ÍNDICE:
1.-Ficha bibliográfica.
2.- Introducción.
3.-
Análisis y contenido de la obra.
4.-
Juicio crítico y conclusiones.
1.-Ficha bibliográfica:
Autor: Melvyn P. Leffler.
Título: “La guerra después de la
guerra”
Título original: For the Soul of Mankind
The
United States, the Soviet Union, and the Cold War.
Ciudad: Madrid
Editorial: Crítica
Año: 2008
Páginas: 773
2.- Introducción
El
tema principal del libro es el periodo de Guerra Fría que tiene su origen tras
la Segunda Guerra Mundial, su evolución durante más de cuatro décadas hasta la
caída de la URSS en 1991.
Se trata
de un minucioso trabajo de investigación, analítico, basado en los hechos, las
decisiones y actuaciones de los principales líderes soviéticos y americanos. Es
una obra interpretativa en la que la ideología pretende quedar en un segundo
plano, dando prioridad al desarrollo de los procesos resolutivos.
El
autor pertenece a la corriente historiográfica positivista, de la
historia social y de las mentalidades dentro de la historiografía liberal ofreciendo
un paso adelante ya que en la actualidad no existe enfrentamiento
geoestratégico desde la caída de la URSS en 1991. Desde una pretendida
objetividad se puede observar en el fondo la convicción de la superioridad
histórico moral del liberalismo y su evolución frente al comunismo.
El libro apela continuamente a los
sentimientos de los personajes implicados. Stalin estaba convencido de que el socialismo
triunfaría finalmente, aunque no disponía de estrategia alguna para su
consecución. Se trata de una sucesión bien estructurada de cinco momentos
históricos decisivos, planteando el desarrollo de los hechos y las situaciones
a partir de esos sentimientos, mediante diarios, cartas, etc., que demuestran
un laborioso trabajo de investigación de los nuevos documentos liberados en
EEUU y en Rusia a la vez que una gran obra de divulgación.
Nos encontramos ante una obra que
enfrenta dos posiciones y concepciones del mundo radicalmente contrarias y
contrapuestas y de ahí su intensa desconfianza y hostilidad, aunque Leffler nos
explica a lo largo de sus líneas como todos los líderes de ambas potencias se
estremecen ante el poder propio y el del enemigo y no tienen planes concretos
de actuación sino que se ven arrollados por los acontecimientos históricos.
Cada uno de los personajes pretendía y creía fielmente en la superioridad de su
ideología y de su estilo de vida sobre el del contrario y estaban convencidos
de que finalmente vencerían. Esa concepción del futuro del mundo la tenían los
soviéticos, pensando que finalmente, los pueblos llegarían al comunismo como
única forma de vida justa y sin explotación del hombre por el hombre, mientras
que los líderes norteamericanos estaban convencidos de la superioridad de las
creencias religiosas, la libertad del mercado y la democracia.
El trabajo recoge todo el periodo
histórico conocido como Guerra Fría, adentrándose en la psicología de los
personajes y sus vidas privadas, Habiendo sido reconocido por la crítica como
“obra maestra”. En cualquier caso, se trata de un magnífico libro que trata el
tema con suficiente objetividad y está estructurado y escrito de una forma muy
comprensible y lógica sin perderse en frivolidades, más allá de esos aspectos
psicológicos de los que hace línea investigadora.
3.-
Análisis y contenido de la obra.
