ÍNDICE:
1- Introducción.
1.1.- Situación
política.
1.2.- Los militares, la
extrema derecha y la violencia terrorista.
-
Los militares en la transición
-
La extrema derecha
1.3.- Materiales
utilizados.
3.- El golpe militar: desarrollo
de los acontecimientos.
-
El golpe en Valencia
-
Actuación del CESID
-
Implicación de la Acorazada Brunete
-
Experiencia de los parlamentarios
4.- El rey y la cúpula
militar.
5.- Juicio y
responsabilidades.
.6.- Conclusiones.
7.-
Fuentes documentales.
8.-
Anexos.
1.-
INTRODUCCIÓN.
1.1.-
Situación política.
La muerte del general
Franco el 20 de noviembre de 1975 y la proclamación de Juan Carlos I como rey
de España siguiendo el nombramiento hecho por el dictador en 1969 por el que
además se saltaban los derechos dinásticos que aún conservaba el padre del rey,
Juan de Borbón, va a suponer el inicio de ese periodo que se ha bautizado como
“transición” y que tiene un final más indefinido que la mayoría de
investigadores sitúan en octubre de 1982 tras la victoria electoral del PSOE en
las elecciones generales que ganaría por mayoría absoluta.
La proclamación de
Juan Carlos fue posible gracias a la Ley de Sucesión de 1947 y a la designación
de éste a título de rey como sucesor por el mismo Franco. Se trataba de dar
continuidad al franquismo y a sus instituciones y en ello estaban todos los
jerarcas del régimen y gran parte de la clase media o “franquismo sociológico”
que parece ser que fueron fundamentales para la consecución de la Ley Orgánica
del Estado en 1967 y era hasta donde en principio estaban dispuestos a abrir el
régimen franquista y su “democracia orgánica” los partidos que se
formaron para defender las instituciones franquistas que luego crearían Alianza
Popular.
Sin embargo, la
monarquía de Juan Carlos I que aceptó la legitimidad procedente del régimen que
naciera tras el levantamiento militar del 17 de julio de 1936 avanzaría hasta
conseguir una democracia que aunque dirigida por los resortes del poder
llegaría a ser reconocida internacionalmente.
El 22 de
noviembre era proclamado rey Juan Carlos I, aunque no recayesen en él
todos los poderes que acumulaba el dictador. Aún así, con respecto a su país era
el rey con más poder en Europa. Con la muerte de Franco entró en vigor la
división de poderes prevista por el dictador y que a la postre era lo que él
concebía como apertura del régimen. Estas instituciones mantenían un equilibrio
de poderes que debía garantizar el
(1)* Diario ABC 2ª
Edición 20 noviembre de 1975.
(2)* Diario ABC 22 de
noviembre de 1975.
mantenimiento del
régimen aunque con cierto grado de aperturismo y desde luego ya
desprovisto de la
acumulación de poderes en la figura de un dictador. Las instituciones al cargo
de la continuidad serían la monarquía con Juan Carlos I como jefe de estado, el
Gobierno y su presidente, el Consejo del Reino y las Cortes. De esta manera el
monarca no disponía de los mismos poderes que Franco y sus decisiones debían
ser aprobadas por una de las otras instituciones. El mismo día 22, durante el
primer mensaje de la Corona el rey daba esperanzas cuando decía que su
intención era reinar para todos los españoles. Sin embargo, en un principio
nada cambió y el nuevo gobierno que se formaba con Arias Navarro como
presidente ratificado en el cargo, pretendía una continuidad del sistema
vigente y no un cambio institucional, menos aún, iniciar un camino hacia la democracia
como en la actualidad es visto por buena parte de la sociedad.
Las fuerzas de la
derecha pretendían un continuismo del régimen con mínimas concesiones, mientras
que la izquierda en ese momento era partidaria de una ruptura. Varios ministros
y personajes de primera fila del gobierno Arias Navarro formarían las primeras
asociaciones políticas de la derecha para defender sus intereses. Juan Carlos
rechazó en este primer momento tanto la ruptura como abrir un periodo de
transición aperturista. Mientras tanto, la sociedad pedía libertades y la
policía actuaba de idéntica manera que durante la dictadura, así tuvieron lugar
en marzo de 1976 los “sucesos de Vitoria” en los que en una jornada de huelga
la policía asesinó a cinco huelguistas e hirió de bala a otros 150.
La incapacidad de
Arias Navarro en el gobierno le llevaría a pedir su dimisión el 1 de julio de
1976 (3)*. Inmediatamente, Juan Carlos nombraría como jefe de estado y contra
todo pronóstico a Adolfo Suárez (4)*, un personaje de segunda fila dentro del
franquismo, que fue escalando puestos bajo la protección de Herrero Tejedor.
Los líderes mejor situados menospreciaron este ascenso a la jefatura del estado
por razones arbitrarias puesto que ellos consideraban que había que escalar
puestos dentro de las instituciones por razones meritorias. Así Fraga y Areilza
eran las personas mejor
(3)* Diario “El Pais”,
La dimisión de Arias. 2 de julio de 1976.
(4)* Diario ABC,
portada 4 de julio de 1976.
situadas para haber obtenido
ese puesto llevándose una gran decepción que en el caso de Fraga le acompañaría
toda su vida. Sería lo que José María Velo de Antelo definiera muy
gráficamente: “Era vergonzoso ver como consejeros nacionales, procuradores
en Cortes y <franquistas de toda la vida>, corrían para no perder el tren
de lo que suponían se avecinaba. La desfachatez con que se manifestaban daba
lástima. No tenían vergüenza.”(5)*.
La tan alabada
transición hacia la democracia no fue un camino de rosas ni tampoco llegaron las
libertades y la democracia de la noche a la mañana. Por el contrario, el
gobierno Arias Navarro mantenía intactas las fuerzas represivas del régimen
franquista mientras que muchos políticos que ocuparan primeros puestos dentro
de la dictadura aparecían unos como reformistas y otros como aperturistas y
“demócratas de toda la vida”. De hecho, no habría cambio alguno durante los
primeros ocho meses de vida de la monarquía, sólo continuismo que parecía que
iba a ser la tónica general dado que Juan Carlos había jurado las Leyes
Fundamentales del franquismo y había mostrado respeto y gratitud a la figura de
Franco durante su proclamación como rey el día 22 de noviembre de 1975.
Las primeras
elecciones democráticas llegarían un año y medio más tarde de la muerte de
Franco, el 15 de junio de 1977, en las que saldría vencedor el partido oficial,
el partido respaldado por el rey y por los reformistas que obtendría 6.310.391, siendo la fuerza más votada, seguida por
el PSOE que obtuvo 5.371.866, el PCE 1.709.890 y Alianza Popular con un
decepcionante cuarto puesto con 1.504.771 y 16 diputados. La opción continuista
parecía haber fracasado ante la oficialista que había optado claramente por dar
al régimen un aspecto democrático que convenciera a la comunidad internacional
y definitivamente, España volviera a las instituciones
internacionales. Todavía habría que esperar más para dotarnos de
una Constitución, hasta diciembre de 1978, tres años después de la muerte del
dictador y con el voto en contra de algunos diputados de Alianza Popular que no
querían una España con partidos políticos, menos aún la legalización del PCE
que se había producido en la Semana Santa de 1977
(5)*.
Velo
de Antelo, JM. “De ayer a hoy: Los orígenes del Partido Popular”.
(6)*.
después
de los atentados de Atocha en los que un grupo de ultraderecha asesinaba a
tiros el día 24 de enero del mismo año en un bufete de abogados laboralistas a
cinco personas, dejando a otras cuatro heridas. La nueva monarquía
parlamentaria sería posible gracias a los pactos realizados entre el PSOE y UCD
y también en parte y en contra de sus propias convicciones de Alianza Popular y
del PCE. El PSOE ya había sido desprovisto de parte de su ideología, incluido
el marxismo, en el congreso de Suresnes y Felipe González, su nuevo líder tenía
gran conexión con la socialdemocracia alemana, a la vez que era apoyado
internacionalmente por esa opción política.
Existían tres
tendencias claras dentro de la derecha española durante el tardofranquismo y la
Transición, mientras que Fraga desarrollaba su “teoría del centro”.
