidad tan autorizada como era Fernández
de la Mora, señala tres razones poderosas para acabar con lo que él y el resto
de la derecha creían un Estado perfecto, refiriéndose a la dictadura de Franco.
Estás razones serían, primero, la intervención extranjera, según su criterio,
el resto de naciones necesitarían una España debilitada. También condenaría el
resentimiento de los perdedores en la guerra civil y por último, las rencillas,
frustraciones y ambición de poder de muchos de estos políticos procedentes del
franquismo que no habrían podido conseguir sus aspiraciones dentro de la
dictadura.
Estos políticos, no tenían ningún interés en destruir las
instituciones del régimen franquista ya
que formaban grupos de élites o partidos distintos con intereses comunes que
pretendían constituir una gran alianza de derechas. Así nació Alianza Popular,
de la unión de siete asociaciones políticas o grupos de notables con sus
respectivos líderes: Federico Silva Muñoz, Laureano López Rodo, Gonzalo
Fernández de la Mora, Cruz Martínez Esteruela, Enrique Tomás Carranza, Licinio
de la Fuente y el indiscutible líder, Manuel Fraga Iribarne que sería el último
en unirse a la coalición. De todos ellos diría el embajador de EEUU en España, Wells
Stabler, que no tenían valor alguno como políticos y que eran unos
rencorosos, como ya advirtiera Fernández de la Mora: "La Alianza Popular
es una relación antinatural entre personas que sólo tienen una cosa en común:
el rencor". Stabler
pensaba además y así se lo hizo saber a Fraga en una reunión el 21 de julio de
1976 que mantenían una posición demasiado a la derecha y que según su opinión,
la democracia cristiana ya tenía otra alianza de centro derecha que competía
con AP por el continuismo.
Este nuevo partido nunca sería rupturista, pretendía el
continuismo político con pequeños cambios no estructurales, sin tocar el fondo
de los principios del “Movimiento”.
Fraga, sin embargo, participaría en la elaboración de la
Constitución de 1978, aunque llegara a ausentarse en algunas sesiones por no
estar de acuerdo con algunas novedades que se pretendían incluir en ella.
Finalmente su partido votaría a favor de dicha Constitución, aunque con un
fuerte enfrentamiento interno entre sus líderes. Siete de ellos votaron con
Fraga a favor y otros cinco lo harían en contra. En ese momento abandonarían el
partido algunos de sus líderes más emblemáticos por considerar que se faltaba a
los principios del movimiento, sobre todo por el reconocimiento de las
nacionalidades, la descentralización política, la pérdida de poder de la
monarquía y la aparición de los partidos políticos.
Por otra parte Fraga intentó parecer menos extremista,
negándose a realizar ningún pacto con partidos de la extrema derecha, aunque en
realidad, nunca acabó de dar la imagen de un político democrático. Su pasado
como ministro de un régimen dictatorial le impedía aparecer como verdadero
demócrata. No era el único, de los “siete magníficos” como los bautizó la
prensa, seis de ellos lo habían sido, lo que les dejaba en muy mala situación
ante la opinión pública democrática.
A él se le debe, sin embargo, la integración de toda la
derecha española, la antidemocrática e incluso la extrema derecha en nuestro
régimen democrático. Aún en la actualidad, cualquier partido que se declara a
la derecha del PP no llega a tener ninguna posibilidad con lo que este partido
tiene que conjugar multitud de sensibilidades políticas.
La Derecha Democrática Española de la mano de su presidente,
Federico Silva Muñoz, ex ministro de Obras Públicas durante el franquismo
planteaba una unión de toda la derecha española incluyendo a Fuerza Nueva y la
realización de un régimen presidencialista paralelo a la monarquía y la
inexistencia de partidos políticos. Silva Muñoz representante también del
catolicismo social y vicepresidente de la Asociación Católica de Propagandistas
fue uno de los miembros de la junta nacional de Alianza Popular que votó en
contra de la Constitución y más tarde durante el golpe de estado del 23-f tuvo
contacto con los sublevados aunque no se pudo demostrar nada. Desde el momento
de dimitir como ministro franquista en 1970 será, como parece práctica común
entre los políticos españoles, presidente de CAMPSA y vicepresidente de Butano
además de otros cargos importantes en otras empresas y escribirá en el ultra
derechista diario “El Alcázar” ya en los años ochenta. Tras el fracaso
electoral de junio de 1977 fundaría junto a Fernández de la Mora, Silva Muñoz, Tomás
Carranza y otros militantes de Alianza Popular, un nuevo partido a la derecha
de éste llamado Derecha Democrática Española (DDE) que desaparecería poco
después.