Como ya dije, la obra se estructura en
cinco partes y una sucesión de hechos históricos a través de los personajes más
importantes de cada época. Se inicia con Stalin por parte de la URSS y primero
Roosveelt y más tarde Truman por parte de EEUU. Se trata del momento más
delicado para la Unión Soviética, ya que ha sido ocupada por el ejército nazi
durante la Operación Barbarroja desde el verano de 1941, la reacción y el
inicio del declive alemán desde diciembre de ese mismo año. El objetivo
principal de Stalin no es llevar la revolución más allá de la URSS sino
implantar el comunismo en su propia nación y crear un círculo favorable en
torno a su territorio para que no volviese a ser invadida con la facilidad que
lo había hecho Hitler. Al terminar la guerra, los temores entre Truman y Stalin
se acrecientan y sus diplomáticos lo acentúan. Truman, al que califica como un
“perdedor” y burócrata gris cree que su país es el elegido por Dios y debe de
mantenerse por encima del resto del mundo y al finalizar la guerra como
guardián del orden, aunque nunca le hubiesen interesado los asuntos
internacionales. La buenas relaciones de Roosvelt y Stalin se van a deteriorar
en cierto modo con Truman, especialmente al final de la guerra con el
lanzamiento de las dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagashaqui que son
tomadas como una demostración de fuerza, unidas a algunas declaraciones del
presidente de EEUU que parecía o entendía Stalin que iba en contra de los
tratados de paz de Yalta en el que los intereses soviéticos habrían sido
satisfechos y fueron denominados por Truman, Telón de Acero. Stalin no estaba
dispuesto a que volviese a renacer una Alemania fuerte ya que había causado en
su país los mayores daños, tanto humanos como materiales, mientras que Truman
debía hacer frente a unos pronósticos electorales negativos. La distinta visión
de lo que debería ser Alemania entre las dos potencias era radicalmente
distinta. En definitiva, se abría un periodo de tensión entre ambas potencias
en el que la URSS va a respetar su compromiso de no intervenir ni ayudar a los
partidos comunistas (especialmente en Grecia, ya que Truman creía que tendría
un efecto dominó en Europa) de algunos países que habrían sido favorables y no
avanzar en los lugares en los que se encontraban sus tropas con el objetivo de
no llegar a un nuevo enfrentamiento militar, en este caso contra Gran Bretaña y
EEUU. Ante la debilidad británica se pondría en marcha la Doctrina Truman. Ante
esta amenaza que sentían los EEUU sobre el afianzamiento de la URSS van a
decidir ayudar a la reconstrucción de Europa para mantenerla en la órbita
capitalista, teniendo lugar las mayores tensiones con respecto a Alemania. No
sólo Stalin, el pueblo alemán seguía teniendo en mente la brutalidad nazi y el
peligro que representaba esa recuperación alemana, mientras que desde EEUU se
va a iniciar una campaña de “cruzada ideológica” contra el marxismo. Ese miedo
parece fuera de lugar a la vista de la documentación existente ya que los
planes de la URSS no estaban por la expansión de la revolución en Asia o países
del Tercer Mundo y aunque Stalin solo pretendía mantener el comunismo en su
propio territorio, los recelos eran fuertes y la campaña anticomunista que se
ponía en marcha de proporciones universales. Desde 1948, oficialmente aparece
el escenario de guerra fría que marcará las relaciones de ambas potencias hasta
la caída de la URSS en 1991. Como dice la profesora de la UNED, Rosa Pardo Sanz
en su artículo “Hacía un sistema bipolar”:
“Muchas
de las nuevas esperanzas que trajo la paz se frustraron pronto a causa de las
tensiones entre los socios de la Gran Alianza ganadora de la guerra, en
particular entre EEUU y URSS, las superpotencias tras el conflicto.”
La muerte de Stalin en 1953 despertaría
la esperanza de unas relaciones alejadas del escenario de guerra fría y es
tratado en la obra como capítulo 2 “Una puerta abierta para la paz, 1953-1954:
Malenkov y Eisenhower”. Después del periodo de incertidumbre que aconteció
durante los momentos previos a su muerte y especialmente después de muerto que
parecía que todo iba a terminar y la revolución se acabaría. De todas formas,
los herederos de Stalin acordaron que fuese Malenkov el nuevo líder de un
gobierno colectivo. Inmediatamente se apresuraron a dar un aspecto más humano
al comunismo para que sirviese al pueblo y sacar de las cárceles a presos
políticos además de enfrentarse a la grave crisis económica. Según lo que nos
cuenta Leffler, los líderes comunistas sabrían cuáles eran los problemas y parecían
dilucidar las soluciones, además de pregonar la paz y una política
internacional de cooperación, especialmente con los países de la órbita
comunista.