Por un lado estaban
los inmovilistas que pretendían que todo siguiera igual con la muerte del
dictador, en este grupo estaban FET de las JONS y demás secciones del
falangismo y más tarde se organizarían en Fuerza Nueva todos los que pretendían
un continuismo político basado en los principios fundamentales del franquismo.
Los partidarios de una
tímida apertura o una evolución lenta desde las Leyes Fundamentales se
organizaron en asociaciones políticas que luego constituirían partidos
políticos y que se unirían finalmente para crear Alianza Popular.
Por último, estaban
los rupturistas, personalizados en el partido del gobierno, la UCD de Suárez y
que tenían como objetivo la consecución de un régimen democrático de corte
occidental para España y que a la postre, serán quienes tuvieran más éxito,
superando la presión del “franquismo sociológico” y sobre todo del “ruido de
sables” que amenazaba desde los cuarteles. Esta dirección fue elegida,
principalmente por la presión internacional que obligaría al monarca y al
gobierno hacia el rupturismo político con la dictadura y la creación de una
Constitución democrática y un régimen que garantizase la libertad, el
liberalismo y la democracia pero siempre dirigido desde el gobierno y aceptando
las prerrogativas de los generales.
El proceso de
transición hacia la democracia estuvo marcado por la personalidad de Suárez e
hizo posible el entendimiento y el consenso entre las distintas fuerzas
políticas. Fue capaz de llevar a cabo una reforma política y de diseñar un
nuevo modelo de estado habiendo evolucionado ideológicamente desde la doctrina
falangista donde se formó y trabajó.
Llevó a cabo una
apuesta política opuesta al inmovilismo de una parte de los sectores del
régimen, supo conseguir el apoyo de otras familias franquistas y logró atraerse
a las fuerzas de izquierda emplazadas en la ilegalidad.
Su proyecto de Ley
para la Reforma Política fue un éxito, así como la legalización de los partidos
políticos y los acuerdos económicos, Pactos de la Moncloa.
Otro triunfo de Suárez
fue la creación de un gran partido de centro, la UCD que aglutinaría a
liberales, socialdemócratas y demócratas-cristianos aunque no tendría un
ideario propio y estaría siempre rodeado de tensiones entre los diversos
grupos. Realmente fue el partido del gobierno, escogido por la monarquía.
Fue nombrado
presidente del gobierno por Juan Carlos en el verano de 1976 tras la dimisión
de Arias Navarro y representó la nueva aspiración aperturista del monarca, la
reforma y la política trazada por el rey. Era el político ideal por su
flexibilidad y ambición para llevar a cabo las propuestas necesarias para que
partiendo de la legalidad franquista se pudiera llegar a la democracia.
La elección de Suárez
como presidente del gobierno sorprendió a todos ya que se trataba de un
político de segunda fila y los que se creía llamados para el cargo eran
políticos mejor situados como Fraga o Areilza pero Suárez representaba lo que
la corona pretendía en esos momentos.
Su primera
intervención a través de la televisión sería precisamente de reconocimiento
para hacer cómplice del proyecto a toda la sociedad. La televisión iba a ser a
partir de ahora su gran aliada, Suárez fue ante todo un político mediático que
aprovechó este medio de comunicación a diferencia de sus adversarios como
Fraga. De esa manera Suarez da a conocer en televisión el mensaje diseñado por
la corona y se gana a la audiencia controlando perfectamente el medio.
El primer paso hacia
la democratización sería la presentación de la Ley de Reforma Política y su
posterior aprobación por mayoría de la cámara. A la vez, el proyecto diseñado
por el rey llevado a cabo por el gobierno debió mantener contactos con líderes
de la izquierda, todavía en la ilegalidad. Tras la aprobación de la Ley, el
discurso ante las cámaras pretendía la complicidad de la sociedad.
Este empeño por involucrar al pueblo
como parte del proyecto llevará a convocar un referéndum y a pedir su apoyo en
las urnas.
De entre las tres
posibilidades que se presentaban, continuismo franquista, ruptura democrática y
reforma política, se decidió por el último como línea centrista tendente a la
reconciliación.
Las elecciones de 1977
volvieron a afianzar el proyecto del centro aunque sin mayoría absoluta y
seguido de cerca por el PSOE, teniendo a los extremos, a derecha e izquierda a
AP y PCE. Suárez volvió a utilizar la televisión y su discurso moderado
apelando a la madurez y seriedad del electorado para que votasen por su opción,
la de centro que él representaba.
En estas nuevas
cortes, con 165 escaños de UCD, 118 del PSOE, 20 PCE y 18 de AP se va a llevar
a cabo el proyecto constitucional, van a ser unas cortes constituyentes. Se
nombrará una comisión constitucional con siete miembros que representan a los
grupos parlamentarios, tres de UCD, uno del PSOE, uno del PCE, uno de AP y uno
de CIU.
Finalmente, la
Constitución sería aprobada por una mayoría de la sociedad española, casi el
90% de los votos, habiendo pedido el SÍ la mayoría de partidos, especialmente
UCD y PSOE.
En la elaboración de
la Constitución no se puso en duda la inclusión de la monarquía, aunque si que
hubo un amplio consenso en todo lo demás, estableciendo la Constitución las
diferentes ideologías del panorama político.
Suárez expresará los
mejores calificativos a la corona, los partidos políticos y a la sociedad, como
artífices de esa Constitución.
Sin
embargo, el papel de director de la Transición se irá apagando dentro del
normal juego político por dos factores. Primero la incongruencia de los grupos
diferentes que forman la UCD y segundo el desgaste progresivo al que le va a
someter a Suárez el PSOE que llegará a proponer una moción de censura y que
acabará con la dimisión de Adolfo Suárez.
La
transición no fue en ningún momento algo premeditado, no tuvo nunca un plan
organizado, fue por el contrario, un producto de la evolución de los
acontecimientos, unos acontecimientos muy complejos con tres personajes
principales que son: el rey, Adolfo Suárez y Gutiérrez Mellado y unas
instituciones como el ejército y los partidos políticos, tomando la sociedad
española un papel mayoritariamente pasivo. Este diagnóstico no es el mismo que
ofrece Emmanuel Rodríguez, para quien la sociedad civil en esos momentos estaría
en condiciones de llevar a cabo una movilización social capaz de hacer frente
al franquismo.
El
diseño del golpe final que se dio el 23F estaba diseñado como un
pronunciamiento militar lo menos sangriento posible, se trataba de mostrar la
fuerza militar para que el gobierno, las instituciones y la sociedad sintieran
el miedo y la sumisión a los militares sublevados, muchos son los autores que
señalan al propio rey como organizador de este plan con el apoyo de los
partidos políticos y crear un gobierno de concentración con un militar como
presidente, precisamente para evitar el verdadero golpe militar, este sí,
enfocado como un verdadero alzamiento nacional parecido al de julio de 1936 y
que estaba en marcha y previsto para el mes de mayo.
Muchos
militares, como Gutiérrez Mellado o Martínez Inglés reconocían que el “golpe
blando” de Tejero no era una cosa seria ni llegaría lejos.
El
rey eligió a Suárez porque era manejable, no como Areilza o Fraga que tenían
personalidades muy fuertes. Al rey solo le interesaba afianzar la Monarquía y
perpetuarse en el poder y la evolución de los acontecimientos acabaron por
concretar algo parecido a una democracia dirigida. El mismo rey estaba
aterrorizado de hasta dónde se había llegado y pretendía cortar este avance
mientras que a la vez, estaba dispuesto a acabar con Suárez.
El
rey veía con buenos ojos un gobierno de concentración nacional presidido por un
militar, es difícil saber, por falta de pruebas, hasta dónde fue capaz de
llegar con esta idea. El historiador y coronel de Estado Mayor, Amadeo Martínez
Inglés lo denomina “Solución Armada”, por ser diseñada por el general Armada,
asumida según dicho autor por el rey, aceptada por la Junta de Jefes de Estado
Mayor y por todos los partidos políticos, incluido el PCE, que tenía el
objetivo de parar el golpe de estado real que amenazaba la monarquía y la
democracia desde 1980, aceptando todos un gobierno de concentración nacional
que también habría aceptado el PSOE o que incluso podría haber sido propuesta
por ese partido o ser fruto de negociaciones con los muchos descontentos de
UCD, Alianza Popular y el propio rey y altos mandos militares.