2.- Muerte del dictador
y nacimiento de la monarquía.
La muerte del general Franco el 20 de noviembre de 1975 y la
proclamación de Juan Carlos I como rey de España siguiendo el nombramiento
hecho por el dictador en 1969 por el que además se saltaban los derechos
dinásticos que aún conservaba el padre del rey, Juan de Borbón, va a suponer el
inicio de ese periodo que se ha bautizado como “transición” y que tiene un
final más indefinido que la mayoría de investigadores sitúan en octubre de 1982
tras la victoria electoral del PSOE en las elecciones generales que ganaría por
mayoría absoluta.
La proclamación de Juan Carlos fue posible gracias a la Ley
de Sucesión de 1947 y a la designación de éste a título de rey como sucesor por
el mismo Franco. Se trataba de dar continuidad al franquismo y a sus
instituciones y en ello estaban todos los jerarcas del régimen y gran parte de
la clase media o “franquismo sociológico” que parece ser que fueron
fundamentales para la consecución de la Ley Orgánica del Estado en 1967 y era
hasta donde en principio estaban dispuestos a abrir el régimen franquista
y su “democracia orgánica” los partidos
que se formaron para defender las instituciones franquistas que luego crearían
Alianza Popular.
Sin embargo, la monarquía de Juan Carlos I que aceptó la
legitimidad procedente del régimen que naciera tras el levantamiento militar
del 17 de julio de 1936 avanzaría hasta conseguir una democracia que aunque
dirigida por los resortes del poder llegaría a ser reconocida
internacionalmente.
El 22 de noviembre era proclamado rey Juan Carlos I, aunque
no recayesen en él todos los poderes que acumulaba el dictador. Aún así, con
respecto a su país era el rey con más poder en Europa. Con la muerte de Franco entró
en vigor la división de poderes prevista por el dictador y que a la postre era
lo que él concebía como apertura del régimen. Estas instituciones mantenían un
equilibrio de poderes que debía garantizar el mantenimiento del régimen aunque
con cierto grado de aperturismo y desde luego ya desprovisto de la acumulación
de poderes en la figura de un dictador. Las instituciones al cargo de la
continuidad serían la monarquía con Juan Carlos I como jefe de estado, el
Gobierno y su presidente, el Consejo del Reino y las Cortes. De esta manera el
monarca no disponía de los mismos poderes que Franco y sus decisiones debían
ser aprobadas por una de las otras instituciones. El mismo día 22, durante el
primer mensaje de la Corona el rey daba esperanzas cuando decía que su
intención era reinar para todos los españoles. Sin embargo, en un principio
nada cambió y el nuevo gobierno que se formaba con Arias Navarro como
presidente ratificado en el cargo, pretendía una continuidad del sistema
vigente y no un cambio institucional, menos aún, iniciar un camino hacia la
democracia como en la actualidad es visto por buena parte de la sociedad.
Las fuerzas de la derecha pretendían un continuismo del
régimen con mínimas concesiones, mientras que la izquierda en ese momento era
partidaria de una ruptura. Varios ministros y personajes de primera fila del
gobierno Arias Navarro formarían las primeras asociaciones políticas de la
derecha para defender sus intereses. Juan Carlos rechazó en este primer momento
tanto la ruptura como abrir un periodo de transición aperturista. Mientras
tanto, la sociedad pedía libertades y la policía actuaba de idéntica manera que
durante la dictadura, así tuvieron lugar en marzo de 1976 los “sucesos de Vitoria”
en los que en una jornada de huelga la policía asesinó a cinco huelguistas e
hirió de bala a otros 150.
La incapacidad de Arias Navarro en el gobierno le llevaría a
pedir su dimisión el 1 de julio de 1976. Inmediatamente, Juan Carlos nombraría
como jefe de estado y contra todo pronóstico a Adolfo Suárez, un personaje de
segunda fila dentro del franquismo, que fue escalando puestos bajo la
protección de Herrero Tejedor. Los líderes mejor situados menospreciaron este
ascenso a la jefatura del estado por razones arbitrarias puesto que ellos
consideraban que había que escalar puestos dentro de las instituciones por
razones meritorias. Así Fraga y Areilza eran las personas mejor situadas para
haber obtenido ese puesto llevándose una gran decepción que en el caso de Fraga
le acompañaría toda su vida. Sería lo que José María Velo de Antelo definiera
muy gráficamente: “Era vergonzoso ver
como consejeros nacionales, procuradores en Cortes y <franquistas de toda la
vida>, corrían para no perder el tren de lo que suponían se avecinaba. La
desfachatez con que se manifestaban daba lástima. No tenían vergüenza.”