Solo un año antes del fallecimiento de
Stalin había sido elegido presidente de los EEUU el general Eisenhower. Como de
todos los personajes, el autor realiza una descripción psicológica de la
personalidad y la evolución de Ike, procedente también de zonas rurales como
Truman, se distinguía de este, sin embargo en que su formación fue militar,
religiosa y republicana. Precisamente su prestigio militar en la II Guerra
Mundial, además de la promesa de abandonar la guerra de Corea y profundizar en
la Guerra Fría fue el que le llevaría a la presidencia de los EEUU.
Eisenhower creía que su país estaba
obligado a defender su estilo de vida por encima de todas las cosas, lo que
inevitablemente le conducía a un enfrentamiento directo con la Unión Soviética
y su estilo de vida, aunque por otra parte, también creía que Malenkov era una
persona razonable, aunque veía la oportunidad de aprovechar la muerte de Stalin,
aunque el Departamento de Estado pensaba que esa posición tan agresiva de EEUU
afianzaría el régimen de Moscú. Lo que estaba claro es que no existía un plan.
El nuevo gobierno americano creía que la anterior administración gastaba
excesivamente en Defensa y se centrarían en el aspecto económico que a su vez
daría a EEUU la fuerza militar.
En cualquier caso, también deja claro
el momento histórico preciso y la tensión que aparece en torno a Europa, los
países satélites de la Unión Soviética y especialmente Alemania. EEUU, no sabía
que estrategia seguir.
Bajo Jruschov, sería cuando tuvieran
lugar la crisis de los misiles en 1962 y la construcción del muro de Berlín en
1961 y la misma ruptura de relaciones con China, sin embargo, las conclusiones
de Leffler le llevan a afirmar que la URSS pretendía la coexistencia pacífica
con Kennedy. Esta sería la época de la nuclearización de la que el presidente
de USA sería partidario de las inspecciones y de la relajación nuclear, mientras
que la Unión Soviética avanzaba en los países del tercer mundo y Jruschov
confiaba en el socialismo y su afianzamiento. Jruschov era partidario de
prohibir los ensayos militares pero no estaba de acuerdo con las inspecciones. Leffler
deja entrever que Kennedy habría traicionado la buena voluntad soviética con
respecto a estos ensayos nucleares. Efectivamente, la desconfianza de Kennedy,
como de los anteriores presidentes norteamericanos con respecto a la buena
voluntad de la URSS eran evidentes. Peculiarmente, según las cartas que maneja
el autor y que se enviaron ambos líderes, parece evidente que todos querían la
paz. También es verdad que existen distintos tipos de paz y cada cual podría
entenderla a su manera sin estar dispuestos a ceder en aspecto alguno.
En cualquier caso, la intención de
Kennedy era acabar con la Guerra Fría y llegar a una paz real, meditada y en
conciencia. Desde Moscú, la idea era la misma, aunque los problemas que había
que superar eran grandes, la voluntad de ambos líderes parecía en la buena
dirección. Según Jruschov si a Kennedy no lo hubieran asesinado en su propio
país en noviembre de 1963 el desarrollo de la historia hubiera sido muy
distinto. Todo terminó cuando accedió al poder el nuevo presidente Johnson,
aunque Jruschov intentó empezar las negociaciones nuevamente desde el principio
y buscaba con insistencia esa aproximación en las cartas enviadas al nuevo
presidente de los EEUU. De todas formas, un año después del todavía a día de
hoy no esclarecido asesinato de Kennedy, Jruschov fue destituido y sustituido
por Brezhnev, mientras que el problema mayor con el que se encontraba EEUU era
su interminable e impopular guerra de Vietnam, que destruía las buenas
intenciones de Johnson con respecto a la ayuda a los pobres, minorías, etc.,
dentro de su propio país.
