ÍNDICE:
1.-
Introducción.
2.-
Breve resumen del periodo.
3.-
Análisis de la situación.
1.-
Introducción.
El
reparto y la utilización del dinero republicano sacado de España durante la
huida desesperada anta la victoria franquista en la Guerra Civil han sido muy
polémicos, haciendo gala los perdedores en la Guerra Civil de la misma desunión
que había caracterizado el periodo bélico contra los rebeldes, durante el exilio.
Mientras
los miembros del PSOE se enredaban en luchas fraticidas por el poder y por el
control de los bienes económicos sacados de España, los cientos de miles de
exiliados que abarrotaban los campos de concentración franceses, morían de
hambre, frío y afectados por todo tipo de enfermedades.
Mientras
estos políticos vivían en el lujo y la suntuosidad, los milicianos y sus
familias no disponían de un mínimo de comida y ropas, además, los partidos
políticos y sindicatos favorecieron los embarques hacia Suramérica de sus
propios afiliados, en contra de anarquistas, comunistas y otros republicanos
sin adscripción política. Los beneficiados fueron los socialistas,
principalmente, republicanos y nacionalistas catalanes.
Las
organizaciones creadas para la ayudad de los exiliados desde el primer momento
de la derrota, como la SERE, en teoría estaban destinadas al auxilio y
evacuación de los republicanos, como más tarde la JARE, una vez que el SERE
adelantó que se había quedado sin fondos.
La
JARE sería dominada por la sección de Indalecio Prieto y por los principales
partidos, burocratizado con personas cercanas a estos partidos políticos
republicanos, etc., con elevados sueldos que contrastaban con la miseria del
resto de exiliados.
Una
vez terminada la Guerra Civil y reconocido el régimen de Franco por Francia y
Gran Bretaña, dimitió el presidente Manuel Azaña y el presidente de las cortes,
Martínez Barrio se negó también a asumir la responsabilidad. De esta forma,
sería Negrín quien asumiera el poder con el apoyo de parte de su partido y del
PCE, respondiendo a esta autoridad y desafiándola Indalecio Prieto.
El
final de la JARE llegará con la incautación de los bienes del exilio español
por parte del gobierno mejicano en 1942 por sentirse traicionado y engañado por
Indalecio Prieto.
2.-
Breve resumen del periodo.
Varios
eran los tesoros de los que va a disponer la élite republicana en el exilio,
por un lado, los bienes embarcados en el Vita, sacados por el gobierno de
Negrín y por otro, valores americanos y material aeronáutico adquirido en los
últimos momentos de la República.
Estos
bienes van a ser la causa del enfrentamiento directo entre los socialistas
Negrín e Indalecio Prieto, principalmente porque este último se hizo cargo de
esos bienes con la complicidad del gobierno mejicano. A partir de este momento,
el liderazgo va a ser de Prieto que niega la existencia de los restos del
gobierno republicano y creará un organismo para administrar los bienes
transportados por el Vita, así nacía la JARE en julio de 1939 sin
representación comunista. La Delegación de la JARE señalaba que su principal
misión eran los cientos de miles de refugiados en el sur de Francia.
Por
otra parte existieron muchos inconvenientes para hacer dinero efectivo todos
esos tesoros perdiendo mucho valor en esta conversión. Tampoco se conoce el
valor exacto, calculándose el valor de los bienes del Vita entre los 10 y los
50 millones de dólares, unos 2.000 millones de dólares en material aeronáutico
y otros 429.000 dólares en valores iberoamericanos.
De
todas formas hay que tener en cuenta los problemas para hacer dinero efectivo a
esos bienes, desde los impedimentos internacionales que pone en marcha la
dictadura franquista, pasando por los hombres de negocios sin escrúpulos que
pretenden aprovecharse de la situación, la II Guerra Mundial, el deterioro
físico del material almacenado y la necesidad apremiante de convertirlo en
dinero en efectivo, etc.
Finalmente,
con los millones obtenidos por los bienes del Vita, los casi 700.000 dólares de
material aeronáutico y otros miles por la liquidación de valores, se ponía en
marcha la Delegación de la JARE en Méjico.
