1. La Derecha regeneracionista (1898-1923)
La crisis del liberalismo en Europa: neoconservadurismo,
catolicismo social y derecha radical. Regeneracionismo y conservadurismo en
España. El catolicismo social. El sindicalismo libre. El carlismo. Del
regionalismo al nacionalismo: Cataluña y el País Vasco. La crisis del
parlamentarismo en España.
2. La Derecha primorriverista (1923-1931)
La nueva derecha europea: anticomunismo y fascismo. La
derecha española y el golpe de Estado. La lucha contra el caciquismo. La Unión
Patriótica y el Somatén. La oposición conservadora El carlismo La caída de la
Dictadura y el error Berenguer.
3. Primera
Transición de la Derecha (1931-1937)
El auge de los fascismos nacionales en Europa y la
extensión de los modelos corporativistas. La reorganización de la derecha
española: Acción Nacional y la Comunión Tradicionalista. La reacción contra el
reformismo republicano.
El nacimiento del fascismo español. La derecha en el
segundo bienio. La etapa del Frente Popular. La derecha y la conspiración
militar. La marcha hacia la Unificación.
4. La Derecha franquista. I: nacionalsindicalistas y
nacionalcatólicos (1937-1967)
La derrota del fascismo y la emergencia de la derecha
democrática europea. La naturaleza del franquismo. Cauces de participación y
representación orgánica. Una derecha militar. Aspectos ideológicos: de la
revolución pendiente a la tecnocracia.
1. La Derecha regeneracionista (1898-1923)
1.1 La crisis del
liberalismo en Europa: neoconservadurismo, catolicismo social y derecha
radical.
La decadencia del liberalismo clásico en Europa tal y como
se había conocido en los siglos XVII y XVIII era una evidencia a finales del
XIX.
En realidad, hacia 1880, lo esencial del liberalismo se
mantenía, aunque había sufrido importantes cambios en la doctrina y en su
programa desde John Locke en el XVII y los filósofos franceses del XVIII.
El liberalismo económico originó muchos problemas en la
economía occidental y en todos los países se pedía el proteccionismo
arancelario para proteger los productos nacionales. Primero se protegió la
agricultura y poco después los productos industriales.
A su vez, los países más industrializados buscaron nuevos
mercados para abastecerse de materias primas y para vender sus productos
elaborados, Alemania, Francia, EEUU, etc., se lanzaron hacia la aventura del
colonialismo y el nacionalismo económico mientras que aparecían grandes
monopolios.
No sólo España era un imperio en decadencia, las colonias
portuguesas eran repartidas por los nuevos países coloniales y por el imperio
británico. Otros países como la recientemente creada Italia o la vieja Francia,
también vieron frustradas sus expectativas coloniales.
La decadencia intelectual también era un hecho, los
principios de “La Ilustración” que habían servido a la burguesía y al
liberalismo para acceder al poder eran ahora cuestionados, al igual que el
positivismo., mientras que los regímenes liberal-parlamentarios perdían
legitimidad. Esta crisis de valores y de ideología llevó a nuevos
planteamientos dentro del pensamiento europeo. Así pues, apareció en Francia,
lo que ha venido en llamarse, conservadurismo radical o nacionalismo radical. Sus
principios estaban dirigidos al retorno a una sociedad preindustrial a la que
se presenta como idílica en la que se hace exaltación del honor, de las
sociedades tradicionales y especialmente de la nación. También se caracteriza por
el odio hacia las democracias liberales y su profundo antisemitismo a la vez
que hace un llamamiento al activismo y a la violencia. Esta nueva orientación
del nacionalismo difería bastante del nacionalismo romántico y nació en
Francia, de la mano de Maurras y Barrés.
La crisis también hizo replantearse la que debería ser la
influencia de la Iglesia Católica en España. Al anticlericalismo intelectual y
político, se le unía otro de carácter mucho más radical de corte popular que
llevaría al empleo de la violencia contra religiosos y contra sus templos
durante la “Semana Trágica” en 1909. Dentro del catolicismo nunca hubo figuras
de reconocido prestigio intelectual y los pocos que como Menéndez Pelayo
defendían la influencia católica en la sociedad y política española, quedaron
muy tocados tras el Desastre. Tampoco se
consideró necesaria la creación de un partido político o asociación política
que aglutinara a todos los católicos españoles debido a su configuración
polinuclear en multitud de grupos, desde el carlismo, los conservadores, etc.,
que podría haber desembocado en la aparición de un partido de corte europeo
social-católico. En lo relativo a la transmisión de la ideología, fue Herrera
Oria y el periódico que dirigía, “El Debate”, los encargados de la acción
propagandística desde la perspectiva conservadora católica.
El catolicismo social había aparecido de forma paralela al
movimiento obrero, en parte para compensar las duras condiciones de vida del
obrero industrial y sus familias y también como contrapartida al crecimiento
del sindicalismo socialista y anarquista. En este contexto donde se pretendía
configurar formas de religiosidad interclasista para atraer a la clase
trabajadora, el paternalismo patronal va ser una constante en la dirección de estas
organizaciones por lo que su penetración dentro de las clases trabajadoras va a
ser muy limitado, especialmente en la industria.