Brezhnev era partidario de la
distensión por dos motivos, el fortalecer la economía y el nivel de vida de los
soviéticos y para rearmarse y continuar con la carrera de armamentos., ya que
desde su punto de vista, el equilibrio de fuerzas era la única forma de paz. El
tratado de Helsinki con Ford había sido su mayor victoria pero era visto con
mucha desconfianza desde EEUU. En 1976 ganaba las elecciones Carter, en plena
crisis económica mundial empeorando mucho las relaciones con la Unión
Soviética. La política de intervención en países de África y Asia por parte de
la URSS no ayudaban a mantener la distensión. En especial, son tratadas con
mayor atención las crisis de Irán y Afganistán que tanta trascendencia
mantendrán hasta la actualidad con respecto a la aparición del radicalismo
islámico y la yiha. También trata el autor con mucho interés el tratado de
Viena, aunque en la realidad no contenía un fondo real. En este caso, Leffler
culpabiliza a Brezhnev de traicionar el pacto de distensión, especialmente en
Oriente Próximo, aunque la realidad sigue siendo la misma, fue imposible, no
por los episodios concretos sino por una cuestión de ideología y mantenimiento
y defensa de una forma de vida.
La última parte del libro es a la que
se presta mayor interés ya que ofrece el desenlace, el fin de la Guerra Fría
llevada a cabo por Gorbachov y Reagan, determinándose el final de la URSS ya en
época de Bush padre. Nos cuenta los últimos momentos de Brezhnev y los fallidos
sucesores en un momento de tensión extrema, mientras que el nuevo presidente de
los EEUU, Ronald Reagan que como sus antecesores, creía en la superioridad
moral de su país, el anticomunismo característico, etc., pero que además
iniciaba una nueva etapa dentro de su país y en todo el mundo anglosajón, el
neoliberalismo, junto a Margaret Thatcher que consistía en un agresivo
liberalismo. La política de Reagan consistió en fortalecer la economía de su
país y crear una política internacional agresiva. De ahí su idea de defensa
estratégica, “La Guerra de las Galaxias”. Era partidario del diálogo pero desde
la superioridad militar, económica y moral. Pretendía la paz, pero desde su
perspectiva vencedora. Va a ser en su segunda legislatura, al año siguiente de
su reelección cuando a la muerte de Chernenco, llegará al poder Mijail
Gorbachov, un hombre que conocedor de los defectos del sistema, proponía un
cambio y una evolución para mejorar ese propio sistema. Como hizo saber a Reagan en Moscú, no pretendía tampoco
enfrentarse a EEUU y era partidario de que cada cual arreglase sus propios
asuntos domésticos.
Reagan no temía al comunismo y estaba
dispuesto a enfrentarse a él si era necesario, pero conocía la debilidad de su enemigo en ese momento que
tenía unas grietas considerables, sabía que era el momento histórico que había
estado esperando y para el que se había trabajado desde EEUU. La URSS mostraba
una notable debilidad estructural que se apreciaba desde las dificultades
militares tanto en Afganistán, como con los países satélites (que podo después
realizarán cambios pacíficos sin intervención soviética) y las propias
incoherencias internas. Gorbachov también era consciente de sus limitaciones,
lo que llevó al entendimiento entre ambos líderes.
Las relaciones personales e incluso
familiares entre ambos líderes parecían ser muy buenas y se reunieron en varias
ocasiones con sus propias esposas. De estas relaciones van a surgir resultados
concretos y pasos que dará con relación al final de la Guerra Fría por parte de
Gorbachov, mientras que Bush parece aprovecharse de semejante oportunidad.