1.2.-
Los militares, la extrema derecha y la violencia terrorista.
Sin
duda alguna, la década de los setenta en España, fue un momento de crisis
económica pero sobre todo de violencia política. La Transición española no fue
un camino de rosas como aparece en muchos manuales y artículos periodísticos.
Los militares en la transición.
El
carácter militar en materia política, en España, y de forma general, es
extremadamente conservador. Históricamente, la profesión militar estaba
dedicada exclusivamente a la nobleza hasta la caída del antiguo régimen y sus
estamentos, y la llegada del liberalismo y las clases sociales.
El
ejército durante la transición era íntegramente el ejército franquista, muchos
de sus generales, jefes y oficiales habían luchado en la Guerra Civil para
destruir la democracia republicana y se sentían orgullosos por el deber
cumplido y por creer ser los responsables de mantener ese espíritu que les
llevó a aquella “cruzada” y quienes tenían el poder real que mantuvo la dictadura
franquista. Después de la Guerra Civil hubo una depuración importante dentro
del ejército, convirtiéndose así en lo que llegaría hasta el año 1975, año de
la muerte de Franco. Se trataba de un ejército de mentalidad ultraconservadora
y antidemocrático. En resumidas cuentas, se trataba de un anacronismo, dentro
de una sociedad que sociológicamente había experimentado un cambio importante
en favor del aperturismo, la libertad y la democracia. El ejército español no
había experimentado este cambio y se mantenía intacto en su pensamiento
ultraconservador, sin entender los cambios que se estaban produciendo con el
agravante de que el terrorismo de ETA era muy activo y dirigido principalmente
a objetivos militares.
Durante
todo el proceso de transición democrática, los militares llevaron a cabo
numerosos incidentes, declaraciones, reuniones golpistas e innumerables actos
de insumisión al poder civil, siendo uno de los momentos más graves la
legalización del PCE, cuando parece ser que unos meses antes se había producido
una reunión con altos mandos militares en la que Adolfo Suárez habría dado a
entender que nunca sería legalizado este partido. Los actos de insubordinación
militar no fueron castigados como correspondía, eran muy habituales y buscaban
protagonismo y la unión de los franquistas.
Estos
actos serían innumerables, desde los artículos en periódicos y revistas,
firmados por militares en activo, como el general De Santiago, criticando
abiertamente los procesos políticos, pasando por el acto homenaje de La Legión
en el Valle de los Caídos ante la tumba de Franco, los incidentes en los
funerales de militares asesinados por la banda terrorista ETA, no sólo con
manifestaciones contrarias al cambio político, sino incluyendo la violencia
contra Gutiérrez Mellado, hasta las reuniones golpistas y la “Operación
Galaxia”.
En
contraposición a la benevolencia con la que eran tratados estos actos de
indisciplina y la manifestación pública de la defensa de la dictadura, los
pocos militares que se declaraban favorables a la democracia pertenecían a la
Unión Militar Democrática (UMD), y serían tratados con una gran dureza. Su
falta era ser contrarios a la dictadura y los principios del Movimiento y
favorables a la democracia, simplemente por este hecho, serán detenidos en
julio de 1975 varios oficiales del ejército, acusados de pertenecer a esta
organización, juzgados y condenados a penas de prisión y pérdida de la
condición militar.
A
pesar de todo, a nivel individual, pueden contarse algunos militares con tendencias
democráticas, entre los que se encuentra el propio Gutiérrez Mellado que había
luchado en la Guerra Civil Española y contra la democracia, ahora se
encontraba, muchos años después, defendiendo este proceso de cambio e incluso
aceptando la vicepresidencia del gobierno. No sólo él, también el general Vega
Rodríguez, Sabino Fernández Campo y algunos que he nombrado anteriormente,
serían la excepción ante la abrumadora mayoría ultraderechista y
antidemocrática.
Aún
contando con esas honrosas excepciones, el ejército español era de ideas muy
conservadoras, los militares sabían que se iban a producir cambios políticos
que no deseaban, incluidos esos pocos demócratas que eran favorables a una
reforma, pero siempre controlada desde arriba y manteniendo el idearios
derechista. Este carácter extremista del ejército, no permitió, en principio,
que buena parte de los mandos militares entendiera que se trataba de una
transición dirigida y que dejaba intactos sus derechos y prebendas y que se
había conseguido imponer símbolos como la bandera bicolor, y sobre todo,
mantener la Monarquía y al rey que Franco había nombrado como su sucesor. Todo
ello iba incluido en el paquete, lo cual debe de ser interpretado, no como que
los españoles votaron a favor de la Monarquía, sino que fue una imposición por
la cual, sólo habría transición democrática si se respetaba la Monarquía, se
olvidaban todos los crímenes del franquismo y se mantenía toda la
administración franquista, especialmente el ejército de Franco con todos sus
derechos y prebendas intactos. Se trataba de una transición dirigida desde el
poder. No iba a haber cambios, libertades y democracia si no se aceptaban estos símbolos, modelo de
gobierno y olvido del pasado reciente. Con todo ello, los militares se sentían
muy identificados y creían ser los guardianes y defensores de todos esos
valores.
La extrema derecha.
Fraga había fundado en
1976 Alianza Popular con el objetivo de integrar en el partido a todas las
derechas provenientes del franquismo. En realidad, el cambio político cogió por
sorpresa a las derechas españolas que como ya he dicho se fragmentaron en grupos,
también la extrema derecha, siguiendo las distintas tradiciones, Falange
Española, Falange Española de las JONS, etc., pero el grupo más fuerte va a ser
el fundado por Blas Piñar en 1976 y que aglutinaría a las distintas falanges.
El ideario, como el de
la dictadura franquista, era bastante simple, continuar en el inmovilismo
político y respeto a los principios surgidos del alzamiento contra la II
República así como la implantación de una nueva dictadura. Se trataría de una
mezcla de catolicismo integrista, falangismo y tradicionalismo.
Los comienzos del
partido fueron duros y no conseguían tener una militancia, sin embargo, a
partir de 1978 comenzó a tener una cierta expansión y crecimiento de
militancia, sobre todo, por la frustración causada en los votantes de la
derecha por parte de Alianza Popular.
Sin embargo, la
extrema derecha en España no supo transformarse, tal y como ocurriría con Jean
Marie Le Pen en Francia.
El partido había
tomado su nombre “Fuerza Nueva”, de una asociación cultural y una revista
fundadas en 1966 para aglutinar finalmente, como partido a todas las fuerzas de
extrema derecha. Se dotó también al partido de un sindicato, Fuerza Nacional
del Trabajo y de un periódico, El Alcázar.
Fuerza Nueva fue
contraria al cambio producido durante la Transición y no iban a dudar en la
aplicación de la violencia.
La derecha y en
especial la extrema derecha se encontraba muy fragmentada en el momento de la
muerte de Franco.
Lo más representativo
eran las distintas falanges, Falange Española de Fernández Cuesta, Falange
Española de las JONS o (auténticos) que se encontraban no sólo fragmentadas
sino enfrentadas durante la celebración del XLIII aniversario de falange.
Desde ese momento no
tendría relevancia política convirtiéndose en parte de Fuerza Nueva que pasará
a ser realmente la fuerza aglutinadora de la ultraderecha en España.
Fuerza Nueva había
aparecido en 1966 como revista y asociación cultural pero a partir de 1976 como
Alianza Popular, se convirtió en partido político. Su ideario no fue muy
complejo, se basaba en la defensa del Movimiento Nacional surgido tras el
alzamiento nacional del 17 de julio de 1936.
Aunque fuera muy
activo a nivel de movilización social en la calle su trascendencia política fue
escasa por su falta de militancia. Sin embargo, tuvo cierto éxito en la
juventud de sectores de clase media-alta, exhibiendo su violencia llegando al
asesinato. Aún así, nunca consiguió buenos resultados en las urnas llegando
únicamente en 1979 a conseguir un escaño, el del propio Blas Piñar por Madrid
llegando a tener muy poca relevancia. La ultraderecha española no supo hacerse
moderna como en Francia o Italia pasando sus votantes a integrarse dentro de
Alianza Popular.