La derecha radical en España va a aparecer con la caída de
Maura tras la “Semana Trágica” en 1909., surgiendo el maurismo como grupo
político diferenciado y no de la mano del propio Maura sino de las Juventudes
Conservadoras formadas por jóvenes de la clase media y alta que de momento no
tenían ninguna trascendencia política. Pronto despuntaría Goicoechea con una
ideología que se basaba en llevar a cabo la “revolución desde arriba”, centrándose
en el interiorismo y la vuelta a los valores patrios donde la Monarquía y la
Iglesia Católica es la propia esencia de la Patria. También Calvo Sotelo hacía
una dura crítica al liberalismo y pretendía un Estado fuerte por encima de los
intereses del libre comercio y la crítica a todas las corrientes intelectuales
europeístas.
1.2 Regeneracionismo
y conservadurismo en España.
El objetivo de las derechas españolas tras el Desastre del 98
era la búsqueda de un proyecto de vertebración nacional. Todo parecía indicar
la caída del régimen de la Restauración a manos del carlismo, el republicanismo
o los militares. Sin embargo, finalmente, tras la caída de los liberales fueron
los conservadores dinásticos los que pudieron llevar a cabo su programa político
a través de Francisco Silvela, basado en la reforma de las administraciones
públicas, el sufragio corporativo y la descentralización administrativa y la
atención especial a la agricultura, industria y comercio para combatir el
caciquismo. Para ello, llevo a cabo un acercamiento a todas las fuerzas
conservadoras, desde los militares, con Polavieja a la cabeza, neutralizando
así, un posible golpe de estado, hasta los regionalistas catalanes. En contra,
tuvo a los republicanos, liberales, anticlericales o las cámaras de comercio.
En mayo de 1902, Alfonso XIII jura la Constitución de 1876
al cumplir su mayoría de edad comienza su reinado rodeado de una “camarilla
real” y despreciando las Cortes. Se sentía, monarca por “la gracia divina” y
cercano a la institución militar. Por todo ello, el nuevo líder conservador,
Antonio Maura que creía en el poder civil por encima del militar y en cierta
medida hasta podría ser en el fondo un liberal, aunque creía que el catolicismo
era el eje central del nacionalismo español y la Monarquía una institución
cuasi divina. El maurismo, nace del agotamiento del liberalismo doctrinario y
de su crisis y aplicando la “revolución desde arriba”. La represión después de
la “semana trágica” contra la protesta de republicanos, socialistas y
anarquistas por el conflicto de fronteras en Melilla y la movilización entre
las clases trabajadoras llevó a la dimisión de Maura. De esa forma nacerá el
maurismo.
1.3 El carlismo.
Después de un siglo de lucha contra el liberalismo
centralista los carlistas esperaban la caída del Régimen tras el fracaso del
98, aunque ahora ya no disponían de la fuerza suficiente para provocar una
nueva guerra civil. Una nueva forma de actuación iba a aparecer en las filas
del carlismo para la modernización y movilización. Se llevó a cabo una
adaptación a los nuevos tiempos, marcada por la actividad política propia de un
partido, más que por la insurrección violenta practicada con anterioridad y por
una evolución de las ideas de la mano de Enrique Gil y Robles y de Juan Vázquez
de Mella que defendieron el carácter tradicionalista y la sociedad organicista,
basada en un Estado con menor poder en favor del regionalismo y una sociedad
estratificada jerárquicamente en clases sociales y estamentos.
Teniendo claras las diferencias básicas de los orígenes y
de los propios planteamientos de cada formación política, el carlismo se sintió
cercano al partido conservador en general y al maurismo en particular, lo que le
enfrentaba a su vez con estos para la
ampliación de su base social. De forma paralela tuvo que competir con los
nuevos nacionalismos periféricos con los que le unía el regionalismo y su
carácter marcadamente conservador.
1.4 El
sindicalismo libre.
El “sindicalismo católico libre” forma parte de la
actividad social católica y conservadora para contrarrestar la creciente
influencia de los sindicatos obreros. Inmediatamente, la clase alta, formada
por patrones, burgueses y nobles se apresurarán a poner en marcha estos
proyectos. Los primeros sindicatos fueron creados en Madrid, Valladolid, Oviedo
y Barcelona con el apoyo de los patronos para combatir contra el creciente
poder de los sindicatos obreros. El sindicalismo católico tuvo una influencia
dentro de la clase obrera bastante reducido y aún así, había amplios sectores
católicos que eran claramente contrarios a la existencia del sindicalismo
católico libre. Gerard fue su fundador, siguiendo el ejemplo del padre Rutten
en Bélgica y se creo muchos enemigos dentro de la patronal y la Iglesia. De la
misma forma, el nacionalismo vasco, tradicionalista y ultracatólico, se va a
dotar de su propio sindicalismo para luchar a su vez contra el liberalismo y
contra el socialismo para afianzar sus valores tradicionales. En otras regiones
del norte peninsular van a tener cierto éxito los sindicatos agrícolas
católicos, como en Castilla la Vieja, Navarra o Aragón, organizados por
pequeños propietarios y terratenientes mientras que en las tierras del sur,
dominadas por los grandes latifundios, los braceros y jornaleros no van a
formar parte de ese sindicalismo. En esta dirección, dentro del mundo rural, va
a nacer en 1917 la “Confederación Católico-Agraria” que pretendía ser una
organización interclasista que fue dirigida por los grandes terratenientes del
campo y ofreció durante los veinte años de su existencia una amplia base social
católica.