El
destino de estos bienes, como se ha dicho, tuvo un reparto tremendamente
injusto, dominado totalmente por Indalecio Prieto, sin realizar inverntario
alguno, manejado con total opacidad y sin ofrecer cuentas a nadie.
La
Delegación llevó a cabo criterios elitistas en la contratación de su personal y
en el reparto de fondos. El contraste entre los más desfavorecidos que vivían
en la auténtica miseria y personajes relevantes de la política republicana como
Martínez Barrio, José Miaja o la viuda de Azaña que disfrutaban de pensiones
entre los 400 y los 680 pesos al mes.
Se
atendía a mutilados, viudas, ancianos, etc., con subsidios a los refugiados que
llegaban a Méjico. En septiembre de 1941 el balance del primer año en ayudas
ascendía a 964.697,70 pesos.
Las
pensiones anteriormente citadas y las altas retribuciones a personajes como
Álbaro de Albornoz, Oteyza, etc., destacaban ante la falta de la más mínima
sensibilidad con el resto de exiliados que recibían una aportación de 100 pesos
por una sola vez y especialmente con exiliados en el sur de Francia.
Para
la educación de los niños y la atención en comedores se creo el Comité Femenino
y para la atención de los enfermos el servicio médico farmacéutico en 1940,
además, las autoridades mejicanas pretendían que no se quedasen estos exiliados
en la capital para lo que había que asentarlos en el medio rural por lo que se
creo el HISME para promover empresas industriales que ayudasen a los exiliados
y contribuyesen a mejorar la economía mejicana.
Aunque
en teoría la ayuda republicana debía haberse centrado en los exiliados en
Francia, la situación de los refugiados españoles en ese país era lamentable
por las duras condiciones de vida a las que estaban sometidos. La rápida
ocupación de Francia en la II Guerra Mundial agravó la situación al ser
prohibidas las agrupaciones de ayuda a los españoles refugiados y la
persecución de cargos políticos y militares republicanos para ser deportados a
España donde serían juzgados y en su mayoría ejecutados.
A
principios de marzo de 1939 había medio millón de refugiados españoles en el
sur de Francia mientras que el gobierno mejicano declaraba su intención de
acoger a todos estos españoles y facilitarles el pasaje hacia México, para ello
contaría además con el apoyo y la ayuda de Cruz Roja.
Sin
embargo, la realidad era mucho más cruel que estas declaraciones de buenas
intenciones y los medios con que contaba el gobierno mejicano no hacía posible
el embarque de semejante cantidad de personas y su alojamiento en el país de
acogida. En principio, Prieto, creía que lo mejor sería para conseguir un
pasaje facilitárselos a mutilados, enfermos, etc., personas que se encontraran
en situaciones precarias mientras que los criterios de la legación mejicana
eran profesionales, se debía dar prioridad a los que tuviesen oficios fáciles
de integrar en el país de acogida. Estos criterios fueron cambiando,
especialmente cuando Francia fue ocupada y los alemanes persiguieron a los
responsables políticos y militares republicanos para entregarlos a Franco.
Desde
la ocupación nazi de Francia, México se hacía responsable de todos los
refugiados españoles, mientras que la Delegación cambia las prioridades para
conseguir un embarque, siendo ahora los primeros los que hubieran tenido
responsabilidades políticas en los gobiernos republicanos. Este fue uno de los
principales puntos de discrepancia entre le gobierno mexicano y la JARE ya que
Cárdenas era favorable a embarcar primero a quienes tuvieran oficios fácilmente
asimilables en su país. Aún así, la contatación, así como la navegación
oceánica fue muy complicado debido a la Segunda Guerra Mundial.
El
cambio de gobierno y de personal también planteó dudas, mientras que todo
seguía igual, las críticas a la JARE venían sobre todo de la CNT contra la
actuación partidista de los embarques. En realidad, la confección de estas
listas era alarmante, beneficiando principalmente a socialistas, nacionalistas
vascos y catalanes, así como republicanos, discriminando a comunistas y
anarquistas.