Tras el golpe militar
de Tejero para el cual no había sido avisado y el posterior triunfo electoral
del PSOE, la desbandada fue general y a Blas Piñar no le quedó más remedio que
disolver el partido culpando de la falta de apoyo a la Iglesia, al Ejército y a
Alianza Popular.
La extrema derecha se
caracterizó por un alto grado de violencia en estos años, los grupos de jóvenes
con parafernalia derechista y comportamiento tribal llenaban las calles y las
manifestaciones ultraderechistas pero también llevaban a cabo la violencia y el
asesinato. En su mayoría, estos actos violentos no estarían planificados y
serían espontáneos. Algunos ejemplos significativos de esta violencia, serían
los casos del asesinato de Arturo Ruiz en enero de 1977 en una manifestación en
Madrid por la amnistía. Este asesinato sería cometido por un colaborador de los
Servicios de Información de la guardia civil, Fernández Guaza. Otro caso
señalado de violencia ultraderechista es el asesinato de la joven Yolanda
González en 1980 por miembros de Fuerza Nueva.
La violencia terrorista
Existió una violencia
de izquierda desde el final del franquismo. Estos grupos serán el FRAP y los
GRAPO. El primero había asesinado ya a la altura de 1973 a puñaladas a un
subinspector de policía y herido a otros. Este grupo tenía predilección por los
hombres de uniforme y asesinó a seis de ellos en la década de los setenta para
desaparecer como grupo a partir de las primeras elecciones democráticas de
1977.
El GRAPO sería una
organización más violenta y que se alargará en el tiempo. Su existencia está
marcada desde el año 1975 en los últimos momentos del dictador hasta 1982 en
que prácticamente desaparecería quedando algún grupúsculo con una mínima
actuación terrorista. En toda su existencia han asesinado a ochenta y cinco personas
siendo también su objetivo preferente policías y militares.
Con respecto al
terrorismo, el grupo más activo y más violento ha sido ETA, grupo nacionalista
vasco nacido en los años sesenta. Sin embargo, existieron otros grupos
terroristas, también nacionalistas que llevaron a cabo acciones violentas
durante la década de los setenta, como el grupo catalán Terra Lliura previa al
golpe de estado del 23F.
El grupo terrorista
ETA había nacido de la asociación de varias organizaciones y una escisión del
PNV. Será en 1958 cuando aparezca ya con este nombre aunque sus primeros actos
violentos aparecerán ya en la década de los sesenta. Sin embargo, su máxima
actividad terrorista y el perfeccionamiento de sus atentados van a venir a
partir del asesinato del presidente del gobierno, Luis Carrero
Blanco en 1973. A partir de este momento, los atentados terroristas de ETA van a ser una constante durante todo el periodo estudiado y las víctimas preferidas las fuerzas de orden público.
Blanco en 1973. A partir de este momento, los atentados terroristas de ETA van a ser una constante durante todo el periodo estudiado y las víctimas preferidas las fuerzas de orden público.
El periodo de la transición española coincide con
un momento de expansión del terrorismo en toda Europa, aunque a partir de los
años ochenta, tan solo sobrevivirían el IRA en Irlanda y ETA en España.
Durante este delicado periodo político va a
destacar el terrorismo de ETA, grupos de extrema izquierda como el FRAP y los
GRAPO y el terrorismo de la extrema derecha.
Con diferencia, el mayor impacto terrorista en
nuestra sociedad, será el protagonizado por ETA. Esta banda terrorista ha
asesinado a 829 personas a lo largo de su historia. En principio, como otros
grupos que no llegarían a cometer atentados se asentaron en sus bases
ideológicas desde su fundación en 1958 por un grupo de nacionalistas vascos que
pretendían volver a la lucha por la independencia iniciada por Arana. Pronto se
unieron al primer ideario de ETA: afirmación de la raza vasca, antiliberalismo,
antiliberalismo, antiespañolismo e integrismo católico, nuevos elementos
procedentes del tercer mundo, como eran el concepto de opresión e imperialismo.
Así se integraron en el ideario etarra, la lucha de guerrillas y el terrorismo
y las ideologías revolucionarias de Mao y el Che Guevara.
Paralelamente, durante los años sesenta nacían
grupos terroristas de extrema izquierda con objetivos muy distintos a los del
nacionalismo etarra. Muchos de estos grupos no pasaron de la elaboración
teórica de su ideología, sin embargo, dos organizaciones terroristas lograron
llevar a cabo su actividad violenta, se trata del FRAP y los GRAPO, surgidas no
en el interior de España sino en el exilio y partidarias de las tesis maoístas
dentro de la ortodoxia marxista-leninista contrarios al nuevo revisionismo de
Moscú y por supuesto, a la nueva dirección tomada en 1956 por el PCE de
reconciliación nacional.
El (FRAP) Frente Revolucionario Antifascista y
Patriota era el brazo armado del recién nacido PCE (ml) en Bruselas. Aunque
habían protagonizado incidentes violentos con anterioridad, el gran paso hacia
el terrorismo llegaría en 1775 atentando y dando muerte a las fuerzas de
seguridad a lo que el régimen respondió con represión y el fusilamiento de tres
miembros del FRAP en 1975. La existencia de este grupo terrorista, sería
efímera y desaparecería en 1977. Más insistente y con mayor persistencia
actuaría el GRAPO que llevará a cabo una violenta existencia especialmente
durante la transición que junto a los atentados realizados en ese espacio de
tiempo por ETA van a hacer de ese periodo uno de los momentos más violentos del
siglo y van a poner en dificultados incluso el periodo de transición política hacia
la democracia. Iniciaron su actividad terrorista en octubre de 1975, matando a
cuatro policías en Madrid como represalia por la ejecución de cinco miembros de
ETA y El FRAP, siendo una banda terrorista muy cerrada y muy violenta
alcanzando en el 1979 el momento más sangriento en el que asesinaron a treinta
y una personas, siendo desactivada la organización de la banda a lo largo de
ese mismo año, decayendo su actividad.
El último terrorismo que se dio en este periodo
fue el de la extrema derecha. En realidad se trata de un fenómeno poco
esclarecido, tanto por la escasez de fuentes como por la ocultación sistemática
de sus nombres y también por los vínculos que tenían con una administración
creada por la dictadura franquista. En realidad, parece que fuesen grupos más o
menos organizados que responderían a una intencionalidad de provocar tensión
por medio de la violencia, para conseguir la vuelta a la dictadura, gracias a
ese ambiente de inseguridad que ellos mismo ayudaban a provocar, junto con ETA
y el terrorismo de extrema izquierda. El terrorismo de extrema derecha asesinó
a 57 personas durante este periodo, cifra mucho menor que el terrorismo etarra
en el mismo periodo que ascendía a 361 asesinatos y el protagonizado por la
extrema izquierda que ascendería a 67 víctimas. Aún así, la connivencia con el
régimen franquista y el alcance de sus asesinatos, algunos grupos estaban
relacionados con el principal partido de extrema derecha, Fuerza Nueva,
llevarían a crear en la opinión pública el proceso contrario al que pretendían
obtener. Si lo que pretendía este terrorismo era desacreditar y deslegitimar el
proceso democrático, obtuvo el efecto contrario ya que la sociedad percibió
estos actos terroristas como una inestabilidad que había que corregir con lo que el proceso de transición
se aceleró en lugar de provocar un golpe de estado.
Este terrorismo, cuyo acto más grave sería la
matanza de Atocha, habría sido ejecutado por miembros de las fuerzas de
seguridad y nunca llegó a esclarecerse por completo las relaciones entre los
distintos grupos y estos a su vez con la administración, la policía y las
fuerzas armadas.
Las conclusiones que se pueden sacar con respecto
al terrorismo ocurrido durante este periodo, parece claro que se trata de un
momento en el que existen grupos terroristas en toda Europa, aunque el único
que se mantendrá en el tiempo, será, con sus diferencias, el terrorismo del IRA
en Irlanda y el de ETA en España.