Dentro del sindicalismo derechista apartado del
catolicismo, nació en Barcelona de la mano de obreros tradicionalistas los
“Sindicatos Libres de Barcelona”, muy enfrentados a socialistas y anarquistas y
el fenómeno del pistolerismo en el que los patronos contratan asesinos a sueldo
a para atentar contra los principales dirigentes de los sindicatos obreros.
1.5 Del
regionalismo al nacionalismo: Cataluña y el País Vasco.
El origen de los nacionalismos periféricos se basa en las
diferencias culturales, lengua propia y distinta legislación correspondiendo la
iniciativa a los catalanistas.
Se trata de movimientos conservadores en sus orígenes y muy
enfrentados al liberalismo. En el caso catalán, La Renaixensa comienza ya en
1933 con un marcado carácter católico y conservador. Desde el principio, no
faltaron intelectuales, escritores e ideólogos que se unieran al catalanismo.,
llegando en 1891 a crear la “Unió Catalanista” que va a plantear ya a estas
alturas grandes cotas de autonomía para Cataluña aunque sin poner en duda el
régimen político. Eso sí, siempre contra el poder unitario y centralizador del
Estado y siendo sus principales ideólogos, seguidores del conservadurismo
radical francés de Maurras y Barrés. Su máximo ideólogo fue Enric Prat que aún
siendo antiliberal y antiparlamentario, no era separatista, creía en un Estado
federal. Tras el Desastre del 98 y la pérdida de las colonias dio nuevo impulso
al nacionalismo catalán.
En 1901 se crea la Lliga Regionalista con el objetivo de
organizar un frente catalanista interclasista. En menos de un año había ganado
las elecciones locales de las cuatro provincias catalanas, rompiendo en
Cataluña el bipartidismo clásico de la Restauración. Al mismo tiempo nace de la
mano de Alejandro Lerroux un republicanismo anticatalanista que le disputará el
espacio político a la Lliga.
El origen del nacionalismo vasco fue muy diferente al
catalán y nunca contó con el apoyo y la simpatía de los intelectuales a
diferencia de éste. Se trata de la obra personal de Sabino Arana, procedente de
una familia burguesa de ascendencia carlista, aunque no habían faltado algunos
intentos liberales que no tuvieron éxito.
Como heredero de una familia carlista, tenía una marcada
educación tradicionalista, católica y antiliberal, aunque sin una buena base
cultural e intelectual que hizo que su ideología fuese confusa y de hecho,
cambiante a lo largo de su vida. Sus planteamientos., además de
independentistas eran de signo racista, defendiendo la “raza vasca” por encima
del resto de habitantes de la península, incluso defendió el hecho de que los
catalanes formaban parte del resto de España. Además, era un marcado antiliberal
que veía en el nuevo proceso industrializador del País Vasco un nuevo enemigo
de la tradición y nuevamente una amenaza por la afluencia de inmigrantes
españoles a las crecientes ciudades vascas. Al final de su vida, Arana se
desmarcó de ese odio profundo a lo español y al anticapitalismo, renunciando al
independentismo y aceptando una amplia autonomía.
1.6 La crisis del
parlamentarismo en España.
Aunque la crisis del 98 había dejado tocado el sistema
parlamentario de La Restauración, ya vimos como siguió superando obstáculos.
Sería a partir de otra crisis, esta vez provocada por la I Guerra Mundial que
había permitido a la industria y el comercio españoles un desarrollo no
conocido con anterioridad, debido a la exportación de todo tipo de productos
españoles a los países en guerra, cuando el régimen de la Restauración tendrá
cercano su fin. Esta buena dinámica de la industria y el comercio, provocó una
fuerte inflación, escasez de productos básicos, etc., lo que a su vez dinamitó
la situación social que llevó al incremento de la filiación sindical obrera,
numerosas huelgas y sublevaciones populares. Esta crisis puso en evidencia las
enormes diferencias económicas entre las distintas clases sociales, la
agricultura y la industria, las distintas regiones y en fin, el centro y la
periferia.
Este clima de agitación social llenó todos los espacios y
todas las clases sociales. Las derechas españolas vieron con verdadero pánico
los acontecimientos ocurridos en octubre de 1917 en la Rusia zarista. Fue en
esa fecha emblemática cuando la crisis del régimen entró en una sucesión de
acontecimientos que le llevaron a su fin.
2. La Derecha primorriverista (1923-1931).
2.1 La nueva
derecha europea: anticomunismo y fascismo.
La Europa posterior a la I Guerra Mundial va a incidir en
la democracia aunque el temor de las democracias liberales va a ser la reciente
Revolución Soviética y el ascenso del comunismo tanto en el gigante que será la
URSS como el nacimiento de los partidos comunistas en el interior de los estados.
También va a ser el momento en el que hagan aparición los
fascismos, siendo el primero el fascismo italiano en 1922, adelantándose en una
década al resto de fascismos y que culminará en la creación de un estado
totalitario en Alemania de la mano de Hitler y el nacionalsocialismo.
2.2 La derecha
española y el golpe de Estado.
El golpe de estado y la instauración de la dictadura de
Primo de Rivera supuso el cambio de unas élites políticas por otras., el
desplazamiento del conservadurismo liberal y del régimen canovista de la
Restauración por una dictadura militar sostenida por nuevos políticos
conservadores tradicionales.
Esta nueva derecha va a surgir, gracias a la crisis
ideológica y del sistema político de la Restauración posterior a la Gran Guerra
y especialmente a la Revolución Soviética.