Hay
que tener en cuenta que los embarcados eran minoritarios y la situación en el
sur de Francia era penosa. El número total de pasajeros que financió el viaje
la JARE, fueron 2.350 personas, además, era responsable de cubrir las primeras
necesidades de los refugiados en Francia para lo que contaba con dos castillos,
refugios y delegaciones en varias ciudades. El dinero gastado en Francia
ascendía a cuatro millones de francos mensuales, cantidad insuficiente a todas
luces, teniendo en cuenta además que más de 1.500.000 francos iba a parar a las
altas jerarquías de la República y a subvenciones para éstos, así como para el
pago de instituciones como el Parlamento de la República y las administraciones
vasca y catalana.
El
reparto del dinero fue, evidentemente, elitista y favoreció a personas y
organizaciones políticas e instituciones que apoyaban al líder socialista
Indalecio Prieto.
La
JARE también ayudó a personas exiliadas en otros países, aunque eran menos
numerosas, así hubo españoles en el Norte de África, en Portugal, aunque era
más bien de paso, para viajar a otros lugares porque la dictadura de Salazar devolvía
a los españoles a Franco. En Inglaterra, aunque su número era muy bajo, el
nivel intelectual de los refugiados en este país era elevado. También había
exiliados republicanos en Chile, Venezuela, Argentina, Cuba, Ecuador y en
República Dominicana, dónde a pesar de su bajo número presentaron muchos
problemas debido principalmente a la pobreza de la isla y al deseo de los
españoles de viajar a México.
Después
de todos los desmanes producidos en la gestión de Indalecio Prieto, la traición
de la que se sintió víctima el gobierno mexicano con la aparición en noviembre
de 1942 de fondos en EEUU, provocó la intervención de México y el fin de la
Delegación hasta 1945 con la creación del gobierno republicano en el exilio.
La
JARE siempre había sido una institución opaca que siempre rechazó toda
solicictud de participación. En última instancia, quien controlaba las
decisiones, y sobre todo, los fondos de la organización, era el socialista
Indalecio Prieto, que en ningún momento estuvo dispuesto a aceptar control alguno,
ni a jusrificar los gastos o las actuaciones realizadas en su gestión.
El
descubrimiento por parte de Ávila Camacho de un importante capital, 2.300.000
dólares que manejaba la JARE sin su conocimiento provocó la crisis de confianza
que llevó a declarar al gobierno mexicano el decreto de noviembre de 1942 en el
que ponía fin a la JARE y se hacía responsable directo de todos los exiliados
españoles. La posterior investigación de las actuaciones de Prieto y la JARE no
pudieron esclarecer los gastos llevados a cabo por esa administración y que a
la postre, pertenecían a todos los exiliados españoles. Indalecio Prieto
haciendo gala de una gran opacidad en su administración, nunca ridió cuentas de
su actuación, ni tampoco la COFARE fue capaz de esclarecer el asunto hasta que
volvieran a entregar los bienes en 1945 a Martínez Barrio como presidente de la
República y a Giral como presidente del gobierno en el exilio.
La
CAFARE entregó todos los bienes administrados en septiembre de 1945, una vez
reorganizadas las instituciones republicanas en el exilio, aunque no todos los
grupos políticos entendían el porqué de unas instituciones sin un estado que
gobernar. Se trataría de unos 12.784.042 pesos. El nuevo gobierno pediría
cuentas de la actuación de la JARE y el SERE sin obtener ningún resultado
positivo, Prieto seguía justificando la falta de inventario alguno y la
opacidad de su siniestra gestión. De hecho, el nuevo gobierno republicano
estaba convencido de que Prieto guardaba y atesoraba bienes que nunca declaró.
En definitiva, ni Negrín ni Prieto presentaron jamás documento alguno para
rendir cuentas de sus respectivas gestiones, lo que viene a confirmar las
irregularidades manifiestas. Aún así, Prieto se enfrentaría ahora a Giral y
volvería a liderar la vida política del exilio, aunque las críticas y el
desprecio de los que se vieron desfavorecidos por su gestión sería importante.