Además, los grupos terroristas españoles
obedecían a diversas ideologías. En el caso de ETA, se trataría del
nacionalismo, en el de extrema izquierda, la lucha violenta para conseguir la
revolución social y en el terrorismo de extrema derecha para desestabilizar el
proceso de transición y volver a los principios del levantamiento nacional de
julio de 1936.
1.3.- Materiales utilizados.
En relación a los materiales utilizados para la
realización de este trabajo, se ha utilizado la amplia bibliografía existente
sobre el tema, numerosos artículos periodísticos de la época y posteriores,
además de documentos sonoros y de TVE. Además de la amplia bibliografía, se ha
utilizado ampliamente las hemerotecas digitales de los diarios ABC y El País,
para recopilar toda la información posible y para sacar conclusiones de las
editoriales y de la información que ofrecían tanto el periódico conservador
como el progresista.
Bibliografía:
Aguilar,
P., Memoria y olvido de la Guerra Civil española. Madrid, Alianza, 1996, 26.
Avilés, J., “ El terrorismo en España: de ETA a Al Qaeda.”
Madrid (2010). Arco Libros, S.L.
Cercas, J., “Anatomía
de un instante” Barcelona, Mondadori, 2009.
De Jesús, A., “¡Quieto
todo el mundo! El 23F y la transición española” (Pag. 54-88).
Fernández López, J.,
“El rey y otros militares. Los militares en el cambio de régimen político en
España (1969-1982) Edi. Trotta. Madrid 1998.
González Saez J.M.,
“la violencia política de la extrema derecha durante la transición española
(1975-1982) Univ. De Navarra.
Martínez Inglés, A.,
“La conspiración de mayo” Styria, 2009.
Muñoz Bolaños, R. “Las Fuerzas Armadas y la
legalización del PCE” (pág. 101-120)
Univ. Camilo José Cela.
Palacios, J., “23F el
rey y su secreto”
Rodríguez, E., “La
transición fue un cementerio para la izquierda”
T. Powell, Ch., “El
piloto del cambio. El rey, la Monarquía y la transición democrática”. Editorial
Planeta. Barcelona 1991.
Velo de Antelo, JM. “De
ayer a hoy: Los orígenes del Partido Popular”.
Yeste,
E., “La transición española. Reconciliación nacional a cambio de desmemoria: El
olvido público de la guerra civil”.
1.4.-
Estado de la cuestión, hipótesis de trabajo y objetivos.
El
estado actual de la situación es confuso debido sobre todo a que no se
desclasifican los documentos que podrían aclarar el diseño y los implicados en
el golpe de estado. Sin embargo, los hechos están muy bien documentados,
gracias a los medios de comunicación, especialmente a las cámaras de RTVE que
grabaron el momento en el que los militares entran en el Congreso y los
micrófonos de la Ser.
Esta
falta de documentación y las trabas que se ponen a los investigadores puede ser
motivo de teorías conspiratorias y de la gran profusión de trabajos, artículos,
etc., relacionados con el tema.
El
trabajo que he realizado trata precisamente de eso, de recopilar la mayor
cantidad posible de información, recogida en textos de autores muy diversos,
artículos de periódicos, radio, televisión, internet e incluso testimonios
orales, haciendo una presentación del momento histórico lo más precisa posible
y para concluir una comparativa de prensa entre el diario conservador ABC y el
progresista El País.
No
tiene una aspiración de sacar a la luz nuevas e inéditas pruebas que determinen
en alguna dirección la autoría o descubra nuevos implicados en el diseño y
ejecución de este golpe de estado. Sencillamente, se trata de explicar el
estado de la cuestión en la actualidad con toda la información que he podido
recopilar y señalar las distintas teorías a la vez que desarrollar un relato
coherente de los hechos a través de la bibliografía utilizada, prensa, radio y
televisión.
La
metodología utilizada ha sido la búsqueda intensiva de material a través de
internet, bibliotecas universitarias, de la UNED y Universidad Carlos III.,
además de escuchar testimonios orales.
3.-
El golpe militar: desarrollo de los acontecimientos.
Se trata de la parte
más conocida de todo el proceso. En la tarde del 23 de febrero de 1981 mientras
se están llevando a cabo las votaciones
para la investidura como presidente del gobierno a Leopoldo Calvo Sotelo en el
Congreso de los Diputados, a las 18:23
horas irrumpe en el hemiciclo un grupo de guardias civiles integrado por
dieciséis oficiales y ciento setenta suboficiales y tropa del Parque de
Automovilismo de la Guardia Civil. Al mando de la operación “Duque de Ahumada”,
se encontraba el tte. Coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero. Se trata de
un momento imposible de manipular porque fue emitido por las cámaras de
televisión. El teniente coronel Tejero, pistola en mano entra por la entrada
izquierda del hemiciclo y sube lentamente las escaleras de la presidencia del
Congreso para quedarse junto a Landelino Lavilla, presidente del Congreso, mientras
grita: ¡Quieto todo el mundo!, otro oficial grita: ¡Al suelo todo el mundo! El
general Gutiérrez Mellado, vicepresidente del gobierno se rebela e intenta acercarse a su subordinado el
teniente coronel Tejero ordenándole que abandone el hemiciclo mientras tres
guardias civiles aparecen, agarran y zarandean al general. El todavía
presidente del gobierno, Adolfo Suárez se acerca en auxilio de su
vicepresidente, mientras comienzan los disparos de la guardia civil que ordenan
que todo el mundo se tire al suelo y que ante la impotencia de que obedeciese
el general y asimismo el presidente Suárez, comenzó el fuego a discreción de los
subfusiles. La imagen que ha quedado grabada en la retina de los españoles es
la de un Congreso de los Diputados con todos sus miembros escondidos debajo de
sus escaños, el viejo general Gutiérrez Mellado haciendo frente a los golpistas
y Adolfo Suárez y Santiago Carrillo sentados en sus escaños.
El golpe había tenido
éxito y durante las horas siguientes, con el Congreso secuestrado y Valencia
tomada, los capitanes generales, profundamente franquistas esperaban órdenes
del rey, a quien parece que el tiroteo y cambio de imagen del planteamiento
inicial de “golpe blando” había fracasado, parece ser que el rey reconsideró la
situación, Armada no ha podido negociar con el rey, cosa que intentó a los
pocos minutos de la toma del Congreso y Fernández Campo se lo prohibió. En
cualquier caso, fueron momentos muy tensos en los que los dos personajes son
muy influyentes sobre el rey y la decisión final de éste será la conocida por
todos, en la que el rey desbaratará el golpe, tanto si había sido organizado
por él mismo, como si no, ordenando en TV a todos los militares que no
participen en el golpe y a los implicados que lo abandonen.
Las primeras ediciones
de los periódicos ABC y El País muestran el apoyo claro constitucional, aunque
desde el inicio, el diario progresista lo va a hacer sin ningún tipo de fisuras.
En su primera edición
especial el diario ABC muestra ya claramente una retórica sospechosa que aunque
condena el golpe, cree firmemente en un cambio político, una oratoria que no me
atrevo a calificar como cobarde ante las posibles represalias si el golpe tenía
finalmente éxito o si se trataba de un apoyo sutil a unos militares
descarrilados que se habían equivocado en el momento y las formas, o lo más
peligroso de todo, que sería el hecho de que dentro de la dirección del
periódico pudiese conocerse alguna de las conspiraciones que estaban en marcha
en ese preciso momento y estos golpistas la hubiesen desbaratado o adelantado,
forzando la situación.
Desde el primer
momento, el diario ABC va a culpabilizar del golpe a la oposición,
especialmente a la izquierda, de forma muy curiosa, en el fondo se trata del
mismo argumento que el franquismo utilizó para el levantamiento militar del 28
de julio de 1936. De la misma forma, el periódico ABC caerá en un exceso de
elogios a la institución militar y a su cúpula, mientras que El País, será
mucho más sincero en sus intenciones y sin reserva alguna, mostrando una
crítica sin fisura alguna, culpabilizando de los actos a sus verdaderos actores
materiales y exigiendo responsabilidades de quienes estuvieran implicados en el
golpe.