La crisis económica que siguió al final de la Gran Guerra,
producida por la competencia de productos europeos en esos mercados que habían
estado favorecidos durante la guerra a nuestro país y la caída de la producción,
además de la fuerte inflación interna debida a que los precios de los productos
que se exportaban eran mayores que los que podían pagar los ciudadanos
españoles llevaron a sublevaciones sociales, huelgas, etc., y a un aumento
considerable del sindicato anarquista, CNT.
Esta nueva crisis se vio reflejada además de a nivel
político y económico, especialmente y de forma virulenta en el espacio social.
Contra todos los movimientos obreros y sus reivindicaciones apareció la acción
social antirrevolucionaria católica hasta llegar a crear sindicatos católicos
libres para competir con el sindicalismo obrero.
También los intelectuales se alinearon dentro de las
corrientes conservadoras y contrarrevolucionarias que venían de Europa tras la
Gran Guerra, junto a los militares que se habían establecido en Juntas que
finalmente serían reconducidas contra los movimientos obreros de igual forma
que lo hicieron el conjunto del empresariado español y el nacionalismo catalán
de la mano de Cambó.
Finalmente, tras una última etapa política muy convulsiva e
inestable, Miguel Primo de Rivera en 1923 va a llevar a cabo la ruptura con la
tradición liberal iniciada un siglo antes y caracterizada por la falta de un
programa que sustentase la dictadura y un proteccionismo e intervencionismo
paternalista. La dictadura pretendió insaurarse como sistema político lo que
fue mal recibido por todos los sectores de la sociedad pese a la buena acogida
que tuvo su llegada. El partido de la dictadura sería Unión Patriótica aunque la
dictadura intentó el consenso con el PSOE y con la UGT lo que le valió las
suspicacias de la derecha.
2.3 La lucha
contra el caciquismo.
La lucha contra el caciquismo y las anteriores élites
políticas va a ser clara desde el inicio de la Dictadura. Para llevar a cabo
esta ofensiva contó con el apoyo del catolicismo social y del maurismo. Se
aprobaron el Estatuto Municipal y el Provincial que dieron mayor autonomía a
esos niveles pero el objetivo final de acabar con el caciquismo no se consiguió
en absoluto y lo que ocurriría, sería que muchos cacicatos acabasen formando
parte del nuevo partido de la Dictadura, Unión Patriótica.
2.4 La Unión
Patriótica y el Somatén.
Si la Dictadura no se sustentaba sobre unos cimientos
programáticos sólidos, el nuevo partido, Unión Patriótica, tampoco iba a tener
una ideología definida. Se trata más bien, de una asociación que recogiera las
principales corrientes conservadoras tradicionales y basada en dos principios
básicos, el patriotismo y el absolutismo.
Este partido de la Dictadura recoge la herencia ideológica
del catolicismo social, el antiliberalismo, el tradicionalismo y el maurismo al
que se fueron uniendo como ya vimos los distintos cacicatos aunados detrás del
simbolismo de la Monarquía y el Catolicismo.
El Somatén estaba destinado a la represión de huelgas y a
la lucha contra el movimiento obrero y el sindicalismo. En 1923, con la
implantación de la Dictadura se va a imponer en toda España y va a estar
organizada, subordinada y dirigida por mandos militares.
2.5 La oposición
conservadora.
El momento en el que resurgirá la oposición conservadora
será a partir de 1925 cuando el régimen pretendió perpetuarse en el tiempo con
la formación del Directorio civil y la convocatoria de la Asamblea. La
aristocracia fue contraria a las nuevas medidas fiscales, aunque sería en ese
año 1925 cuando apareciera el antiguo partido conservador. Por otro lado
Sánchez Guerra llamaba al liberalismo, mientras que figuras como el Conde de
Romanones participaban en un intento de golpe de Estado que sería fácilmente
reprimido.
2.7 La caída de
la Dictadura y el error Berenguer.
El enfrentamiento entre las distintas fuerzas conservadoras
llevaría finalmente a la caída de la Dictadura el 28 de enero de 1930, justo un
día antes de que se llevase a cabo un golpe de Estado. El dictador había sido
abandonado por todos los sectores que le habían apoyado.
Por un momento, pareció que volvía a tener una nueva
oportunidad el conservadurismo liberal, aunque se puso de manifiesto tanto los
problemas con los que se enfrentó la Restauración como los de la Dictadura sin
dar soluciones. En primer lugar, los viejos sistemas caciquiles habían cambiado
y ya no sería operante en la España de ¡930. De igual manera, los políticos
conservadores, liberales e incluso los monárquicos, dieron la espalda a Alfonso
XIII que había quedado en una situación muy debilitada por su complicidad con
la Dictadura.
El gobierno que se formó para suceder a la Dictadura fue de
claros tintes conservadores, presidido por
un general Dámaso Berenguer, pero ya era demasiado tarde, los
monárquicos se pasaban al lado republicano sintiéndose agraviados con el rey.
De esta forma era abandonado Alfonso XIII, mientras que políticos relevantes
del lado monárquico como Miguel Maura y Alcalá Zamora creaban un partido
republicano, la Derecha Liberal Republicana mientras que los primorriveristas
se unían en Unión Monárquica Nacional. Evidentemente,
el mayor error del gobierno Berenguer fue pensar y actuar como si nada hubiese
pasado y pretender imponer el sistema caduco de la Restauración. La crisis se
acentúo con la convocatoria de elecciones. En febrero, caía el gobierno y hubo
de formarse uno de concentración con el almirante Aznar a la cabeza.