La tan alabada transición hacia la democracia no fue un
camino de rosas ni tampoco llegaron las libertades y la democracia de la noche
a la mañana. Por el contrario, el gobierno Arias Navarro mantenía intactas las
fuerzas represivas del régimen franquista mientras que muchos políticos que
ocuparan primeros puestos dentro de la dictadura aparecían unos como
reformistas y otros como aperturistas y “demócratas de toda la vida”. De hecho,
no habría cambio alguno durante los primeros ocho meses de vida de la
monarquía, sólo continuismo que parecía que iba a ser la tónica general dado que Juan Carlos había jurado las Leyes
Fundamentales del franquismo y había mostrado respeto y gratitud a la figura de
Franco durante su proclamación como rey el día 22 de noviembre de 1975.
Las primeras elecciones democráticas llegarían un año y medio
más tarde de la muerte de Franco, el 15 de junio de 1977, en las que saldría
vencedor el partido oficial, el partido respaldado por el rey y por los
reformistas que obtendría 6.310.391, siendo
la fuerza más votada, seguida por el PSOE que obtuvo 5.371.866, el PCE
1.709.890 y Alianza Popular con un decepcionante cuarto puesto con 1.504.771 y
16 diputados. La opción continuista parecía haber fracasado ante la oficialista
que había optado claramente por dar al régimen un aspecto democrático que
convenciera a la comunidad internacional y definitivamente, España volviera a
las instituciones internacionales.
Todavía habría que esperar más para dotarnos de una Constitución, hasta
diciembre de 1978, tres años después de la muerte del dictador y con el voto en
contra de algunos diputados de Alianza Popular que no querían una España con
partidos políticos, menos aún la legalización del PCE que se había producido en
la Semana Santa de 1977 después de los atentados de Atocha en los que un grupo
de ultraderecha asesinaba a tiros el día 24 de enero del mismo año en un bufete
de abogados laboralistas a cinco personas, dejando a otras cuatro heridas. La
nueva monarquía parlamentaria sería posible gracias a los pactos realizados
entre el PSOE y UCD y también en parte y en contra de sus propias convicciones
de Alianza Popular y del PCE. El PSOE ya había sido desprovisto de parte de su
ideología, incluido el marxismo, en el congreso de Suresnes y Felipe González,
su nuevo líder tenía gran conexión con la socialdemocracia alemana, a la vez
que era apoyado internacionalmente por esa opción política.
Existían tres tendencias claras dentro de la derecha española
durante el tardofranquismo y la Transición, mientras que Fraga desarrollaba su
“teoría del centro”.
Por un lado estaban los inmovilistas que pretendían que todo
siguiera igual con la muerte del dictador, en este grupo estaban FET de las
JONS y demás secciones del falangismo y más tarde se organizarían en Fuerza
Nueva todos los que pretendían un continuismo político basado en los principios
fundamentales del franquismo.
Los partidarios de una tímida apertura o una evolución lenta
desde las Leyes Fundamentales se organizaron en asociaciones políticas que
luego constituirían partidos políticos y que se unirían finalmente para crear
Alianza Popular.
Por último, estaban los rupturistas, personalizados en el
partido del gobierno, la UCD de Suárez y que tenían como objetivo la
consecución de un régimen democrático de corte occidental para España y que a
la postre, serán quienes tuvieran más éxito, superando la presión del
“franquismo sociológico” y sobre todo del “ruido de sables” que amenazaba desde
los cuarteles. Esta dirección fue elegida, principalmente por la presión
internacional que obligaría al monarca y al gobierno hacia el rupturismo
político con la dictadura y la creación de una Constitución democrática y un
régimen que garantizase la libertad, el liberalismo y la democracia pero
siempre dirigido desde el gobierno y aceptando las prerrogativas de los
generales.
3.- Origen de los
grupos políticos que formarían Alianza Popular.
La necesidad de dar continuidad a las instituciones
franquistas y al propio régimen dictatorial sería lo que provocase el
nacimiento de asociaciones políticas y más tarde partidos, con el objetivo de
esa defensa. En resumidas cuentas, era la forma de asumir la nueva situación creada
con la muerte de Franco por parte de dirigentes que representaban a esa clase
media bien situada durante la dictadura.
Los primeros grupos políticos que aparecieron desde dentro
del sistema lo harían ya en los años cincuenta. En realidad, eran grupos de
notables sin conexión con la sociedad, así aparecería en 1956 Unión democrática
Cristiana y en 1957, Unión Española.