El éxito inicial se
vino abajo cuando se rompe el contacto o no se produce éste, entre Armada y el
rey a los quince minutos de la toma del Congreso. Parece que a partir de aquí,
el rey va a trabajar para aparecer como el salvador de la patria, cosa que le
traería mayores beneficios que el golpe del que él mismo era artífice y dirigía
las operaciones, hasta fracasar con el tiroteo de Tejero, lo que se habría
propuesto, en principio, como un “golpe blando” para evitar lo que algunos
autores llaman “alzamiento nacional”, como en el año 1936. En estos momentos,
los capitanes generales deseaban el éxito del golpe pero eran disciplinados y
mantuvieron las últimas órdenes de Franco de obedecer al rey que ahora daba
marcha atrás al golpe para llevar a cabo sus únicas intenciones, las de salvar
la monarquía por encima de todas las cosas.
Desde ese momento se
van a llevar a cabo varios intentos de que Tejero abandone el Congreso. El JEME
ha dado la orden al coronel Alcalá-Galiano de entrar en el Congreso y persuadir
a Tejero o incluso matarle, pero el coronel Ibáñez Inglés alerta a Tejero de
las intenciones de éste y le ordena que lo arreste, aunque finalmente logra que
le deje salir del Congreso. El segundo intento de persuadir a Tejero lo llevará
a cabo el mismo jefe de la guardia civil, el general Aranburu, jefe natural de
Tejero al que desobedece sin más para continuar con el golpe.
Hacia las ocho y
media, la situación aparecía en tablas, el Congreso tomado, la región de
Valencia sublevada, la Brunete indecisa, la TV y radio tomadas y un país que a
diferencia de julio de 1936, no se echó a la calle para defender la democracia.
Desde la Zarzuela se consiguió un equipo móvil de TV para que el rey grabase su
mensaje poniendo fin al golpe militar.
En principio y sobre
el papel, el plan era muy sencillo, Armada acudía a Zarzuela, obtenía, si no lo
tenía ya, el apoyo del rey del ejército franquista y se formaba mediante
coacción y la fuerza un gobierno de concentración nacional. Sin el apoyo
explicito del rey, los generales titubearon y aunque eran favorables al golpe,
estuvieron toda la tarde envueltos en conversaciones, conspiraciones, etc.
Los dos principales
periódicos identificados con la izquierda, Diario 16 y El País, se manifestaron
pronto, favorables a la Constitución y contra el golpe de estado, el primero de
forma más rotunda y contundente que el segundo desde su primera edición el
mismo día 23 a las 11:30 horas de la noche, a pesar de que al parecer, su
presidente, Pedro J. Ramírez, había dudado unas horas antes ante el presidente
del diario El País, alegando que no tenía periodistas ni obreros para sacar
adelante una edición especial. De cualquier forma, el diario El País era el
primero en aparecer y mostrar su apoyo a la Constitución y en contra del golpe
militar. Las ediciones especiales de El País se irían sucediendo hasta siete en
total, cada una de ellas avanzando mucha más información que en la primera que
sólo escribía una nota de prensa de la agencia EFE y eso sí, el apoyo del
periódico a la Constitución.
El golpe en Valencia.
Milans del Bosch,
capitán general de Valencia, era un militar con gran prestigio dentro del
ejército franquista. Se había sentido ninguneado por Gutiérrez Mellado que
conocía su adhesión inquebrantable a Franco, cuando en 1979 pasó a la reserva
el general De Liniers y el vicepresidente nombró como nuevo JEME a Gabeiras.
La división motorizada
“Maestrazgo”, con carros de combate, vehículos militares y 1800 soldados,
ocuparon la ciudad de Valencia y tomaron actitud amenazante contra los
principales edificios institucionales.
A las órdenes
amenazantes de que se uniera al golpe, en un acto que le honra como militar
reaccionaría en contra el jefe de la base aérea de Manises.
Según muchos autores,
serían varios los golpes que se estarían preparando durante el año 1980. Javier
Cercas habla de conspiradores, militares y civiles, incluso los partidos
políticos incluyendo a dirigentes del propio partido en el gobierno. El coronel
de Estado Mayor, Amadeo Martínez Inglés, va más allá y habla de “La conjura de
mayo”, el verdadero golpe de estado que estarían preparando los generales
franquistas para ese mes y que sería un verdadero alzamiento nacional como el
de 1936. La operación sería llamada “Operación Móstoles” y sería un golpe duro, dirigido por los
generales franquistas. Por fortuna, este espectacular golpe de estado no llegó
a producirse y fue abortado por habérsele adelantado el más palaciego llamado
23F y conocido por todos, aunque las pruebas de sus autores materiales hayan
sido destruidas y en realidad no sepamos prácticamente nada de él. El coronel
Inglés lo califica incluso como “falso golpe”, ideado para desactivar el
verdadero golpe militar que estaba en marcha y sobre todo afianzar la débil
monarquía de Juan Carlos I.
Otros autores, como
Jesús Palacios, defienden como explica también Javier Cercas que durante el
ataque y acoso al que fue sometido el presidente Suárez, tanto por la
oposición, el PSOE en particular como desde su propio partido e incluso por el
rey que le había alzado al poder y había confiado en él, incluso como amigo
personal, se fueron preparando varias conspiraciones, Palacios, incluso acusa
directamente al PSOE de tener demasiada prisa por llegar al poder aunque sea
por medios ilegítimos. Esto es lo que Palacios denomina “Operación especial
23F” dónde estarían de acuerdo todos los grupos políticos, las instituciones e
incluso EEUU y el Vaticano, al frente de cuyo gobierno estaría el ex secretario
y preceptor del rey, el general Alfonso Armada y como vicepresidente el
socialista Felipe González.
Actuación del CESID.
El general Gutiérrez
Mellado había trabajado muchos años dentro de los desestructurados servicios de
inteligencia del franquismo y conocía muy bien sus entresijos, de hecho intentó
su modernización y unificación en 1977 para prestar sus servicios dentro del
nuevo estado democrático. Le resultó imposible, además buena parte de sus
miembros eran favorables al golpismo e incompresiblemente no estaban
autorizados a entrar en los cuarteles con lo que la información siempre era
indirecta. Aún así, se logró desarticular la operación Galaxia de Tejero en
1977. El CESID se creo en 1977 y a la altura de 1981 no era fiable porque sus
jefes veían como algo indigno investigar a sus compañeros de armas, al tiempo
que eran profundamente franquistas y corporativistas, excepción hecha del tte.
Coronel Javier Calderón que era demócrata e indiscutiblemente se mantuvo fiel
al gobierno el 23F, contribuyendo con su valiente actitud a frenar la salida de
la Acorazada Brunete en Madrid. Lo que es indiscutible, también, es que el
CESID había fallado en la detección del golpe de estado y además, Calderón
intentó proteger a los miembros del CESID implicados en el golpe a título
personal, incluido el comandante Cortina que fue acusado, el fiscal llegó a
pedir doce años de prisión, y encontrado inocente por el tribunal de forma
sorprendente. El abogado de Tejero, escuchó a Cortina en el comedor del Servicio
Geográfico del Ejército, donde se estaba celebrando el juicio, decir claramente
por teléfono: “Qué no me jodan, que saco hasta lo de Carrero Blanco”. De manera
sorprendente fue absuelto por falta de pruebas.
De esta forma, además
de Cortina, se conoce la participación de miembros del CESID, subordinados
suyos, en el golpe de estado, como el capitán Gómez Iglesias, el sargento
Miguel Sales y los cabos Rafael Monge y José Moya.
Algunos autores creen
que Cortina intervino en el golpe para frenarlo, esa teoría no parece muy
acertada, aunque debió actuar de forma inteligente para encontrarse bien
posicionado tanto si triunfaba el golpe como si no lo hacía. No queda claro si
los subordinados de Cortina en la AOME (unidad secreta del CESID), participaron
en el golpe de estado de forma particular a nivel individual u obedecían
órdenes de Cortina, aunque si queda claro que Calderón no participó en el
golpe. Sin embargo, la tesis de Jesús Palacios implica a Cortina y a Calderón
como organizadores del golpe a las órdenes del rey y no le parece anecdótico que
en dos de las cuatro operaciones del golpe hubiera gentes del CESID.