3. Primera
Transición de la Derecha (1931-1937)
3.1 El auge de
los fascismos nacionales en Europa y la extensión de los modelos
corporativistas.
Los regímenes fascistas se van a multiplicar por Europa
durante el periodo de entreguerras y particularmente en los años treinta tras
la llegada al poder del nacionalsocialismo alemán en el año 1933.
El fascismo italiano había sido el primero en desarrollarse
y será el que marque los principios doctrinales generales aunque la expresión
máxima del fenómeno fascista y el totalitarismo será reflejada en el nazismo
alemán.
En España, no será un partido de masas, ni unas elecciones
generales las que marcarán el fenómeno fascista, de hecho, falange será un
partido minoritario hasta el inicio de la guerra civil. Será el ejército el que
aprovechará tanto la simbología, la camaradería y el patriotismo falangistas
para utilizarlos a su favor.
El modelo corporativo totalitario al que aspiró Mussolini
no llegó a completarse en Italia, aunque si lo haría en la Alemania nazi que
completaría el modelo fascista en su máxima expresión. La España franquista
extendería el fascismo en el tiempo, aunque con muchas modificaciones sobre lo
que suponía un modelo fascista como lo pensaron sus creadores y sin una
planificación totalitaria en todos los espacios de la vida nacional.
3.2 La
reorganización de la derecha española: Acción Nacional y la Comunión
Tradicionalista.
Tras la llegada de la República el 14 de abril de 1931 con
la victoria de las elecciones generales en las ciudades de los partidos
republicanos, se haría más visible el abandono en el que se encontraba Alfonso
XIII que tendría que partir hacia el exilio mientras que las derechas se
encontraban totalmente fragmentadas e incluso enfrentadas entre sí. Los viejos
partidos de notables no eran compatibles con una verdadera democracia en la que
cada ciudadano tenía un voto. Así, tanto los descendientes de los viejos
partidos conservador y liberal no supieron adaptarse al nuevo régimen mientras
que el catolicismo social muy reforzado desde 1875 se mantenía firme en su
oposición al liberalismo y ahora contra un régimen que claramente nacía girado
a la izquierda.
La huida de los monárquicos fue generalizada y tan sólo el
partido creado por Maura y Alcalá Zamora, tuvieron un importante papel en el
gobierno provisional mientras que la derecha católica se agrupaba en torno a
Acción Nacional, nacía también un partido de notables, el Partido Republicano
Liberal-Demócrata y otro de intelectuales, la Agrupación al Servicio de la
República. En Cataluña aparece Unió Democrática de Catalunya.
De todas formas, no duró demasiado el golpe psicológico y
durante el periodo constituyente las derechas comenzaron su agrupación para
continuar durante el bienio progresista, ayudados por la propaganda y por la
lentitud de la puesta en marcha de las reformas progresistas. La derecha
católica sería la que se organizase de manera más eficaz primero a nivel
provincial para más tarde constituir el primer partido de masas de la derecha
española, la CEDA que no era republicano sino más bien accidentalista. Los
monárquicos sin embargo, con el apoyo de las fuerzas armadas tuvieron una
tendencia conspirativa desde el primer momento sin llegar a constituir partidos
de masas.
En noviembre de 1933, tras la crisis del gobierno, Alcalá
Zamora decidió convocar elecciones generales pero esta vez, la derecha se
presentaba muy unida, después de los acuerdos del 12 de octubre e integraban a
la mayoritaria CEDA, el Partido Agrario, Renovación Española, Comunión
Tradicionalista, etc., mientras que la izquierda estaba totalmente fragmentada
y los anarquistas pidieron la abstención. Con este panorama, la derecha
obtendría una gran victoria alcanzando la mayoría de votos la CEDA, seguida de
los radicales de Lerroux y a larga distancia ya los socialistas y formándose el
nuevo gobierno presidido por Lerroux y el Partido Radical.
3.3 La reacción
contra el reformismo republicano.
Las reformas puestas en marcha durante el primer bienio
republicano, tanto la militar, la agraria, reformas sociales, laborales,
separación Iglesia-Estado, etc., van a hacer reaccionar a las derechas que en
un primer momento, tras la caída de la monarquía iban a estar fragmentadas y
desorientadas.
Distintas van a ser las actuaciones de las derechas,
empezando por la labor conspirativa de los monárquicos desde el primer momento,
la acción de la intelectualidad conservadora que no pasarían de crear partidos
de notables, hasta el nacimiento del primer partido de masas de la derecha
española, la CEDA, cristiano, formado por multitud de grupos y con 735.058
militantes y que tendrá como característica el hecho de que nunca aceptaron la
Constitución.
Esta unión de las derechas iba a suponer su triunfo en las
elecciones del 33 y el parón de las reformas legislativas del primer bienio.
3.4 El nacimiento
del fascismo español.
La dictadura de Primo de Rivera aún con ser coetánea de la
época de Mussolini y el desarrollo del fascismo italiano, no puede denominarse
plenamente fascista ya que aunque tiene un fuerte carácter autoritario e
intención de organización obrera al mismo tiempo que una participación del
Estado en todos los factores de la vida de la nación y un fuerte patriotismo,
sin embargo no aparecen los rasgos de racismo y además tiene un fuerte carácter
aristocrático, tradicionalista y católico. Tampoco sería el Partido
Nacionalista Español de Albiñana el origen del fascismo español.