Las exigencias de George Bush se
vieron reflejadas en el plan de reestructuración o Perestroika, presentado en
1986 por Gorbachov y que estaba orientado a mejorar la vida económica y social
dentro de la propia URSS pero para ello estaba obligado a reducir el gasto
militar que era lo que pretendía EEUU.
La actitud de EEUU siguió siendo la de
acoso propagandístico contra la URSS, facilitado por el accidente nuclear de
Chernobil,
Finalmente, Gorbachov intensificó los
cambios iniciados, según una entrevista actual para el diario digital BBC Mundo
de 25 de diciembre de 2016, era solo para mejorar el propio comunismo y finalmente
se daría un golpe de estado, pero Gorbachov pidió la retirada de los misiles de
corto y medio alcance que tendría gran repercusión y a la vez, comenzó a
retirar sus tropas de Afganistán mientras que los EEUU prestaban ayuda a los muyahidines
(lo que también ha traído consecuencias hasta la actualidad). A la reducción de
armamento y a la retirada de tropas les dedica una atención especial en el
libro.
El verdadero problema para la URSS era
que EEUU no iba a estar satisfecho hasta no ver la destrucción de la Unión
Soviética, de su estructura militar y una clara identificación política con el
capitalismo bajo la dirección de EEUU.
El 21 de diciembre de 1991 se disolvió
finalmente la URSS. La trayectoria de la Perestroika y las buenas intenciones
de Gorbachov habían sido traicionadas, aunque Leffler concluye en un final
inevitable. Gorbachov dice que hubo traición a sus espaldas, quizá fuera
demasiado lejos en la confianza con Bush que había logrado su objetivo
ampliamente.
La Guerra Fría había llegado a su fin,
como dice Leffler pero también había sucumbido la URSS en un proceso de
reestructuración, finalizó aceptando el mercado libre, la democracia y la
superioridad del sistema capitalista
4.-
Juicio crítico y conclusiones.
El trabajo de documentación e
investigación que hace Leffler es realmente muy detallado y ha sido felicitado
por ello por la crítica y por muchos historiadores. Sin embargo, el enfoque
elegido para explicar este largo periodo de Guerra Fría, desde una perspectiva
psicológica teniendo en cuenta los escritos y la personalidad de los personajes
responsables de la historia, me parece también un tanto subjetiva, ya que no
consigue centrarse en los hechos concretos y no les da la importancia que tiene
cada una de las acciones, no para juzgarlas sino para interpretar el verdadero
alcance de cada uno de los hechos acontecidos.
El trabajo no tiene en cuenta aspectos
políticos y relaciones internacionales anteriores a la propia existencia de la
URSS, no valora ni tiene en cuenta la política internacional seguida por la
Rusia zarista durante siglos.
Justifica el inicio de esta Guerra Fría
por razones ideológicas y de concepción del mundo radicalmente enfrentadas,
aunque para eliminar al enemigo común durante la Segunda Guerra Mundial
hubiesen sido aliados e incluso hubiera habido buenas relaciones diplomáticas y
personales. Leffler saca como conclusión que todos los líderes soviéticos y
americanos se ven obligados a llevar a cabo las actuaciones que realizan por
las circunstancias históricas y no por decisiones completamente analizadas. A
su vez, debían actuar como indican los poderes internos de cada potencia, tanto
públicos, como privados, en el caso de EEUU y teniendo en cuenta la opinión
general de ambas sociedades, en el caso de los americanos, especialmente
mirando a las urnas.
Por otra parte, la biografía que hace de
todos los personajes con anterioridad a la ocupación de los cargos de
responsabilidad con la pretensión de explicar hasta cierto punto sus decisiones
y actuaciones posteriores no me parece tampoco una línea objetiva de
investigación histórica, habida cuenta de la propia evolución personal de los
mismos personajes, las circunstancias concretas de cada momento histórico y el
hecho de que por mucho poder que tengan estos personajes, especialmente en el
caso de Stalin, siempre están sometidos a los intereses de grupos de presión,
instituciones e incluso la opinión pública.