Las
conclusiones que pueden extraerse de “El dinero del exilio” son claras y
concluyentes. Los cientos de miles de exiliados españoles sufrieron la miseria
en su gran mayoría, exceptuando a personajes políticos relacionados con la
República, que vivieron un exilio rodeados de lujo y abundancia y que el dinero
republicano fue repartido de forma muy poco equitativa, ofreciendo privilegios
a sus propios correligionarios políticos, especialmente a socialistas y
republicanos de los distintos partidos.
3.-
Análisis de la situación.
La
SERE de Negrín quedaba desactivada, según éste por la falta de fondos en agosto
de 1939 pocos meses después de finalizada la Guerra Civil Española y habiendo
fracasado estrepitosamente en sus fines de evacuación y ayuda a los exiliados.
A partir de ese momento se crea la JARE con sede en la capital francesa y con
unos elevados emolumentos para los componentes de la Junta, de la cual se
nombró presidente a Indalecio Prieto. Sería la llegada de los tesoros del Vita
al puerto de Veracruz lo que le concedería a Prieto el cambio de poder real al
hacerse cargo éste de sus bienes y erigirse en responsable de su gestión. Así,
quedaría formada la JARE hasta 1942 en que el gobierno mexicano pasase a
controlar las cuentas del exilio republicano.
La
ocupación alemana de Francia supuso el cambio de residencia de la Junta a
México, dónde sus miembros seguirían recibiendo importantes retribuciones de la
misma forma que personajes influyentes en la extinta república recibían
importantes subvenciones y pensiones.
El
documento enviado por las asociaciones de refugiados españoles en México ofrece
una visión gráfica de lo que estaba ocurriendo:
“Los que suscriben, refugiados
políticos españoles y como tales titulares del patrimonio que usted como
presidente de la JARE tiene en su poder (…) Lejos de cumplir con aquellos
deberes, la JARE, así como el Comité Técnico, han prostituido su función,
distribuyendo el dinero común de modo ilícito entre los amigos y partidarios de
los gestores del mismo, obligando a la masa a vivir en la más paupérrima de las
miserias (…) Entre tanto, usted y sus parientes y amigos, viven en casas
suntuosas como la que usted posee en Nuevo León 103, y dilapidan
crapulosamente el dinero colectivo (…) A cuenta del patrimonio de los
refugiados, ustedes, llevan una conducta en este país, que hace honor a los
plutócratas y terratenientes españoles contra quienes el pueblo vertió su
sangre en la guerra civil.”
El
contraste con los cientos de miles de refugiados republicanos y la miseria que
padecieron es digna de recriminación tanto a Negrín como a Indalecio Prieto, a
sus luchas e intrigas por el poder, la apropiación indebida de bienes y la
gestión partidista que se hizo de éstos. Su falta de sensibilidad con respecto
a los combatientes republicanos, los mutilados, las viudas, los niños, etc.,
serán con seguridad expuestos en futuras publicaciones para sacar a la luz la
obra de estos siniestros personajes que en la actualidad gozan del beneplácito,
no sólo de la memoria popular, por haber sido víctimas del alzamiento de parte
del ejército, con la ayuda de todas las derechas españolas, sino también de
muchos investigadores que han tratado el tema con demasiada benevolencia, sin
atender el desprecio realizado a las clases más desfavorecidas, la falta de
asistencia a éstas y la apropiación de estos bienes con todas las consecuencias
para su propio beneficio y el de sus partidarios políticos.
La
gota que colmó el vaso para que las autoridades mexicanas interviniesen ante el
despropósito de la gestión de los líderes republicanos en el exilio fue el
descubrimiento por parte de Ávila Camacho de un importante capital, 2.300.000
dólares que manejaba la JARE sin su conocimiento y que a la postre, provocó una
crisis de confianza que llevó a declarar al gobierno mexicano el decreto de
noviembre de 1942 en el que ponía fin a la JARE y se hacía responsable directo
de todos los exiliados españoles hasta hasta que volvieran a entregar los
bienes en 1945 a Martínez Barrio como presidente de la República y a Giral como
presidente del gobierno en el exilio, eso sí, sin conseguir que Prieto diera
explicación alguna sobre su gestión, ni en ese momento ni posteriormente, lo
que le convierte directamente en un traidor a los intereses republicanos.
José Luis Romero Carretero.