Sin embargo, no sería hasta 1977 cuando se creará la “Ley de
Asociaciones Políticas”, con esa denominación para no dar la impresión de
multipartidismo y no irritar a los sectores más marcadamente conservadores.
Así aparecieron los grupos de notables pertenecientes a la
derecha franquista que finalmente dieron origen al Partido Popular. Estos grupos
estaban enfrentados entre sí, pero tenían en común la defensa de un cambio
progresivo que no constituyese la ruptura con las Leyes Fundamentales del
franquismo.
Aparte de esos grupos que dieron origen a Alianza Popular,
también estaba el Partido Popular de Areilza, más tendente al aperturismo, y
Fuerza Nueva que pretendía mantener intacto el edificio franquista.
Los partidos que finalmente dieron origen a la fundación de
Alianza Popular fueron siete:
- Reforma Democrática, cuyo líder sería Manuel Fraga
Iribarne, personaje con gran peso político. Fue ministro de Información y
Turismo desde 1962 a 1969 y vicepresidente del gobierno y ministro de
Gobernación entre 1975 y 1976. Sería la última formación en llegar a esta
alianza de las derechas españolas.
- Acción Democrática Española de Federico Silva Muñoz,
también ministro de Franco. En este caso de Planificación y Desarrollo en
1973-1974 y de Educación y Ciencia entre 1974 y 1976. Muy relacionado con los
sectores católicos y compuesta por numerosos miembros del CEU San Pablo y de la
Asociación Católica de Propagandistas.
- Unión Nacional Española, cuyo líder era Gonzalo Fernández
de la Mora, ideólogo franquista, monárquico, diplomático y también ministro de
Obras Públicas entre 1970 y 1974. Esta organización aparece cuando todavía
vivía Franco e incluso Carrero Blanco. Nace por un grupo de tradicionalistas
que proponen realizar un homenaje a Víctor Pradera y Ramiro de Maeztu en el que
intervienen destacados tradicionalistas y falangistas.
- Democracia Social, dirigido por Licinio de la Fuente que
también sería ministro franquista de Trabajo entre 1965 y 1970.
- Unión del Pueblo Español cuyo líder era Cruz Martínez
Esteruelas.
- Acción Regional de Laureano López Rodó, también ministro en
distintas carteras desde 1964 hasta 1974.
- Unión Social Popular de Enrique Thomas de Carranza. Nació
como asociación política también antes de la muerte del dictador con el nombre
de Asociación Nacional para el Estudio de los Problemas Actuales (ANEPA)
Las primeras reuniones de personalidades del franquismo en
casas particulares tuvieron lugar ya antes de la muerte del dictador, durante
el año 1973 y una vez asumido su
inminente fallecimiento y la necesidad de perpetuar en el tiempo el franquismo,
sin Franco. Con esta idea comenzaron a celebrarse reuniones políticas con el
objetivo claro de organizar una asociación política siempre dentro del régimen,
no sin cierta reticencia por parte de muchos que veían que estas asociaciones
iban en contra de todos los principios del Movimiento Nacional.
Durante 1974 aparecieron todas estas asociaciones políticas
dirigidas por personajes de relevancia dentro del franquismo y compuestas por
una militancia procedente del franquismo sociológico. Sin embargo, a la muerte
del dictador el 20 de noviembre de 1975 y antes aún, durante el verano de ese
mismo año en el que Juan Carlos I asume los poderes de Jefe del Estado todos
esos líderes van a comenzar a situarse para afrontar la nueva situación, acercándose
a Juan Carlos y desprendiéndose de su pasado franquista.
Con el primer nombramiento de Arias Navarro y la evolución de
los acontecimientos, especialmente por el miedo que tenían a la llegada de una
posible democracia, los líderes derechistas llegaron a la conclusión de crear
una asociación política al margen o paralela al régimen. Así, en mayo de 1974
tenía lugar en el domicilio de José María Velo de Antelo una reunión compuesta
por importantes miembros de Falange, tradicionalistas y tecnócratas católicos
con el objetivo de la reunificación de fuerzas o de las familias que sostenían
el régimen franquista, llegando a la conclusión de crear una sólida asociación
política. De esta manera tuvieron lugar varias reuniones más, teniendo como
capítulo más importante al margen del nacimiento de la asociación, el hecho de
que finalmente los falangistas no estuvieron de acuerdo en formar parte de
ella.
En resumidas cuentas, se trataría de multitud de partidos que
se encontraban dentro del Movimiento Nacional y que de ningún modo pretendían
su apertura a otros, ni de centro, ni mucho menos de izquierda.