Implicación de la Acorazada Brunete
Una de las unidades
clave para el triunfo del golpe militar era la Acorazada Brunete. Según algunas
versiones, partiese de dónde partiera el “golpe blando” del 23F de 1981,
hubiera sido fácil en un ejército franquista, con el respaldo del rey, tener el
apoyo incondicional del ejército franquista, con el respaldo del rey, tener el
apoyo incondicional del ejército y en eso parece que se basaba parte del plan o
por lo menos en el caso de la División Acorazada Brunete y su jefe el general
de división, José Juste, así era.
Dos de los antiguos
jefes de la más potente fuerza militar de España, habían sido los capitanes
generales Milans del Bosch y Torres Rojas. Este último viajó a Madrid desde su
destino en La Coruña como capitán general de Galicia e hizo volver de unas
maniobras rutinarias en Zaragoza a Juste para engañarle y hacerle participar en
el golpe de estado.
El plan era también
sencillo, el comandante Pardo Zancada con la autorización del coronel San
Martín viajará a Valencia el 22 de febrero para recibir instrucciones de su
antiguo jefe, el general Milans del Bosch, y llevar a cabo los preparativos
para el levantamiento de la Acorazada. Las órdenes que tenían era tomar las
emisoras de radio y televisión y posiciones estratégicas dentro de la ciudad de
Madrid, La Carrera de San Jerónimo, el parque del Retiro, Casa de Campo, parque
del Oeste, Canal de Isabel II y el Campo del Moro. Las órdenes del capitán
general de lI región Militar, Quintana Lacaci, fiel a la Constitución, eran las
de no participar en el levantamiento.
Zancada recogió al
general Torres Rojas en el aeropuerto y se dirigieron al Cuartel General
mientras avisaba al coronel San Martín para que volviese a Madrid con el
general Juste. Dos horas antes de la toma del Congreso llegan al Cuartel
General, mientras que Zancada ya lo tiene todo preparado para el golpe.
Finalmente, Juste accede a las pretensiones de Torres Rojas y San Martín,
aunque una llamada telefónica a Zarzuela le pone bajo la pista de estar siendo
engañado y acaba por entenderlo todo mientras habla con Martínez Campos y
terminará por ordenar la detención de cualquier acción militar.
Experiencia de los parlamentarios.
En el congreso de los
diputados se encontraban en el momento en el que entró Tejero 350 diputados más
los trabajadores.
Desde los primeros momentos
ya comentados y bien conocidos por todos, en los que el miedo se hace dueño del
hemiciclo y que sólo tres diputados, el todavía presidente del gobierno, Adolfo
Suárez, su primer ministro, Gutiérrez Mellado y el jefe del PCE, Santiago
Carrillo, se mantuvieron en sus escaños con dignidad y valentía, tal vez
presintiendo que iban a morir de todas formas y escenificando la superioridad
moral que representaba la democracia y sus propios personajes sobre los
golpistas, en el caso de Suárez había manejado los medios desde el principio de
su poder.
Por lo demás, fueron
largas horas en que los parlamentarios creyeron que iban a morir o cuanto menos
que el golpe sería un éxito, de eso se encargaba Tejero que les hacía creer que
el golpe era apoyado mayoritariamente por el ejército. A Tejero le influía
también desde el exterior, Juan García Tarrés, el único civil imputado en el
caso 23F. Al miedo se unía la vergüenza y la humillación a la que se veían
sometidos por los miembros de la guardia civil que los tenían que acompañar al
baño en todo momento y que actuaban con extrema violencia teniendo orden,
incluso de disparar si se sentían amenazados. También es posible, si atendemos
a algunos autores que algunos diputados estuvieran enterados del golpe e
incluso estuvieran esperando el desenlace para formar parte de un posible
gobierno de concentración nacional.
Sobre las ocho y menos
veinte la guardia civil sacó del hemiciclo a Suárez, Gutiérrez Mellado, Felipe
González, Santiago Carrillo, Alfonso Guerra y a Rodríguez Sahagún creyendo la
mayoría que iban a ser ejecutados. Según han manifestado posteriormente todos
los diputados, fueron unos momentos muy duros. Los guardias civiles tenían
orden de disparar si se sentían amenazados y desde fuera habían avisado de que
se les cortaría la energía por lo que se procedió a crear una pira para
organizar un gran fuego con el peligro consecuente que ello hubiera supuesto. Esa
es la versión oficial y lo que mantienen los implicados, en caso contrario,
como indican muchos indicios y algunos investigadores y militares han señalado,
se trataría de una traición al proceso democrático en el que estarían
implicados personajes muy importantes de la historia reciente de España.
Muchos años después,
en 2011, algunos de ellos reconocen en una entrevista para ABC que pasaron
mucho miedo. Son José Bono, Soledad Becerril y
Barranco. Esa sensación es la normal ante un golpe de esas características, pero la duda vuelve siempre. ¿Cuántos diputados conocían lo que iba a ocurrir?
Barranco. Esa sensación es la normal ante un golpe de esas características, pero la duda vuelve siempre. ¿Cuántos diputados conocían lo que iba a ocurrir?
4.-
El rey y la cúpula militar.
La actitud de Juan
Carlos durante la dictadura había sido de sumisión a Franco desde que en 1947
fuese nombrado sucesor del dictador a título de rey por la ley de sucesión,
ratificada en 1969.
Tres altos mandos
militares son los responsables directos del golpe de estado del 23F, Armada fue
el jefe político de la operación, no sabemos si detrás de él estaba el propio rey,
hipótesis bastante probable señalada por muchos investigadores, aunque como ya
indiqué las pruebas fueron borradas, las llamadas telefónicas grabadas por el
CESID, etc. El jefe militar fue Milans del Boschs y el jefe del operativo
militar Antonio Tejero. Existía una trama civil poco conocida y que finalmente
sólo encontró como culpable a Juan García Carrés.
El ejército en su
totalidad era franquista, tras la muerte del dictador, no hubo cambio alguno en
las instituciones y así pervivió el franquismo sociológico que en el caso de
los miembros de las fuerzas armadas era todavía más persistente, siendo estos
defensores de los principios del alzamiento nacional del 18 de julio de 1936.
Aún así, existían militares que a título individual y dentro de una minoría
aplastante se sentían demócratas, como el teniente coronel Calderón o el
coronel Martínez Inglés, o como Gutiérrez Mellado, dispuesto a limpiar su
pasado golpista y franquista. También existía la Unión Militar Democrática que
unía a oficiales demócratas y que también era muy reducida y no consiguieron
nunca el objetivo de llegar a cambiar la ideología de sus compañeros de armas,
de hecho, fueron descubiertos en el verano de 1975, siendo condenados varios de
ellos a duras penas de prisión y expulsión del ejército en marzo de 1976 y
desapareciendo poco después en 1977 por la persecución a la que eran sometidos
sus miembros.
La actitud de los
militares ante la transición fue de crítica continua y repulsa hacia la
libertad y la democracia.
Con respecto al
momento de la legalización del PCE, Suárez había mentido a los militares unos
meses antes de la Semana Santa de 1977 o al menos, les había ocultado parte de
la verdad. Les había asegurado que no se legalizaría el PCE en una reunión celebrada
en noviembre de 1976.
Durante las elecciones
democráticas de junio de1977 los altos mandos militares estaban preparados para
salir a la calle con las unidades de élite del ejército si no se obtenían
resultados favorables a sus intereses políticos.
Precisamente, un militar, aunque sin mando real y
técnico en el ejército, el heredero de Franco a título de rey, Juan Carlos I,
va a ser según muchos investigadores, el motor o “El Piloto del cambio”, entre
otras cosas, además de los aciertos políticos, como el nombramiento de Adolfo
Suárez como presidente del gobierno, por mantener la disciplina del ejército.
En mi opinión y según venimos viendo, la indisciplina durante estos años era
manifiesta en numerosos y señalados mandos del ejército, y posteriormente, si
no triunfó el golpe del 23F no es como aseguran algunos autores por la obediencia
debida al rey, sino por el miedo al abismo. La mayoría de capitanes generales
eran partidarios del golpe, aunque se mantuvieron a la expectativa de los
acontecimientos para tomar la decisión más favorable a sus propios intereses.