Los principios intelectuales han sido buscados en el
maurismo y en el pensamiento político de Joaquín Costa, Ortega y Gasset y
Eugenio D’ors, sin embargo, la aparición del fascismo vendría después de
distintas fusiones entre partidos durante el periodo republicano, desde 1931
hasta 1934. Sería Ledesma Ramos que habría sido influido intelectualmente por
Nietzsche, Maurras, Ortega y Unamuno el autor y creador del manifiesto y grupo
“La conquista del estado” hasta su dispersión y aparición en octubre de 1931 de
las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS).
Al mismo tiempo, Falange Española se había formado en torno
a la figura de José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador y que comenzó su
vida política en círculos monárquicos y cuyo partido estaría plagado de
miembros de la alta burguesía y aristocracia madrileña y andaluza lo que
llevaría a Ledesma Ramos con un partido repleto de gentes de las clases medias a
rechazar la unión con Falange Española reiteradamente hasta que en febrero de
1934 el Consejo Nacional de las JONS acordó la fusión aunque durante un tiempo
fue más bien una fusión ecléctica hasta la expulsión definitiva de Ledesma en
enero de 1935.
3.5 La derecha en
el segundo bienio.
La victoria electoral fue para la derecha, consiguiendo 115
escaños la CEDA seguidos por el Partido Radical. Finalmente, se optó por una
coalición CEDA-Partido Radical y como presidente del Gobierno Alejandro Lerroux
pero manteniendo el programa de la derecha. Serían dos motivos los que llevaran
a este éxito electoral, la unión de las distintas derechas y la decepción de
las izquierdas por la lenta aplicación de la ley agraria y la fragmentación de
la izquierda.
El bienio conservador supondría un retroceso con respecto a
la labor legislativa del bienio anterior, de igual modo que supuso,
especialmente, una traba psicológica para los ciudadanos de izquierda que verán
parados los proyectos progresistas y esperanzadores del anterior bienio. Aún
así, no falto algún ministro conservador-reformista como el de Agricultura,
Manuel Giménez Fernández que defendió la ley adaptada a principios católicos.
La insatisfacción general de los trabajadores tanto del
campo como de la ciudad, fueron aprovechados por una parte del PSOE que se
sentía traicionada por los radicales y que no podía consentir que un partido
que no había contribuido a la implantación de la República, y más aún, ni tan
siquiera se sentía republicano, fuera a gobernar. Además, el socialismo, o
parte del partido, pensaba que la República burguesa era el primer paso para
llegar a la verdadera revolución socialista. En esas circunstancias, la crisis
en el gobierno, que prendió con la mecha de la reforma agraria en Cataluña,
hizo que en octubre entraran en el Gobierno tres ministros de la CEDA, lo que
provocó un sentimiento de “declaración de guerra”, produciéndose la huelga
general en toda España y en Asturias una insurrección armada que duró dos
semanas y que fue muy duramente reprimida.
A todo ello se unió la corrupción del Gobierno con los
casos “estraperlo” y “nombela” que a la postre, llevó al presidente de la
República a disolver el gobierno de Portela Valladares y convocar nuevas
elecciones para febrero del año siguiente.
3.6 La etapa del
Frente Popular.
En las elecciones de febrero de 1936 la situación había
variado considerablemente, las izquierdas se presentaban unidas y los
anarquistas llamaron al voto útil por los partidos de izquierdas. La victoria
del frente popular fue muy justa aunque la ley electoral daba ventajas al
ganador consiguiendo así dos cuartas partes de los escaños.
La victoria del frente popular sembró el terror en las
derechas españolas y desde el principio un sector importante del ejército conspiraba
abiertamente, de la misma forma que los monárquicos. Calvo Sotelo pidió la
actuación del Ejército, mientras que los votantes derechistas le consideraban
como líder y reafirmaban la petición de actuación del Ejército contra el
Gobierno elegido democráticamente en febrero.
Los cinco meses de gobierno fueron agitados y de continua
confrontación y violencia, aunque en ningún caso pudiera servir como excusa
para el posterior alzamiento de la misma manera que no se había producido
ningún síntoma de revolución en la izquierda. Desde el primer momento, los
militares intentaron imponer la situación de “estado de guerra” para paralizar
y evitar la entrada en el Gobierno de la izquierda, aunque no llegaron a
conseguirlo, entre otros, gracias a Portela Valladares que se negó. Aún así, la
conspiración definitiva contra la República comenzó a fraguarse ya desde
febrero, contando con la anterior experiencia de 1932, las aportaciones
monárquicas, la relación con el fascismo italiano y las masas de carlistas, alfonsinos,
falangistas, cedistas, etc. De este modo, se llevó a cabo el golpe de estado
perpetrado por militares africanistas el 18 de julio de 1936, con el apoyo de
todas las derechas españolas y cuya cabeza visible era el general Sanjurjo y
que llevó a la guerra civil española.
3.7 La derecha y
la conspiración militar.
Las derechas españolas tras la derrota electoral se vieron
desbordadas y creyeron que las expropiaciones de fincas para llevar a cabo
nuevamente las reformas de la ley agraria del primer bienio, además de otras
medidas favorables a la clase obrera o la liberación de presos que habían
participado en al revolución de Asturias y la readmisión de despedidos por
causas políticas suponían un quebranto importante a sus tradicionales
privilegios y por tanto se sintieron aterrados entregando sus únicas esperanzas
a la vía violenta y su apoyo incondicional al Ejército y a los militares
africanistas que habían iniciado su conspiración y golpe mortal a la democracia
republicana.