Por otra parte, dentro de los que no habían estado de acuerdo
en el proceso aperturista-continuista que pretendían estas asociaciones
políticas, nació Fuerza Nueva, un partido que pretendía mantener intactos los
principios ideológicos del Movimiento Nacional.
4.- Nacimiento y evolución de AP.
La transformación de simples asociaciones políticas en un
verdadero partido político se materializó en octubre de 1976 con el objetivo
claro y conciso de defender las instituciones franquistas. Este hecho reflejaba
la necesidad que habían expresado reiteradamente los líderes conservadores de
contar con un partido político único que uniera a todas las familias que
sostuvieron el franquismo. Durante los días 5, 6 y 7 de marzo, Alianza Popular
celebró su Congreso Constituyente como federación de partidos, siendo la fecha
de fundación legal del partido según el Registro de Partidos Políticos del
Ministerio del Interior el día 4 de mayo de 1977.
Aunque en el apartado “historia” de la web del PP, por
cierto, muy escueta, aparece lo siguiente: “1976: Manuel Fraga funda Alianza
Popular.”, lo cierto es que Manuel Fraga llegaría tarde a esta
federación de siete partidos que el día 9 de octubre de 1976 se inscribiría
para defender la ideología conservadora y continuista dentro del nuevo
escenario político.
En
su Congreso Constituyente fue presidente el padre del actual ministro de justicia,
José María Ruiz Gallardón y vicepresidente José María Velo de Antelo, siendo
elegidos finalmente como presidente del partido a Federico Silva Muñoz y como
secretario general a Manuel Fraga Iribarne.
Hasta
el último momento, Fraga, mantuvo la esperanza de ser nombrado Presidente del
Gobierno pero el nombramiento de Suárez en julio, tras la dimisión de Arias
Navarro, cogió a todo el mundo por sorpresa dejando a Fraga y su Reforma
Democrática sin muchas alternativas, produciéndose el acercamiento a las otras
seis asociaciones políticas que representaban el continuismo político. Se
completaba, así, el número de asociaciones políticas que formarían Alianza
Popular después de un largo proceso de acercamiento, reuniones y pactos entre
las distintas secciones y familias que mantenían la dictadura. La verdad es que
Fraga carecía de la simpatía del rey Juan Carlos y lo demostraría en numerosas
ocasiones, al igual que la nueva formación política y todos sus miembros. En
noviembre de 1976, declaraba al diario El País que "Lo que
estamos haciendo en AP es aislar a la extrema derecha y traer las fuerzas
conservadoras hacia el centro". No
era cierto, los falangistas no llegaron a un acuerdo con ellos por miedo al
alejamiento de sus bases, no por diferencias ideológicas con “los siete
magníficos”, además, la mayoría de éstos seguían defendiendo las Leyes
Fundamentales y criticaban abiertamente el modelo democrático occidental al que
se oponían. Es significativo el hecho de que el rey dijera al histórico
diputado de AP, Rogelio Baon lo siguiente: "¡Pero,
hombre, cómo te has aliado con Fraga, que ni en Londres le han quitado el pelo
de la dehesa!" en clara alusión
a su disconformidad con estas formaciones políticas y con sus líderes que
hubiera preferido que apoyaran el cambio diseñado por el mismo y representado
en la Unión de Centro Democrático.
En
estos momentos crecía de forma espectacular el prestigio de Blas Piñar y su
nueva formación política Fuerza Nueva, aunque no sería hasta 1978 cuando
alcanzase su momento álgido. En realidad, los comienzos no fueron sencillos ya
que tenían una dura competencia dentro del espacio político que deseaban
ocupar. Por un lado estaba Fuerza Nueva y por otro Unión de Centro
Democrático.
Fuerza Nueva no sentía ningún escrúpulo ni arrepentimiento
por los crímenes del franquismo y recogió un ideario bastante simple y uniría a
la extrema derecha siguiendo las distintas tradiciones, Falange Española,
Falange Española de las JONS, etc., pero el grupo más fuerte va a ser el
fundado por Blas Piñar en 1976 y finalmente aglutinaría a las distintas
falanges. Su ideario, como el de la dictadura franquista, era bastante simple,
continuar en el inmovilismo político y respeto a los principios surgidos del
alzamiento contra la II República así como la implantación de una nueva
dictadura. Se trataría de una mezcla de catolicismo integrista, falangismo y
tradicionalismo.