En mi opinión, la actitud del propio rey fue la misma. Las dudas alrededor de
Juan Carlos y su implicación en el golpe hacia crecer la incertidumbre y la
decisión de los altos mandos, en su inmensa mayoría, como ya he comentado,
favorables al golpe y en sintonía total con los sublevados. Además de los
distintos golpes de estado que defiende que había en marcha el coronel Martínez
Inglés, Pilar Urbano mantiene que el rey nos salvó de un golpe que el mismo
había planeado y ordenado. Lo que no queda claro, es si fue para evitar el
verdadero golpe duro que planeaban los militares más ultraderechistas o
simplemente para redirigir el proceso de transición. En cualquier caso, lo que
obtuvo fue el reconocimiento de la sociedad española y el asentamiento de la
monarquía en nuestro país. Por razones ajenas a lo planificado y contrarias a
los intereses de quiénes las habían planeado, el resultado fue el afianzamiento
de la democracia, cuando lo que se buscaba era precisamente lo contrario.
5.-
Juicio y responsabilidades.
El sumario del 23F
sigue siendo secreto treinta y cuatro años después del golpe militar y el
Tribunal Supremo sigue vetando a investigadores y público en general el acceso
a dicha documentación. De la misma forma, las grabaciones de las conversaciones
telefónicas ordenadas por Francisco Laína, director general de Seguridad, entre
los golpistas del interior del Congreso y el exterior han desaparecido, no se
sabe con exactitud si fueron destruidas o por el contrario se conservan en el
Ministerio del Interior, lo único que es seguro es que los investigadores no
tienen acceso a ellas. Ni siquiera tuvieron valor en el juicio ya que fueron
grabadas sin autorización judicial. Tampoco se puede consultar la documentación
del Ministerio de Asuntos Exteriores con lo que las comunicaciones con el
exterior tampoco pueden ser utilizadas por los investigadores. El profesor
Ángel Viñas viene denunciando esta situación desde hace años sin obtener
resultados positivos. Esta situación es caldo de cultivo para todo tipo de
conjeturas, llegando al extremo el programa de TV realizado por Jordi Evole. El
profesor de la Universidad Complutense, Carlos Sanz, estima que siendo el
Consejo de Ministros el encargado de clasificar y desclasificar documentación
delicada, puede en realidad utilizarla en función de criterios políticos en
provecho propio o incluso de lo que otros autores denuncian que es un pacto
entre los dos principales partidos, PP y PSOE para no perjudicar lo que viene
llamándose “el régimen del 78” y a la propia monarquía. El mismo profesor Sanz
denuncia que José María Aznar en el momento en que abandonó la Moncloa, ordenó
borrar todos los discos duros y las copias de seguridad, lo que asegura que es
un escándalo en cualquier país democrático, excepto en España.
Como vemos, son muchos
los interrogantes que quedaron tras el juicio, y más aún para los investigadores
y ciudadanos en general privados de conocer los detalles de tan desafortunado
episodio de nuestra historia.
No sólo no se conoce
oficialmente quién o quiénes fueron los ideólogos del golpe de estado, sino que
tampoco se sabe el alcance real de implicados más allá de los militares
juzgados. De hecho, Cortina dio a entender que si se le condenaba hablaría y
contaría toda la verdad sobre el caso y
otras cosas más.
Sería en “El juicio de
campamento” como se llamó popularmente la tribunal de justicia militar llevado
a cabo en el “Servicio Geográfico del Ejército”, actual CEGET, en el que fueron
declarados como principales culpables en el año 1983, Milans del Bosch, Alfonso
Armada y Antonio Tejero y condenados a treinta años de cárcel, además de otros
dieciocho militares y guardias civiles y un civil, Juan García Carrés. La trama
civil ni tan siquiera fue investigada.
Los dos primeros
cumplieron nueve y ocho años respectivamente. El tcol. Tejero permaneció en
prisión la mitad de su condena, quince años, aunque ya llevaba tres en régimen
abierto, escoltado y vigilado en su vivienda en Madrid en las inmediaciones de
la Glorieta de Ruiz Giménez por policía militar y guardia civil. (Durante el
año 1994, yo mismo realicé ese trabajo de vigilancia como comandante de puesto
de la policía militar).
En otro grupo, con
menor implicación estaban, Torres Rojas, Pardo Zancada e Ibáñez Inglés que
fueron condenados a 12 años en prisión militar, el último de ellos murió
mientras se encontraba en dicha prisión.
En cualquier caso, la
mayoría de los condenados no perdieron su condición militar y continuaron sus
carreras militares con ascensos y todo tipo de honores, habiendo tenido
condenas muy suaves entre uno y dos años que ya habían cumplido en el momento
de la finalización del juicio.
Durante el proceso
judicial los trabajadores civiles y militares fueron testigos del trato de
privilegio que se ofreció a estos militares (y así me lo manifestaron
personalmente), tanto dentro del Servicio Geográfico del Ejército, como por los
cientos de regalos que fueron ofrecidos y que llegaban todos los días para ser
entregados a los responsables del golpe. Las muestras de afecto y cariño fueron
infinitas, tanto por compañeros de armas, especialmente, pero también por personal
civil.
Como ocurre con todos
los militares, el proceso judicial iba a ser responsabilidad de la autoridad
militar y el Consejo de Guerra de conformidad con el Código de Justicia
Militar. Lo que va a ocurrir es que como vengo diciendo durante todo el trabajo,
buena parte del ejército se sentía identificado con los golpistas y cuanto
menos, sentían simpatía por ellos.
Tras iniciar las
investigaciones, sólo serán imputados los militares que claramente habían
participado en los hechos, solamente altos mandos militares y oficiales, ningún
suboficial ni guardia civil, aunque la actitud y la implicación de muchos de
ellos era claramente imputable.
Los procesados
mostraron siempre una actitud prepotente durante el juicio y fueron continuos
los conflictos con el tribunal, abogados defensores e incluso entre los propios
compañeros golpistas en una actitud completamente reprobable y vergonzosa.
La sentencia fue
dictada el día 3 de junio de 1982, siendo ésta una vergüenza en lo que era o
pretendía ser un país democrático. Por este motivo, el Gobierno se vio obligado
a recurrir la sentencia al Tribunal Supremo. El 22 de abril de 1983 se dictó la
sentencia definitiva, aumentando algunas condenas pero bajo mi punto de vista,
totalmente benignas, permitiendo a la gran mayoría de implicados continuar con
su vida militar, obteniendo ascensos y condecoraciones. Todo esto resulta
inaceptable, especialmente, teniendo en cuenta la gravedad del delito. Además,
aunque las comparaciones sean odiosas, la aplicación de la justicia militar
contra los miembros de la UMD que no habían cometido ningún delito habían sido
mucho más contundentes. Esta será la tónica general dentro del ejército durante
esos años.
Por último, volver
sobre la actuación de Juan Carlos. En la actualidad son muchas las voces que
acusan a PP y PSOE, los dos partidos mayoritarios que han venido turnándose en
el poder desde la transición, de haber pactado para que no se desclasifique el
sumario del 23F, siendo infinitas las dudas que recaen sobre él y que han
llevado a hipótesis varias e incluso a la realización de un documental por
Jordi Évole en 2014, “Operación Palace” que permiten junto a las
investigaciones de algunos historiadores y militares considerar todas esas
teorías y plantear todo tipo de dudas al respecto. De hecho, son muchos los que
consideran que este movimiento, fuera o no, responsabilidad del rey, fue el que
reafirmó la monarquía en España.
.- Bibliografía.
Aguilar,
P., Memoria y olvido de la Guerra Civil española. Madrid, Alianza, 1996, 26.
Avilés, J., “ El terrorismo en España: de ETA a Al Qaeda.”
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Vozpopuli, La
clase política mira hacia otro lado ante las revelaciones que implican al Rey
en el 23-F Federico Castaño 1 de abril de 2014.
Autor: José Luis Romero Carretero.
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