Ante la perplejidad y desorganización en que había quedado
la derecha tras las elecciones, fue la tendencia rupturista de Calvo Sotelo la
que triunfó y la postura de las masas derechistas de pedir sin remilgos la
intervención militar.
La conspiración militar comenzó en el mismo momento en que
el frente popular ganó las elecciones y se destituyó como presidente de la
República a Alcalá Zamora. Fue llevada a cabo por militares africanistas y su
cabeza visible era Sanjurjo. Se contaba con la experiencia del levantamiento de
1932 y con los pronunciamientos militares del siglo XIX, aunque habían sido los
monárquicos los que llevaban conspirando desde el inicio de la República y
habían llegado a acuerdos con Mussolinni y el fascismo italiano por los que se
prestaba ayuda económica y armas a los conspiradores. Sin embargo, los planes
del Ejército no se proponían la vuelta a la monarquía sino una dictadura
militar, con apoyo de las derechas pero siendo un movimiento íntegramente
militar.
3.8 La marcha
hacia la Unificación.
El conjunto de las derechas españolas habían dado su apoyo
a la sublevación militar pero la fragmentación en numerosos partidos políticos
y distintas ideas, incluso enfrentadas, unida a la crisis dentro de los
partidos políticos era un problema al que debía dársele urgente solución ante
el fracaso del levantamiento militar y viendo que la guerra civil se presentaba
larga y debía existir unión entre todas las derechas.
En primer lugar, numerosos intelectuales dieron su apoyo al
levantamiento, son los casos de Ortega y Gasset, Marañón, Pío Baroja, Antonio
Machado, Unamuno, aunque la legitimación de ésta vino de la mano de la Iglesia
Católica, la cual convirtió la guerra en una especie de “cruzada religiosa”.
El camino hacia la unificación no fue muy largo, comenzó
con el apoyo como jefe militar único a Franco, una vez fallecido en accidente
de aviación el general Sanjurjo. El 21 de septiembre fue nombrado Jefe de
Gobierno del Estado Español y Generalísimo de las Fuerzas nacionales de tierra,
mar y aire. Serrano Súñer, su cuñado sería el encargado de llevar a cabo los
asuntos políticos mientras que Franco se hacía responsable de las operaciones
militares.
El régimen desde el primer momento fue muy plural y Franco
siempre actuaría de arbitro entre sus distintas familias pero no dudó en hacer
público el “decreto de unificación” el día 19 de abril por el que se establecía
un “régimen totalitario” con partido único cuya norma programática eran los 26
puntos de Falange. El arbitraje franquista no dejaría de causar tensiones dentro
de las distintas familias que apoyaron el levantamiento y posterior dictadura.
4. La Derecha franquista. I: nacionalsindicalistas y
nacionalcatólicos (1937-1967)
4.1 La derrota del fascismo y la emergencia
de la derecha democrática europea.
La
definitiva derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial supuso la
emergencia de la derecha democrática en Europa y fue un momento en el que se percibió
que esa victoria haría caer al régimen franquista que tuvo que evolucionar y
desentenderse de todas las características que le unían al fascismo. De esa
forma, tras la derrota del Eje, Franco debió intentar acercarse a las
democracias occidentales a través de la Iglesia Católica y de su anticomunismo.
De todas formas, el aislamiento internacional a que se vio forzado el régimen
no se hizo esperar, impidiendo su acceso a la ONU, con la frontera de Francia
cerrada y con numerosos diplomáticos que abandonan sus embajadas. No sería
hasta 1952, cuando la nueva situación de Guerra Fría y el conocido
anticomunismo del régimen lo que le haría ir recuperando una apertura y
aceptación internacional, especialmente por parte de Gran Bretaña y EEUU y
sobre todo a partir del Concordato de 1953.
4.2 La naturaleza del franquismo.
La
naturaleza del franquismo va a venir marcada desde su origen por las distintas
familias que apoyaron el levantamiento militar aunque conservando, eso sí, el
carácter militar de quienes le llevaron a cabo.
Sería
el General Francisco Franco, el que se encargaría de arbitrar entre las
distintas derechas que aglutinaba la dictadura, siempre con los militares en
situación privilegiada. En un primer momento, va a ser el falangismo el que va
a influir de forma importante en el régimen gracias al predominio del nazismo y
el fascismo en los primeros años de la Segunda Guerra Mundial y a la decisiva
ayuda recibida por ellos durante la Guerra Civil. El régimen cambiaría su
imagen externa, escondiendo la parte más dura del falangismo cuando termine la
guerra y la victoria sea para los aliados y las democracias occidentales contra
el fascismo. Ahora se intentaría dar una imagen católica del régimen y mostrar
sus aspectos anticomunistas ya que rápidamente se impondrá la Guerra Fría
contra el antiguo aliado Stalin y la URSS.
La
relación con los monárquicos fue más complicada, tanto con los carlistas que no
se adaptaron bien al régimen como con los alfonsinos a los que Franco no
permitió desordenes aunque desde el principio comenzaron con las intrigas,
llegando en 1943 a firmar ocho generales en una carta colectiva una petición de
restauración de la Monarquía. El pretendiente al trono, Juan de Borbón,
denunciaba al régimen que el mismo y sus seguidores habían contribuido a
implantar mientras que Franco nunca tuvo en mente proclamar la Monarquía, al
menos, mientras el viviese ya que lo que si hizo fue, tras una entrevista con
Don Juan, permitir que Juan Carlos, su hijo, se formase en España ofreciendo
una posible monarquía no muy definida, siendo en 1947 con la Ley de Sucesión en
la que Franco decidía quien sería el heredero al trono. Finalmente, en julio de
1969, Franco designa al heredero Juan Carlos, saltándose el orden sucesorio.