Sin embargo, AP pretendía el continuismo político con un
mínimo de concesiones aunque lo que sí que hicieron fue maquillar sus discursos
intentando parecer un partido demócrata y de centro. José María Velo de Antelo,
vicepresidente de Unión Nacional Española, miembro de la primera Junta Directiva de Alianza Popular y Vicepresidente del primer Congreso de AP les llama directamente traidores cuyo
único objetivo es encontrar un lugar dentro de la nueva situación política
española a muchos de sus compañeros de partido. Estas críticas llegan al
extremo con respecto a los dirigentes de la UCD.
Por
otro lado, las Fuerzas Armadas fueron una amenaza constante durante todo el
periodo además de constituir una ayuda constante al gobierno en el campo de la
seguridad pública. Los militares conspiraban abiertamente contra el proceso
aperturista, contra la democracia y contra los partidos de izquierda y
nacionalistas periféricos.
La
cúpula militar y toda su estructura eran íntegramente franquistas y
absolutamente reaccionarios, agitados por el creciente terrorismo etarra y del
grapo que atentaban abiertamente contra el estamento militar y muy incómodos
con la creciente presencia de partidos políticos y la tolerancia con la
izquierda política. El 21 de septiembre de 1976 Adolfo Suárez había nombrado
como vicepresidente primero del Gobierno a un militar, Manuel Gutiérrez Mellado
que a la postre sería el responsable, no tanto de modernizar y reformar las
estructuras de todos los Ejércitos, sino de mantenerlos disciplinados y a las
órdenes del poder civil para poder llevar a cabo el proceso de la Transición.
En realidad, la Unión Militar Democrática era más bien anecdótica que una
asociación militar con poder alguno, quienes tenían un poder real y la mayoría
aplastante eran los que estaban próximos a los círculos ultraderechistas y
defensores a toda costa del régimen franquista. De esta forma, tras haber sido
perseguidos, juzgados, condenados y expulsados del ejército algunos militares
de la UME, esta asociación se disolvió al día siguiente de las elecciones de
1977, mientras que un grupo de militares pasaron de la simple conspiración
cuartelaría a la acción, llevando a cabo un plan de acción previsto para el 17
de noviembre de 1978 en el que pretendían asaltar el Palacio de la Moncloa con
200 policías nacionales y secuestrar al gobierno. Es lo que se llamó “Operación
Galaxia” que fue desactivada por el gobierno, siendo detenidos Ricardo Sáenz de
Ynestrillas y Antonio Tejero condenados a seis meses de prisión sin suspensión
de empleo. En resumen, Gutiérrez Mellado fue el hombre llamado a mantener la
calma dentro del ejército íntegramente franquista, y viendo la posterior
evolución, lo consiguió.
Atendiendo
a las relaciones personales entre políticos provenientes del régimen
franquista, con la élite militar y con las más altas instituciones jurídicas, financieras,
periodísticas, en resumidas cuentas, todas las instancias de poder, el ideario de AP detallaba su adscripción al
catolicismo, la Patria y la Monarquía, así como la defensa de las Leyes
Fundamentales. Eran contrarios a la legalización del PCE, defensores del libre
mercado y en principio, contrarios a la Constitución. Todo ello les hacía estar
mucho más cerca de la dictadura franquista que de ningún tipo de evolución
hacia ninguna democracia. Sin embargo, todo el empeño, no sólo de Fraga, sino
de buena parte del partido era de crear una imagen distinta para llegar a tener
unas bases sólidas.
En las elecciones de junio de 1977, Alianza Popular vio
frustradas sus aspiraciones como partido continuista del franquismo sociológico
y fue superada ampliamente por la UCD de Suárez y por el PSOE de Felipe
González, quedando a una distancia bastante menor del PCE. El perfil de los
candidatos aliancistas era básicamente continuista, casi el 30% de los
candidatos tenían experiencia política dentro del franquismo, poco más del 50%
eran licenciados universitarios y todos sus miembros pertenecían a la clase
media-alta, siendo mayoría los abogados.
El partido ganador de las elecciones fue UCD, con 6.310.391 votos era partido fundado por el elegido por el rey para llevar a
España hacia una democracia dirigida de corte occidental tras el fracaso
político de los primeros momentos de la monarquía, seguido del PSOE con 5.371.866 con su nuevo líder, Felipe González que
previamente había sido elegido secretario General del Partido en Suresnes en el
XXVI Congreso del partido que abandonaría el marxismo tradicional para seguir
las nuevas líneas de la socialdemocracia defendidas por el grupo de los
“sevillanos”.