Los líderes de ambas potencias fueron
incapaces de centrarse, una vez
terminada la II Guerra Mundial en sus respectivos países, en las necesidades de
sus pueblos y en la economía, especialmente en el caso de la URRS, que a su vez
la propaganda mantenía estar al servicio del pueblo. Lo que hicieron, fue
exactamente lo contrario durante todo el periodo y Leffler, erróneamente,
descarga de esa culpabilidad a los máximos responsables de esos países, como si
en sus decisiones existiera una fuerza superior que les obligase a ello, cuando
en el fondo, lo único que defendían, con mayor o menor determinación, era un
estilo de vida, al que en este caso si que hace referencia el autor desde las
primeras líneas.
La Unión Soviética tenía unos
planteamientos bastante simples con respecto a la situación internacional que
se basaban en controlar y contrarrestar el poder militar de EEUU y en la propia
defensa de su territorio. Por otra parte, la obsesión de sus líderes y del
propio pueblo con Alemania por el daño causado lo convertía también en otra de
sus prioridades, la lucha porque Alemania no volviese a ser una gran potencia.
La política exterior seguida por la URSS va a estar sometida a esos factores,
el enfrentamiento con China y las guerras en numerosos países en vías de
desarrollo. Para ello, debían dominar un cinturón de protección para la propia
Unión Soviética creando países satélites dentro de la órbita soviética.
En el polo opuesto estaban los EEUU,
inmersos de igual forma, según Leffler, en la defensa de su superior estilo de
vida y “obligados” a actuar allí dónde el enemigo atacaba o amenazaba.
En resumidas cuentas, ambas potencias
buscaban un equilibrio de poder geoestratégico y en ningún caso un
enfrentamiento armado que hubiera resultado catastrófico para toda la
humanidad.
La excepcionalidad que concede tanto a
Reagan como a Gorbachov va mucho más allá de las consideraciones que tienen la
mayoría de autores sobre esos personajes, haciendo una valoración exhaustiva
tanto de su personalidad, formación, ideología, inteligencia, etc., lo cierto
es que, como se suele decir, “estaban en el lugar apropiado en el momento
preciso”. No tiene en cuenta, que con la caída de la URSS, se acaba la
Revolución, se termina con un momento de equilibrio geopolítico surgido tras la
II Guerra Mundial y con una tradición en política internacional de equilibrio
entre varias potencias para garantizar la paz.
Sin embargo, el factor de movimiento y
la descripción de cada uno de los dos mundos en liza lo realiza a la
perfección, plasmando exactamente lo que representa cada uno de esos mundos y
por lo que estaban dispuestos a combatir hasta el final.
Desde mi punto de vista, teniendo en
cuenta que la buena voluntad de Gorbachov es evidente tanto en la negación de
política expansiva internacional y la necesidad de reestructuración política de
su país.
Las conclusiones de Leffler apuntan en
la dirección de un final feliz una vez desmantelada la URSS, porque así acaba
el mayor problema mundial después de la II Guerra Mundial. Sin embargo, siendo
ciertas esas conclusiones, no es menos cierto que se trata de una victoria sin
ningún tipo de paliativos no sólo para un modelo de vida, sino también para una
gran potencia militar y económica que queda como único referente y como país
que dirige al resto del mundo sin ser puestas en entredicho sus mandatos,
relaciones, etc.
Tampoco verán freno o contestación las
políticas más radicales aparecidas precisamente durante la década de los
ochenta del pasado siglo, triunfando el capitalismo más agresivo, la aparición
del neoliberalismo como única forma económica de gobierno, entrando en crisis,
no solo los partidos comunistas sino también la socialdemocracia.
José Luis Romero Carretero.
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