La
relación con la Iglesia Católica también está en el origen de la sublevación
militar y continuará hasta prácticamente el final del régimen. Fue responsable
de la legitimación de la dictadura y de ofrecerle una cara más amable en el exterior y no
faltaron nunca las reticencias hacia el régimen.
Por
último, el pragmatismo empresarial característico de la burguesía, también se
vería favorecido, especialmente a partir de 1959 y la entrada en el gobierno de
varios ministros procedentes del Opus Dei.
Las
distintas familias que integraban el régimen luchaban entre sí para conseguir
mayores cotas de poder y tuvieron su momento, siempre atendiendo a las
necesidades del poder y bajo el arbitrio y la autoridad de Franco.
4.3 Cauces de participación y representación
orgánica.
Los
cauces de participación estaban limitados a las familias que sostenían la
dictadura y de las que he hablado en este trabajo.
Dependiendo
del momento político tanto interno, como sobre todo internacional y teniendo en
cuenta las luchas fraticidas entre las facciones rivales e incluso entre
personajes destacados e influyentes, sería Franco como única voluntad, quien se
encargaría de arbitrar y mediar entre todos ellos y poner y quitar en los
puestos influyentes y de poder a los miembros de cada una de esas familiar y
especialmente y con carácter dominante sobre todos los demás a los militares.
4.4 Una derecha militar.
El
verdadero aglutinador de las derechas españolas había sido el ejército y éste a
través del general Franco iba a ser quien mediase entre unas derechas con
intereses distintos y en muchos casos enfrentados, así como a las distintas
personalidades que ocuparon los puestos de máximo poder.
Ya
desde la preparación del alzamiento habían sido descartados en los planes todas
las fuerzas civiles. El golpe sería exclusivamente militar y llevado a cabo por
militares africanistas rebeldes, leales a la causa.
De esta
forma, Franco se encargaría durante toda la dictadura de rodearse de
consejeros, ministros, etc., de extracción militar, así como otros puestos de
responsabilidad.
Tampoco
faltaron los militares monárquicos que fueron capaces de firmar una carta conjunta
en 1943 pidiendo la implantación de la monarquía. Aunque después de este
capitulo ya nadie en el ejército volvería a cuestionar las decisiones de
Franco.
4.5 Aspectos ideológicos: de la revolución
pendiente a la tecnocracia.
El
régimen franquista no nació con una ideología definida sino con un conjunto de
ideas de todas las derechas. No se trataba de llegar al poder como partido
único que dominara el Estado. Como sabemos, fue el ejército, o una parte muy
definida de éste, el que tomará el control y será responsable del alzamiento.
Los
acontecimientos internacionales que siguieron a la derrota del Eje y la caída
de los fascismos en Europa hicieron imposible la revolución falangista aunque
en un primer momento pareciese posible, gracias a las victorias iniciales de
las potencias centrales en los primeros años de la guerra.
En esos
años fue autorizado como partido único FET de las JONS, (Movimiento Nacional),
Serrano Súñer dominaría la política y los aspectos más patentes del falangismos
serían muy visibles.
Sin
embargo, siguiendo los acontecimientos de la guerra y las luchas internas entre
facciones rivales, Serrano Súner sería sustituido en el Ministerio de
Gobernación, el régimen cambiaría su postura de “no beligerante” a neutral y se
comenzó a ofrercer la imagen de un país no fascista, con la Iglesia Católica
como principal legitimadora a nivel internacional.
Se
inicia así un proceso de desfalangización y maquillaje del régimen. Falange
había perdido ya su supuesto carácter revolucionario, con la mayoría de sus
cuadros de mando integrados en el Estado y habiendo pasado su momento en favor
de la Iglesia y la Asociación Católica Nacional de Propagandistas.
Un
nuevo giro radical iba a dar el gobierno a partir del Plan de Estabilización en
1959 que supondría también el ascenso del Opus Dei o tecnócratas que
aglutinaban bien los ideales del Iglesia con el pragmatismo capitalista de la
burguesía. Este sería el momento, durante los años sesenta, en el que se
descompone la sociedad ruralizada, el éxodo rural, la industrialización y la
terciarización de la sociedad.
También
va a ser el primer momento, justo cuando los monárquicos, falangistas, Iglesia
Católica y amplios sectores de la sociedad pertenecientes a los vencedores en
la guerra civil van a cuestionar muchos de los aspectos del régimen, a la vez
que la sociedad comienza a modernizarse y la Universidad choca frontalmente con
el ideario del régimen. Por primera vez, de la mano de Fernández de la Mora se
le va a dar una argumentación y un ideario, sin plantearse tan siquiera su
legitimidad pero aseverando su eficacia y la superioridad del régimen con
respecto al resto de sistemas políticos posibles. Políticos como Fraga van a
admirar el sistema británico y se van a llevar a cabo algunas reformas aperturistas.
Resumen de la Historia de las derechas españolas en el siglo XX. Parte I.
Autor: José Luis Romero Carretero.