Las contradicciones internas de este grupo político llegaron
finalmente en el momento de votar a favor o en contra en las sesiones del
Congreso y el Senado. El procedimiento seguido para llevar a cabo el proceso de
“Transición” fue el que indicaban las Leyes Fundamentales. La Ley para la
Reforma Política había sido el primer paso, aprobada por las Cortes en
noviembre de 1976 y sometida a referéndum el día 15 de diciembre. Las
elecciones de 1977 eran las primeras democráticas desde febrero de 1936 y AP
tuvo que buscar el voto como un partido más dentro del amplio panorama
político. De todas formas, los verdaderos problemas no llegaron con el revolcón
electoral sino poco después. Las Cortes elegidas en junio de 1977 tendrían la
importante tarea de elaborar una Constitución mientras que la fórmula elegida
para realizar el anteproyecto constitucional fue encargárselo al Congreso de
los Diputados en lugar de al Gobierno. En ese contexto se nombró una Ponencia
compuesta por siete diputados, tres por el partido que había ganado las
elecciones, UCD, Gabriel Cisneros, José Pedro Pérez-Llorca y Miguel Herrero de
Miñón, uno más del PSOE, Gregorio Peces Barba; otro del PSUC, Jordi Solé Tura;
uno por parte de Pacte
Democràtic per Catalunya, Miquel Roca y uno más por parte de Alianza Popular,
Manuel Fraga Iribarne.
Los
trabajos de la ponencia y las sesiones comenzaron de inmediato, en el mes de
agosto y las negociaciones fueron duras llegando Fraga a ausentarse de varias
de estas sesiones por incompatibilidad con el resto de “padres de la
Constitución”. El líder de Alianza Popular llegaría a elaborar su propio modelo
de Constitución completo con la ayuda de Laureano López Rodó.
El
anteproyecto se discutió por separado en el Congreso y en las Cortes llegando a
tener discrepancias entre uno y otro por lo que fue necesaria la intervención
mixta para elaborar el texto definitivo que sería aprobado el 31 de octubre de
1978 con 325 votos a favor en el Congreso, 14 abstenciones y tan sólo 6 votos
en contra de los que 5 de ellos pertenecían a diputados de Alianza Popular. Votaron en contra, Silva Muñoz,
Fernández de la Mora, Jarabo Payá, Martínez Emperador y Pedro de Mendizábal,
mientras que otros tres se abstuvieron, Licinio de la Fuente, Álvaro Lapuerta y
Modesto Piñeiro. Esta situación dejaba bien a las claras las diferencias dentro
del partido que llevaría a que abandonaran la federación la Unión Nacional
Española y Acción democrática española, tres de los “siete magníficos”, Gonzalo
Fernández de la Mora, Federico Silva Muñoz y Thomás de Carranza más otro
diputado, Martínez Emperador. Finalmente, Federico Silva Muñoz crearía un
partido formado por una coalición de partidos en 1979 a la derecha de Alianza
Popular con el nombre de Derecha Democrática Española.
De esta forma, en las elecciones generales de marzo de 1979,
Alianza Popular recibiría un importante varapalo presentándose bajo las siglas
de CD, Coalición Democrática y obteniendo poco más de un millón de votos
constituyéndose así como la cuarta fuerza política del país, por debajo del
Partido Comunista de España que obtuvo casi dos millones de votos, el PSOE muy
cerca ya de UCD con cinco millones y medio de votos y la Unión de Centro
Democrático todavía ganador con más de seis millones doscientos mil votantes.
Desde diciembre de 1979 cuando se celebra el III Congreso Nacional, se va a
definir al partido como liberal y conservador, con pretensiones de llegar a ser
un partido de masas con posibilidad de ganar unas elecciones democráticas, tras
aceptar finalmente, también este último término.
Será en ese congreso en el que dimiten el presidente, Félix
Pastor y los dos vicepresidentes donde el partido asuma realmente un carácter
plenamente democrático y la modificación
de sus estatutos. Manuel Fraga asumirá en este momento de crisis la presidencia
del partido de forma interina y será el momento en que se acepte el carácter
marcadamente presidencialista que conserva el partido hasta la actualidad. La
frustración de los primeros años en los que se vieron superados electoralmente,
tanto por UCD como por el PSOE, hizo que Fraga intentase maquillar el partido
sin hacer cambios estructurales. De la misma forma, Manuel Fraga había visto en
la crisis de UCD el “peligro socialista” y comenzaba a propugnar la unión de
todas las derechas obteniendo la negativa de Adolfo Suárez.
5. Conclusión.
Tras un largo periodo de dictadura militar en el que las
derechas españolas se habían sentido muy cómodas, poco tiempo antes de la
muerte del dictador es cuando comienzan los movimientos dirigidos a mantenerse
dentro de lo que presentían un nuevo orden más o menos democrático en el que
tendrían que asociarse y constituirse como formaciones políticas. Después de la
muerte de Franco las distintas derechas
que conformaban el régimen se escindieron en un amplio amasijo de grupos y
personalidades cuyo pensamiento iba desde la reforma progresiva hasta una
minoría que creía en la ruptura y lo que a mi juicio llegó a implantarse con el
tiempo, que fue ni más ni menos que la reinvención de unas derechas
democráticas y liberales que en un primer momento no tenían apenas seguidores
ni tampoco un pasado reciente en el que mirarse ya que habían aprovechado la
dictadura para imponer sus ideas y prevalecer dentro de los círculos del poder.
Parte del franquismo sociológico, desde luego, no la totalidad, ni mucho menos,
se sentía avergonzado de la aceptación y sostenimiento de la dictadura
franquista. Las élites de las distintas familias que mantuvieron a Franco en el
poder, van a ser los que encabezarán esta tendencia asociacionista que comenzaría,
como mínimo a partir de la aprobación de la Ley Orgánica del Estado en 1967 y
era hasta donde en principio estaban dispuestos a abrir el régimen franquista
y su “democracia orgánica”.
Las primeras conversaciones fueron duras y encontradas, con
unos líderes que se encontraban enfrentados entre sí por sus egos, sus
distintas percepciones del régimen, sus propios beneficios y por haber sido
todos ellos ministros y grandes jerarcas del franquismo. Aún así, estaban
condenados al entendimiento que se consolidaría en la creación de la asociación
de partidos que formarán la Alianza Popular dejando fuera por la derecha a las
distintas falanges y a la parte más íntegra del franquismo que formaría el
partido político Fuerza Nueva y grandes espacios de la sociedad en los que se
encontraban altos y medios funcionarios, desde la Justicia hasta sobre todo la
Defensa y la policía. Más “progresistas” serán los que junto a Adolfo Suárez,
abandonaran sus viejas ideas para creer en una democracia real y pasarán a
formar parte de la Unión de Centro Democrático (UCD).
En octubre
de 1976 nacía Alianza Popular con el objetivo de reunir a todos los grupos
herederos de la derecha franquista en una coalición, más que de partidos, de
grupos de notables cuyos jefes estaban enfrentados entre sí, como hemos visto,
pero que en el fondo lo que les unía era más que lo que les separaba.
Todos esos
grupos pretendían una reforma limitada, no eran rupturistas, sino que
pretendían dar continuidad a las instituciones franquistas con la menor pérdida
posible de privilegios y sin salirse de las Leyes Fundamentales.
Desde el
primer momento, los acuerdos llegaron a algunas conclusiones que manifestaban
en su ideario y detallaba su adscripción al catolicismo, la Patria y la
Monarquía, así como la defensa de las Leyes Fundamentales. Eran contrarios a la
legalización del PCE, defensores del libre mercado y en principio, contrarios a
la Constitución.
En las
elecciones de junio de 1977, Alianza Popular vio frustradas sus aspiraciones
como partido continuista del franquismo sociológico y fue superada ampliamente
por la UCD de Suárez, por el PSOE de Felipe González, e incluso por el PCE.
Como partido
también tuvo la importante tarea de colaborar en la elaboración de la
Constitución de 1978, aunque, en principio no fueran favorables a la aceptación
de una Constitución y que a la larga llevaría nuevamente al enfrentamiento
entre sus líderes y la huida de algunos de los más característicos que además
habían votado en contra de la Constitución y crearían su propio partido.
La derrota
en las elecciones de marzo de 1979 era otra más de tantas desde que se iniciara
este nuevo periodo democrático de la vida de España que llevó a la celebración
del III Congreso Nacional de Alianza Popular con una crisis pronunciada y a
plantear y llevar a cabo una primera refundación del partido y el
convencimiento de su líder, Manuel Fraga Iribarne, de la necesidad de la unión
de la derecha española ante el inminente avance del PSOE.
En resumidas
cuentas, los comienzos del partido fueron duros en cuanto a la competencia con
otros partidos y también con respecto a las contradicciones internas y las
distintas tendencias que debía aunar Alianza Popular. En el lado positivo está
el hecho de que Alianza Popular haya conservado en su seno una masa social más
inclinada hacia la ultraderecha y por aquello del voto útil, no hayan
prosperado mucho los partidos a su derecha y de esta forma no exista en España
una ultraderecha fuerte como ocurre en el resto de países europeos.
Autor: José Luis Romero Carretero.
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